La restauraci¨®n prev¨¦ resucitar en Semana Santa
Restaurantes de la costa y de monta?a esperan una recuperaci¨®n de la actividad pese al miedo a nuevas restricciones
La Semana Santa de 2020 desapareci¨® del calendario. Fue poco despu¨¦s del decreto del estado de alarma por la pandemia del coronavirus, cuando el ocio fue suprimido y empez¨® el calvario para el sector tur¨ªstico. Un a?o m¨¢s tarde, los gremios de ...
La Semana Santa de 2020 desapareci¨® del calendario. Fue poco despu¨¦s del decreto del estado de alarma por la pandemia del coronavirus, cuando el ocio fue suprimido y empez¨® el calvario para el sector tur¨ªstico. Un a?o m¨¢s tarde, los gremios de restauraci¨®n respiran con cierto alivio porque las reservas se han disparado gracias al turismo catal¨¢n, que pasar¨¢ sus vacaciones en Catalu?a debido a la imposibilidad de viajar por ocio fuera de la comunidad aut¨®noma.
El pasado fin de semana fue la prueba de fuego. Desde el 15 de marzo, las burbujas de convivencia pueden desplazarse fuera de su comarca, siempre dentro de Catalu?a. El resultado fue un aumento de la clientela en los destinos tanto de mar como de monta?a, seg¨²n han indicado siete establecimientos de Palam¨®s (Girona) y del Montseny (Barcelona) consultados para este art¨ªculo. Los restaurantes experimentaron el mayor crecimiento de negocio desde los meses de verano, cuando las restricciones sanitarias se flexibilizaron m¨¢s. Los n¨²meros siguen sin ser para tirar cohetes, sobre todo porque la normativa impone limitaciones, solo puede haber cuatro personas por mesa y en los comedores ¨²nicamente puede haber un 30% del aforo posible ¡ªen terrazas s¨ª puede ser del 100%. Y los locales deben cerrar al p¨²blico a las 17 horas.
Mari Luz Rodr¨ªguez compr¨® en noviembre de 2019 el restaurante Les Sureres (Santa Mar¨ªa de Palautordera). Ella y su familia retornaron a Espa?a tras residir ocho a?os en Noruega. Pudieron ahorrar para montar su propio negocio. El coronavirus solo les permiti¨® abrir tres meses con normalidad. El domingo 21 de marzo, en Les Sureres facturaron 300 euros. Muy por encima de los 5 euros que han llegado a ingresar un domingo de pandemia, pero lejos de los 1.500 euros de media que cobraban los d¨ªas festivos previos a la covid-19. Frente a la chimenea, encendida porque se trata de un establecimiento especializado en carnes a la brasa, Rodr¨ªguez admite que han aprendido a no pensar en el futuro: ¡°Vivimos el presente. Semana Santa puede traer m¨¢s clientes, pero no hay seguridad. En cualquier momento podemos volver atr¨¢s¡±. En Les Sureres han perdido los 30.000 euros que hab¨ªan ahorrado de su periplo noruego y no tienen claro que puedan contratar a alguien extra para estas fiestas, por miedo a un nuevo cierre perimetral.
Lejos del encinar de Les Sureres, en la playa de Palam¨®s, el restaurante Olivia estaba lleno el mediod¨ªa del pasado martes, incluso pod¨ªan dar dos turnos gracias a que los horarios de apertura se han alargado hasta las cinco de la tarde. El hecho de no poder ofrecer cenas tambi¨¦n acumula m¨¢s clientes al mediod¨ªa. Alrededor de este local de gastronom¨ªa italiana hay locales cerrados: a muchos todav¨ªa no les sale a cuenta abrir unos pocos d¨ªas, coinciden en valorar Berna Via, encargada del Olivia, y Josep Maria Cuadrat, propietario del famoso La Gamba de Palam¨®s
Para Semana Santa se esperan en la costa multitudes de visitantes del ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Nuria Carillo y Juanjo Lallave son de Sabadell y el martes estaban en la terraza del Olivia disfrutando de un d¨ªa de sol. Ambos tienen segunda residencia en Palam¨®s y pudieron escaparse a desconectar. ¡°Hemos pedido comer en la terraza, dentro no lo har¨ªamos, tenemos respeto a la situaci¨®n¡±, apunta Carrillo. ¡°La verdad es que ni me acuerdo de la ¨²ltima vez que com¨ª fuera de casa¡±, a?ade Lallave. Ambos perciben que la gente tiene ganas de consumir, aunque no todo el mundo tiene la misma sensaci¨®n. De nuevo en el Montseny, en el restaurante Can Coca, Joaquima Molas asegura que se est¨¢ encontrando con clientes que gastan de media 37 euros por pareja, cuando antes de la epidemia el consumo era de media de 50 euros.
