Pasaporte covid y ciudadan¨ªa digital
Medidas de tal calado hay que dise?arlas, comunicarlas e implementarlas con una mirada que anticipe los posibles impactos. Por cada soluci¨®n en internet, hay que garantizar siempre una alternativa anal¨®gica
A ra¨ªz de la exigencia del certificado coronavirus estamos viviendo un examen sorpresa de ciudadan¨ªa digital. El problema visible fue el colapso del sistema ante el alud de descargas, pero la situaci¨®n deja al descubierto brechas digitales de acceso y de uso, tensiona la administraci¨®n y traslada el problema a la primera l¨ªnea de los espacios que supuestamente queremos proteger. Las lecciones que no se aprenden se arrastran, adem¨¢s de erosionar la confianza en quien nos gobierna.
La medida, necesaria para responder al aumento de casos, nos cogi¨® con el paso cambiado: el 23 de noviembre la Generalitat solicitaba el aval judicial del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a para exigir el certificado en interiores de bares, restaurantes, gimnasios y residencias geri¨¢tricas (sum¨¢ndose al ocio nocturno y encuentros multitudinarios). El aval tard¨® dos d¨ªas y entr¨® en vigor el 26 a media noche. En 14 horas colaps¨® la web, con m¨¢s de 360.000 personas en cola. Ante la incapacidad de absorber el pico de descargas se aplaz¨® la decisi¨®n ¡ªcon los consiguientes costes de credibilidad institucional¡ª hasta el viernes siguiente, v¨ªspera de un ansiado puente.
Quiz¨¢ se hubiera podido anticipar el colapso y ofrecer la web alternativa desde el inicio, pero el error de c¨¢lculo implica cierta miop¨ªa social. La misma secretaria de Salut P¨²blica Carmen Cabezas afirmaba que a finales de noviembre contaban con 9 millones de descargas. Hasta entonces, estaban principalmente motivadas por viajes profesionales o tur¨ªsticos a destinos que exig¨ªan dicho certificado. Una semana m¨¢s tarde super¨¢bamos los 12 millones de descargas, registrando medio mill¨®n en solo d¨ªa. ?Es eso significativo? Pues equiparar el cu¨¢nto al c¨®mo tiene sus riesgos.
La primera asunci¨®n err¨®nea es que descargarlo sea sin¨®nimo de tenerlo guardado y ubicado, listo para poderlo recuperar en el momento que se precise. Las habilidades digitales necesarias implican conocer el sistema de almacenaje de archivos de tu m¨®vil, que resulta mucho m¨¢s complejo que llegar a la galer¨ªa de fotos. En la era del streaming adem¨¢s la manera m¨¢s r¨¢pida suele ser a trav¨¦s del ¡°buscar¡± m¨¢s que recordando la ruta de carpetas y directorios. Esto tiene efectos en las colas y accesos de los establecimientos, que requieren que los profesionales, adem¨¢s de sus tareas habituales incorporen la de inspecci¨®n de certificados o act¨²en como mentores digitales improvisados. En negocios peque?os, con plantillas muy ajustadas y la quiebra pisando los talones, lo m¨¢s frecuente es que cuelguen un cartel en la puerta y deleguen en la autorresponsabilidad.
La segunda hip¨®tesis arriesgada es que las soluciones digitales son universales. Son c¨®modas, eficientes y ubicuas siempre y cuando cuentes con un m¨®vil, conectividad y las competencias digitales necesarias. Para m¨¢s gente de la que imaginamos est¨¢ siendo un problema enorme, que en este momento est¨¢n paliando los familiares que tienen cerca. Pero ?qu¨¦ ocurre con aquellas personas que est¨¢n en situaci¨®n de aislamiento o cuentan con entornos poco digitalizados? Pues que llueve sobre mojado y en lugar de facilitar su vida social se a?aden barreras a su autonom¨ªa.
Ya tropezamos con la piedra de la brecha digital con el sistema de citas previas para la vacunaci¨®n: en el mes de junio en Barcelona por cada 10 personas vacunadas en el distrito de Sarri¨¤ apenas hab¨ªa 4 o 5 en Ciutat Vella en la misma franja de edad. La Ag¨¨ncia de Salut P¨²blica de Barcelona hizo un gran trabajo junto a servicios sociales, asociaciones y referentes comunitarios para identificar cu¨¢les eran las barreras. El diagn¨®stico result¨® que la brecha digital era responsable de la falta del 20% de las citas, seguido de barreras ling¨¹¨ªsticas y culturales (15%) y desconfianza sobre los posibles efectos secundarios (tambi¨¦n 15%). La respuesta fue desplegar puntos de acompa?amiento y asistencia presencial para pedir citas previas, con unos resultados muy positivos. En este momento la alternativa anal¨®gica para imprimir los certificados ser¨ªan los CAPs o eventualmente las farmacias, pero la presi¨®n asistencial lo hace imposible.
Medidas de tal calado hay que dise?arlas, comunicarlas e implementarlas con una mirada amplia que anticipe los posibles impactos. Por buena que sea la medida, seguro evitar¨ªamos malestares ciudadanos, de establecimientos y de atenci¨®n primaria si no nos gui¨¢ramos por la confianza excesiva en la app o el QR de turno. Que el sistema colapse tiene razones t¨¦cnicas comprensibles, pero ni aplicaciones ni servidores funcionan en el vac¨ªo: est¨¢n envueltos por la complejidad social de las personas que los utilizan. Lo que podr¨ªamos aprender ya es que por cada soluci¨®n digital, hay que garantizar siempre una alternativa anal¨®gica, comunitaria y acompa?ada.
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