O de izquierdas o con Junts
La ag¨®nica resistencia a investir a Pere Aragon¨¨s (ERC) revela la dificultad de la derecha nacionalista para asumir una posici¨®n subordinada tras d¨¦cadas de hegemon¨ªa en Catalu?a
Junts, el partido del expresident Carles Puigdemont, le est¨¢ costando mucho cumplir su parte en el pacto para una legislatura independentista en virtud del cual Pere Aragon¨¨s (Esquerra) ser¨ªa investido presidente de la Generalitat y Laura Borr¨¤s, presidenta del Parlament. Esquerra y la CUP cumplieron su parte del trato al elegir el 12 de marzo a Borr¨¤s y los restantes miembros independentistas de la Mesa del Parlament, cinco entre siete. Pero pasan las semanas y Junts lleva ya dos meses resisti¨¦ndose a votar a Aragon¨¨s.
Las negociaciones est¨¢n bloqueadas. Los dirigentes de Junts alegan no un desacuerdo sobre la presidencia de la Generalitat propiamente dicha, sino sobre el programa del independentismo para la nueva legislatura. Pese a todo, Jordi S¨¤nchez, principal negociador de Junts, reconoci¨® el s¨¢bado la obligaci¨®n de su partido de aportar los diputados que hagan falta para la elecci¨®n de Aragon¨¨s si ERC decide formar un Gobierno en minor¨ªa. Es una posici¨®n obligada, coherente con la elecci¨®n de Borr¨¤s como presidenta del Parlament. No honrar este compromiso mostrar¨ªa a Junts como un partido trilero, en el que nadie podr¨ªa confiar.
A los seguidores de Carles Puigdemont les cuesta dar el paso porque se trata de asumir una derrotaA los seguidores de Carles Puigdemont les cuesta dar el paso porque se trata de asumir una derrota
A los seguidores de Carles Puigdemont les cuesta dar el paso porque se trata de asumir una derrota. Lo que se dirime es cu¨¢l es el papel de Junts en el tablero pol¨ªtico con la nueva correlaci¨®n de fuerzas en el campo independentista. Las pasadas elecciones del 14 de febrero crearon una situaci¨®n in¨¦dita desde 1980. Colocaron a ERC como primera fuerza entre los soberanistas y dejaron a Junts en una posici¨®n subordinada. Aunque la diferencia electoral entre ambas fuerzas fue muy escasa, de solo 0,9 puntos porcentuales, provoc¨® un cambio de roles sustancial. Junts pasa de partido director a dirigido. Y viceversa, ERC pasa de perpetuo segund¨®n a liderar el espacio pol¨ªtico.
Pero Junts es el partido directamente heredero de la fuerza pol¨ªtica que ha ostentado la presidencia de la Generalitat y sus correspondientes gobiernos durante 33 de los 41 a?os de autonom¨ªa. Le llega ahora el indeseado momento de ceder el bast¨®n de mando a otro partido del bloque independentista. De reconocer y asumir la p¨¦rdida de la hegemon¨ªa en el catalanismo por la que los sucesores del partido de Jordi Pujol y ERC pugnan desde hace d¨¦cadas. Una revoluci¨®n cultural, adem¨¢s de una p¨¦rdida de poder.
Lo m¨¢s chocante del caso es, sin embargo, que las dificultades para cumplir la segunda parte del acuerdo de legislatura entre independentistas han surgido cuando Junts ya ha cobrado su pieza. Borr¨¤s acept¨® ufana ocupar el n¨²mero dos en el escalaf¨®n institucional catal¨¢n. Pero a la hora de atribuir la presidencia de la Generalitat al aspirante de ERC, todo son problemas y condiciones.
El partido del expresident est¨¢ lejos del pragmatismo que permite al PNV dirigir un Gobierno de coalici¨®n vascoEl partido del 'expresident' est¨¢ lejos del pragmatismo que permite al PNV dirigir un Gobierno de coalici¨®n vasco
Contribuye a alargar la ag¨®nica negociaci¨®n entre ERC y Junts la reiterada insistencia de Aragon¨¨s en formar un gobierno independentista y de izquierdas. Todo el mundo sabe que si ha de ser de izquierdas, no puede ser un Gobierno con Junts. Ser¨ªa vivir en una contradicci¨®n permanente. Junts agrupa al grueso de lo que fue el centroderecha catal¨¢n. Es una heterog¨¦nea amalgama nacionalista surgida de la evoluci¨®n de la extinta CiU hacia el independentismo. CiU nunca fue ni quiso ser de izquierdas. Al rev¨¦s, fue la fuerza que cerr¨® el acceso de la izquierda al Gobierno de la Generalitat de Catalu?a durante d¨¦cadas.
La deriva de Junts en el Congreso de los Diputados y el Ayuntamiento de Barcelona, por poner dos escenarios importantes de su acci¨®n pol¨ªtica, tiende a alinearle m¨¢s con la derecha de tonos trumpistas que con el moderantismo de, pongamos por caso, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en la actual coyuntura espa?ola. Junts est¨¢ lejos del pragmatismo que permite al PNV dirigir un gobierno de coalici¨®n con los socialistas en Euskadi y sostener al de Pedro S¨¢nchez en el Congreso.
Tanto la aritm¨¦tica parlamentaria como los condicionantes pol¨ªticos generales abonan ahora en Catalu?a la f¨®rmula de un Gobierno en minor¨ªa con voluntad y capacidad de negociar apoyos variables en el Parlamento seg¨²n los asuntos a tratar. Es lo que la propia ERC est¨¢ haciendo en Madrid con el Gobierno del PSOE, un factor que tambi¨¦n cuenta lo suyo en esta ecuaci¨®n. Pero para eso necesita el apoyo que Junts se resiste a dar. O si este no se da, el de otras fuerzas. El de los Comunes, por supuesto, pero tambi¨¦n el del PSC si entendiera que un Govern en solitario de ERC es el mal menor que puede dar a Pedro S¨¢nchez el interlocutor que busca en Catalu?a.
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