Volver por donde sol¨ªan
En la comisi¨®n bilateral ambos tienen raz¨®n. Los unos por la acumulaci¨®n de agravios y penoso listado justificativo y los otros por haber empezado a zurcir una tela largamente deshilachada
En pol¨ªtica las grandes expectativas suelen frustrarse. Por lo menos a corto plazo. En estos tiempos de compromisos impacientes en los que todo se quiere ya, algunos aprendices de brujo cometen el error de ponerle fecha a su propio y breve calendario. Creen, ingenuamente o no, que su apuesta se corresponde con los momentos que viven pero que demuestran no saber medir. Juegan a tanta inmediatez que dejan para ma?ana la gesti¨®n de lo que se pueda incumplir hoy. Y as¨ª van provocando frustraciones mientras pretenden alargar esperanzas lanzando constantes cortinas de humo.
Si recuper¨¢ramos los anhelos fomentados por el independentismo el ¨²ltimo decenio nos sorprender¨ªan, por archivados, algunos augurios temporales malogrados. No as¨ª su desenga?o que, a¨²n disimulado, persiste. Esta y no otra es la raz¨®n que lleva al hist¨®rico y contumaz secesionista no militante en partido alguno por discrepar con sus m¨¦todos a insistir que la ¨²nica pena que deber¨ªan haber pagado los l¨ªderes de los d¨ªas aciagos era el castigo de las urnas. Pero no fue porque los contrarios decidieron seguir errando y convirtieron en m¨¢rtires a quienes solo hubieran sido recuerdo. El teorema Forcadell acu?ado por Llu¨ªs Bassets sigui¨® vigente. La inteligencia no ha sido sin¨®nimo de la pol¨ªtica espa?ola para con Catalu?a. Por lo menos hasta el inicio de esta etapa.
Hasta hace nada, la curiosidad creada en torno a determinadas reuniones que acababan con sus protagonistas d¨¢ndose m¨¢s tiempo, instaba a criticar tan poca efectividad. Al orillar p¨²blicamente lo complejo hac¨ªan creer que ser¨ªa posible lo que de antemano se sab¨ªa improbable. Al contrario de cuando se citan los grandes estadistas. Crean un aire de pesimismo oficial previo directamente proporcional al acuerdo ya encauzado. Y as¨ª se considera un ¨¦xito lo que se proyectaba como potencial fracaso.
En estas est¨¢bamos cuando el halo de prudencia y recelo instalado entre los catalanes ha venido a revertir la situaci¨®n. Se ha demostrado esta misma semana celebrando que la comisi¨®n bilateral conviniera que quedaban en quedar. Y as¨ª, lo que fue tendencia improductiva ahora es estimado s¨ªntoma de esperanza. Una reuni¨®n mensual hasta febrero para afrontar las muchas asignaturas pendientes que conforman un historial indigno de una democracia comprometida con el ciudadano como corresponde al sistema. Porque el incumplimiento tanto de los convenios asumidos como de las obligaciones legalmente dictadas sobre 56 traspasos pendientes no se puede entender como algo diferente a la vulneraci¨®n de la ley. Algunas durante decenios. Caso de las becas aparcadas desde la sentencia del Tribunal Constitucional favorable a la Generalitat del a?o¡ ?2001!. O el dinero comprometido para la eficaz gesti¨®n de Rodalies acordado en... ?2009!. Por no hablar de una deuda reconocida por la propia Administraci¨®n central de m¨¢s de setecientos cincuenta millones de los que ahora se desbloquean doscientos para demostrar voluntad m¨¢s que empe?o.
Haberse abordado estas cuestiones con intenci¨®n de soluci¨®n pero sin concreci¨®n por parte del Ejecutivo espa?ol ha llevado al Govern a minimizar el inicio de trabajos de una comisi¨®n que no se reun¨ªa desde hac¨ªa tres a?os. Pero al seguir llenando de citas su agenda hasta febrero, este supuesto descontento se interpreta como una declaraci¨®n a su galer¨ªa para que siga intransigente. Lo mismo sirve para el Gobierno de Pedro S¨¢nchez que predic¨® en sentido contrario. Y ambos tienen raz¨®n. Los unos por la acumulaci¨®n de agravios y penoso listado justificativo y los otros por haber empezado a zurcir una tela largamente deshilachada.
Lo m¨¢s significativo de esta representaci¨®n es que la parte catalana ha estado encabezada por el vicepresidente Jordi Puigner¨® actuando al m¨¢s puro estilo convergente. Lo demostr¨® por la ma?ana con el principio de acuerdo sobre la ampliaci¨®n del Aeropuerto del Prat del que se hab¨ªa mostrado claramente partidario cuando se present¨® la propuesta para recelo de sus socios y desesperaci¨®n de sus contrarios. No es extra?o pues, que la multimillonaria inversi¨®n pactada con el sigilo propio de otras ¨¦pocas haya recordado unos antecedentes que tantos r¨¦ditos dieron pero que su actual formaci¨®n parec¨ªa denostar. Lo mismo que ha hecho el conseller Jaume Gir¨® al reanudar la participaci¨®n del titular de econom¨ªa en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal. Y aunque ambas citas las haya avalado Pere Aragon¨¨s, a m¨¢s de uno ha sorprendido que el president haya sido el ¨²nico ausente del encuentro de Salamanca, donde se repart¨ªan los fondos europeos. Paradoja potenciada por ser ¨¦l la voz del pacto y la dinamizaci¨®n de la mesa de di¨¢logo y, en cambio, dos miembros de impertinente socio, arisco y reticente a acuerdos con Espa?a, se hayan colgado la medalla.
Que esto tenga algo de representaci¨®n arriba no esconde el mar de fondo de abajo. Dos a?os de tregua para resituarse que, en el caso de Junts, puede ser para recuperar la desacreditada pr¨¢ctica pujolista. Ef¨ªmeras son las veleidades infantiles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.