¡°La verdad es que ni me acuerdo de la ¨²ltima vez que com¨ª fuera de casa¡±
Can Coca es una casa levantada en el siglo XIX en un buc¨®lico rinc¨®n del r¨ªo Tordera, en una carretera estrecha entre bosques. Molas asegura que muchos de sus clientes de toda la vida, de una edad ya avanzada, todav¨ªa tienen miedo al virus y no han dado el paso a salir de fin de semana. La experiencia es diferente en el hostal y restaurante Sant Roc, tambi¨¦n en el parque natural del Montseny. Josep Serra, hijo del propietario de esta mas¨ªa del siglo XVIII, concede que la gente est¨¢ m¨¢s pendiente de lo que gasta, pero sin una ca¨ªda significativa. El Sant Roc aprovech¨® los largos meses de confinamiento municipal para construir una nueva zona de ocio al aire libre. ¡°Los clientes piden m¨¢s estar fuera. Tenemos suerte porque nuestras habitaciones dan a los jardines, y damos la opci¨®n de desayunar o comer en el exterior¡±, dice Serra. Entre las obras y los cr¨¦ditos ICO, los Serra calculan que tienen dos o tres a?os para cubrir las deudas.
Serra es visitador m¨¦dico de profesi¨®n. Los fines de semana los sacrifica para trabajar en el negocio familiar. En el Sant Roc, como en el resto de la hosteler¨ªa catalana, hay incertidumbre a la hora de volver a dar de alta a los empleados. Todos los entrevistados por EL PA?S recuerdan con resquemor los meses de marzo, octubre y las navidades de 2020, cuando la Generalitat aprob¨® restricciones en un corto plazo de tiempo que ocasionaron p¨¦rdidas en el sector. Cuadrat no olvida los 60 kilos de gambas de la mejor calidad que adquiri¨® para las celebraciones navide?as. Solo pudo servir un 40%: ¡°Cuando anunciaron aquellas medidas tan dr¨¢sticas de movilidad por Navidades, me qued¨¦ blanco¡±. Este veterano restaurador insiste en que el Ayuntamiento debe ser ¡°tolerante¡± a la hora de controlar los horarios de cierre de los restaurantes: ¡°La polic¨ªa municipal debe ser tolerante si pasamos cinco minutos de la hora establecida. La cocina tradicional requiere mucha dedicaci¨®n. Lo hago, pero me duele tener que pedir a los clientes que se vayan¡±.
¡°La polic¨ªa municipal debe ser tolerante si pasamos cinco minutos de la hora establecida¡±
En el restaurante la Vall del Montseny se encontraron hace un a?o con que hab¨ªan encargado 2.000 cal?ots pocos d¨ªas antes del estado de alarma. Pudieron salvar una peque?a parte confit¨¢ndolos, pero la experiencia dej¨® huella. Para el Vall del Montseny, un establecimiento caracterizado por los encuentros de grandes grupos, la pandemia ha supuesto un cambio todav¨ªa mayor. David Rodr¨ªguez, su propietario, escucha en la cocina la m¨²sica de Silvia P¨¦rez Cruz. Si necesita sacar tensi¨®n, pone metal. Afirma que las reservas que reciben desde este marzo se realizan en la misma semana, no como antes, que pod¨ªan ser con meses de antelaci¨®n. La situaci¨®n es inc¨®moda, dice Rodr¨ªguez.
Cuadrat advierte que ¡°es m¨¢s necesario que nunca reservar con tiempo¡±: hay menos capacidad de aforo, menos oferta de restauraci¨®n, porque muchas empresas se han quedado por el camino, y un pa¨ªs que tiene hambre de volver a salir de casa. Lo ¨²nico bueno que ha detectado el propietario de La Gamba es que los clientes aprecian m¨¢s el comer fuera: antes no se valoraba suficiente el simple placer de tomarnos unos berberechos en una terraza, relata Cuadrat con el mar muriendo calmo delante de ¨¦l, en el puerto de Palam¨®s.
¡°Hay gente que no se porta como es debido¡±
Una queja compartida por las voces consultadas para este art¨ªculo es que todav¨ªa hay muchos ciudadanos que no tienen intenci¨®n de cumplir con las normativas sanitarias. ¡°Hay gente que no se porta como es debido¡±, confirma Josep Serra, del hostal y restaurante Sant Roc: ¡°Estamos hartos de recibir peticiones de reservas para 15, 20 o 25 personas. Les colocamos separados en mesas de cuatro, como manda la Generalitat, pero no podemos controlar si se levantan y se juntan, sin mascarilla, o cuando en los jardines se abrazan sean o no del mismo grupo de convivencia. No somos polic¨ªas¡±.
En el Olivia de Palam¨®s explican que el pasado fin de semana tuvieron un altercado con un grupo de amigas que se negaban a sentarse en dos mesas separadas. ¡°Hay personas que se cabrean. Nosotros nos lo tomamos en serio, nuestro personal incluso come al mediod¨ªa en mesas individuales¡±, afirman en el Olivia. Josep Maria Cuadrat, de La Gamba de Palam¨®s, pide a la Generalitat que los profesionales de la restauraci¨®n tengan prioridad para vacunarse porque durante la jornada laboral es imposible mantener la distancia de dos metros con los clientes que, adem¨¢s, cuando comen no llevan la mascarilla.