Clase dirigente
ERC ha entregado la presidencia del Parlament a Laura Borr¨¤s y ha facilitado una mayor¨ªa de la Mesa en la que cinco de los siete miembros son independentistas
Ya ha pasado m¨¢s de un mes desde las elecciones catalanas y todav¨ªa poco se sabe de c¨®mo ser¨¢ el pr¨®ximo Gobierno. A todas luces ¡ªy si no hay cambios de ¨²ltima hora¡ª, solo parece saberse una cosa importante: seguir¨¢ habiendo un Ejecutivo votado ¨²nicamente por los partidos independentistas, probablemente presidido por ERC.
El intento llevado a cabo por los Comunes en los d¨ªas sucesivos a las elecciones de proponer una f¨®rmula viable para que hubiera una mayor¨ªa de izquierdas transversal a los bloques que entorpecen y envenenan la pol¨ªtica catalana ¡ªcon Pere Aragon¨¦s de presidente y el apoyo externo del PSC¡ª, al menos de momento, no se ha podido materializar, b¨¢sicamente por una opci¨®n consciente de ERC, que decidi¨®, a pesar de la evidencia de la inoperancia y conflictividad de su relaci¨®n con Junts, repetir la din¨¢mica de pactos de la pasada legislatura.
Un acuerdo de izquierdas habr¨ªa priorizado pol¨ªticas de redistribuci¨®n equitativas y habr¨ªa marcado un antes y un despu¨¦s en las relaciones con Madrid
El acuerdo de izquierdas ten¨ªa varias virtudes: priorizaba las pol¨ªticas de redistribuci¨®n y desarrollo equitativo en un momento en el que hay que afrontar la crisis generada por la pandemia y acometer cambios decisivos en el tejido productivo; habr¨ªa marcado un antes y un despu¨¦s en las relaciones institucionales entre la Generalitat y el Gobierno central, despu¨¦s de a?os de desencuentro; habr¨ªa transmitido a la ciudadan¨ªa ¡ªprofundamente hastiada por la situaci¨®n pol¨ªtica, como ha demostrado la alta abstenci¨®n¡ª que se estaba entrando en otra fase. Que tuviera motivos poderosos a favor, no quiere decir que fuera f¨¢cil. Ten¨ªa costes importantes tanto para los socialistas ¡ªque dar¨ªan la presidencia a un partido independentista, habiendo ganado ellos las elecciones¡ª como para los republicanos, que ser¨ªan objeto (a¨²n m¨¢s) de toda clase de acusaci¨®n de traici¨®n patri¨®tica.
En conversaciones informales, tanto socialistas como republicanos admiten que ser¨ªa bueno que hubiera colaboraci¨®n entre las dos fuerzas ¡ªde la misma manera que est¨¢ sucediendo en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Congreso¡ª, pero que de momento es demasiado pronto. Ojal¨¢ hubiera habido m¨¢s valent¨ªa, especialmente por parte de Esquerra Republicana, que en definitiva era quien ten¨ªa margen de maniobra al respecto. Y ojal¨¢ la haya en el futuro.
Sin embargo, la construcci¨®n de la mayor¨ªa de Gobierno no es la ¨²nica tarea importante despu¨¦s de unas elecciones. En una situaci¨®n como la de Catalu?a en estos momentos, ni siquiera parece la m¨¢s importante.
El ciclo empezado ahora hace casi 10 a?os, que tuvo su punto ¨¢lgido en el octubre de 2017 y que literalmente ha malvivido desde entonces, ha llegado objetivamente a su fin. Se hab¨ªa cerrado incluso antes de que la pandemia hiciera sus estragos sanitarios y econ¨®micos e impusiera una agenda que ahora parece incuestionable. Como se vio, ello no quiere decir que el independentismo haya desparecido, pero s¨ª que sus actores han diversificado sus propuestas. Una parte de ellos ha optado por mantener la confrontaci¨®n, aunque con acentos diferentes, que va del irredentismo trumpista de Junts, a la movilizaci¨®n en la calle y en las instituciones de la CUP. En este escenario, ERC ha querido jugar la carta de la responsabilidad en la gesti¨®n y del di¨¢logo como forma de responder al desasosiego de la ciudadan¨ªa ¡ªtambi¨¦n de la independentista¡ª, ante la polarizaci¨®n pol¨ªtica e identitaria que ha degradado de forma muy significativa las instituciones catalanas. Electoralmente le fue bien, consolid¨¢ndose por primera vez ¡ªaunque fuera por poco¡ª, como la primera fuerza independentista y aspirando expl¨ªcitamente a transformarse en la clase dirigente del pa¨ªs en la nueva fase.
Pactar con el PSC habr¨ªa supuesto para Esquerra ser objeto (todav¨ªa m¨¢s) de tota clase de acusaci¨®n de traici¨®n patri¨®tica
Y, sin embargo, parece ahora haber perdido la ocasi¨®n decisiva para consolidar esa senda. Los republicanos pod¨ªan optar por una mayor¨ªa transversal en la elecci¨®n de la presidencia del Parlament, para la cual hab¨ªa nombres y acuerdos posibles. Hubiera sido la se?al de que las instituciones de autogobierno catalanas ¡ªm¨¢s all¨¢ del leg¨ªtimo programa de un gobierno¡ª pueden volver a representar al conjunto de la ciudadan¨ªa. Al contrario, ERC ha entregado el cargo a Laura Borr¨¢s ¡ªque, adem¨¢s de tener pendiente un procedimiento por corrupci¨®n, ha hecho de la polarizaci¨®n su bandera¡ª y ha facilitado una mayor¨ªa de la mesa en que cinco de los siete miembros son independentistas.
En Italia, en plena Guerra Fr¨ªa, cuando la hegemon¨ªa democratacristiana era indiscutida y a los comunistas se les vetaba el acceso al Gobierno por imperativos de pol¨ªtica internacional, desde los a?os 70 y durante m¨¢s de dos d¨¦cadas la presidencia de la c¨¢mara de los diputados recay¨® en diputados del PCI, desde Pietro Ingrao a Nilde Jotti. Ello hablaba de la fuerza de los comunistas italianos, sin duda. Pero, sobre todo, de la capacidad de la DC de ser clase dirigente.
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