Grandes rebajas
Sin margen para acusar al Gobierno central de los errores propios, al Govern ya solo le queda esperar el veredicto de las urnas y su complejidad posterior
En un pasado que parece remoto, aunque solo nos traslada a pocos a?os atr¨¢s, tal d¨ªa como hoy lo marcar¨ªan las rebajas. Las de enero. Las que un sector del comercio siempre quiso reguladas, inflexibles, punitivas para quien alterase el orden, la rigidez y la tradici¨®n. El mismo sector que acusaba al que pidiera cierta porosidad de pecaminoso liberal partidario de los grandes centros comerciales. Negocios, estos, que iban ampliando su presencia en las periferias gracias a unas administraciones que por detr¨¢s facilitaban su apertura mientras p¨²blicamente aplaud¨ªan la protesta avalando al tribunal de la Inquisici¨®n que quemaba en la hoguera al osado que matizara por ser enemigo del comercio local, la tienda de proximidad y la vida activa de pueblos y ciudades castigados a morir inexorablemente el d¨ªa que sus persianas permanecieran bajadas.
Fue este mismo sector el que a partir de la crisis anterior empez¨® a vulnerar sus propias normas largamente impuestas porque a la fuerza ahorcan. De pronto, las leyes hechas a su medida les parec¨ªan cors¨¦s que imped¨ªan su libre respiraci¨®n y limitaban la libertad que antes denigraban. Es el segmento econ¨®mico que recuerda como un simple halo de nostalgia cualquiera de aquellas pretensiones a?ejas. La pandemia puede con todo. Y la p¨¦sima gesti¨®n que de ella est¨¢ haciendo la Generalitat parece ideada para rematar lo poco que el virus deja vivo. Incluso Quim Torra, desde la atalaya de su inhabilitaci¨®n, admite p¨²blicamente que le subleva contemplar tanta incapacidad, incoherencia y arbitrariedad de los suyos. Como si no fuera con ¨¦l. Ni tuviera que ver con su legado, fruto de una inexistente gesti¨®n pol¨ªtica consecuencia, a su vez, de haber priorizado el activismo y olvidado la obligaci¨®n democr¨¢tica de cumplir con el servicio eficaz y efectivo a la ciudadan¨ªa.
Ni el esperado arranque de la vacunaci¨®n han sabido gestionar por muchas excusas y correcciones que proclamen. Pero ya no cuelan. Ah¨ª est¨¢n las comparaciones con otras autonom¨ªas. Odiosas pero inevitables. Como las que puedan aducir a partir de hoy los ciudadanos que alteren los nuevos l¨ªmites a su libertad si quien les advierte es la misma administraci¨®n que no supo o pudo acabar con la rave de Llinars del Vall¨¨s. Tan orgulloso puede seguir nuestro Govern en su burbuja como enojados los catalanes por su impericia.
Sin margen para acusar al Gobierno central de los errores propios ya solo queda esperar el veredicto de las urnas y su complejidad posterior. Mientras, seguiremos asistiendo al cruce de reproches, al intercambio de inculpaciones y a descalificaciones que tan l¨®gicas son para se?alar al contrario como inaceptables para su acuse de recibo. Y distra¨ªdos con el lamentable espect¨¢culo ya en cartel y que facilitar¨¢ la entrada de la derecha m¨¢s extrema al Parlament, procurar¨¢n que perdamos de vista, aunque sea por unos d¨ªas, las otras muchas rebajas que nos aplican. Aquellas que a lomo del caballo viejo ya no tienen horario ni fecha en el calendario.
Las organizaciones comerciales apuntan que, tras las nuevas restricciones, al 40% de los negocios en Catalu?a apenas les queda margen de maniobra. Las grandes plataformas digitales son las beneficiadas por los cambios de h¨¢bitos de consumo y las firmas de reparto a domicilio siguen sacando r¨¦dito de lo que la cuarentena potenci¨®. Los hoteleros exigen ayudas directas hasta que regrese el turismo. El paro en Catalu?a roza el medio mill¨®n de afectados. Y nadie sabe a d¨ªa de hoy cu¨¢ntos ERTE se convertir¨¢n en ERE. Ni c¨®mo se devolver¨¢ todo lo que ya se ha prestado m¨¢s la demanda pendiente. Los agentes sociales insisten en la posibilidad de que los apoyos europeos lleguen tarde y se distribuyan mal. O que sean insuficientes para paliar tanto da?o acumulado. No en vano, Espa?a, con Catalu?a al frente, es un triste l¨ªder entre los pa¨ªses en los que la crisis econ¨®mica se ha cebado con mayor intensidad. Lo demuestran organizaciones no gubernamentales y bancos de alimentos desbordados. Y para la recuperaci¨®n completa habr¨¢ que esperar algunos a?os m¨¢s. Los Presupuestos ya en vigor, siendo positivos, obligan a una gesti¨®n muy cuidadosa. Y el aumento de impuestos que tanto defiende la izquierda pide cautela porque est¨¢ al acecho el riesgo de empobrecer todav¨ªa m¨¢s a la maltrecha y adelgazada clase media.
Y como complemento a este cuantitativo estado de la cuesti¨®n est¨¢, a instancias del miedo, la intangible pero no por ello menos importante p¨¦rdida cualitativa. Desde el efecto de los besos y los abrazos prohibidos al adi¨®s improcedente de los seres queridos. De la emblem¨¢tica mascarilla que tanto simboliza a las largas colas y esperas para comprar lo imprescindible. Pero, sobre todo, la limitaci¨®n de aquella libertad que una vez perdida ya no se recupera y ante la que todos hemos cedido acr¨ªticamente.
S¨ª, son tiempos de grandes rebajas. Las que pueden haber venido para quedarse.
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