Alegr¨ªa contra la pandemia
Sabor de Gr¨¤cia, a sus 27 a?os, andan inmersos en el reto de ofrecer 30 recitales consecutivos el Teatre Apolo
La rumba con pandemia es menos rumba o, como m¨ªnimo, es menos fiesta. Y la rumba sin fiesta pues eso: es menos rumba. Sucedi¨® en el remodelado teatro Apolo. Cuando el escenario estaba ya lleno de humo y las luces se agitaban nerviosas, la megafon¨ªa desinfl¨® los ¨¢nimos del personal informando que no se podr¨ªa bailar ni abandonar las respectivas butacas. L¨®gico en los tiempos que corren pero, a¨²n as¨ª, una ducha de agua fr¨ªa para la entusiasta concurrencia.
Claro que, como dec¨ªa Peret, ¡°la rumba da una alegr¨ªa...¡± y enfatizab...
La rumba con pandemia es menos rumba o, como m¨ªnimo, es menos fiesta. Y la rumba sin fiesta pues eso: es menos rumba. Sucedi¨® en el remodelado teatro Apolo. Cuando el escenario estaba ya lleno de humo y las luces se agitaban nerviosas, la megafon¨ªa desinfl¨® los ¨¢nimos del personal informando que no se podr¨ªa bailar ni abandonar las respectivas butacas. L¨®gico en los tiempos que corren pero, a¨²n as¨ª, una ducha de agua fr¨ªa para la entusiasta concurrencia.
Claro que, como dec¨ªa Peret, ¡°la rumba da una alegr¨ªa...¡± y enfatizaba los puntos suspensivos para que cada cual se imaginase la suya propia. As¨ª visto, en el Apolo no se pudo bailar pero todo el mundo al salir llevaba una sonrisa de oreja a oreja y la alegr¨ªa mene¨¢ndole el cuerpo. Los causantes de repartir esa alegr¨ªa hab¨ªan sido la banda m¨¢s veterana en activo de la rumba catalana: Sabor de Gr¨¤cia que, a sus 27 a?os, andan inmersos en el reto de ofrecer 30 recitales consecutivos en el teatro del Paral¡¤lel. Algo inusitado, pero ah¨ª est¨¢n ellos: valientes y con ganas.
La velada empez¨® de forma muy cercana, casi casera. Al entrar minutos antes de que el espect¨¢culo comenzase oficialmente, Jack Terradellas estaba, como quien no quiere la cosa, sentado ante su piano charlando con los asistentes, saludando a los que llegaban, ense?¨¢ndoles a marcar el ritmo, picar palmas y cantar algunos coros. Como si estuvi¨¦ramos en el sal¨®n de alg¨²n amigo esperando al resto de invitados.
Y llegaron los anfitriones: la banda al completo en formaci¨®n de noneto y, como se trataba de repasar la historia de la rumba, comenzaron justo por el principio, con dos temas de Peret: El muerto vivo y Una l¨¢grima. Un inicio que ya calent¨® el ambiente: todas las cabezas se mov¨ªan acompasadas al ritmo del ventilador.
Y as¨ª sigui¨®. M¨¢s de 100 minutos en los que nadie par¨® quieto. Sicus Carbonell y los suyos fueron repasando muchos de los momentos ¨¢lgidos de la historia de la rumba catalana y tambi¨¦n de la rumba flamenca. Mezclaron temas del Pesca¨ªlla con otros de los Gipsy Kings, las Grecas, Chacho o Rumba 3, versionaron a Serrat y acabaron con su propio Gitanos catalans antes de abordar como fin de fiesta el inevitable Gitana hechicera que el p¨²blico core¨® a pesar de sus mascarillas.
Sabor de Gr¨¤cia ofrecieron un recital plet¨®rico, animado y altamente contagioso que, en otras circunstancias, podr¨ªa haberse convertido en una gran fiesta. No hubo fiesta pero fue una celebraci¨®n ejemplar de la eterna actualidad de la rumba catalana, esa que siempre est¨¢ a punto de despegar e inundarlo todo de nuevo pero que, por razones desconocidas, nunca llega a conseguirlo. Tal vez sea ahora el momento.