Tragedia en rojo
Impresionante duelo interpretativo de Llu¨ªs Soler y Ferran Vilajosana en ¡®Red¡¯, obra de John Logan que plasma el proceso creativo de Mark Rothko
El Teatre Akad¨¨mia se apunta un ¨¦xito con el montaje de Red, obra del dramaturgo y guionista estadounidense John Logan estrenada en Londres en el 2009 y galardonada con seis premios Tommy al a?o siguiente. El texto es una reflexi¨®n profunda sobre el impulso creador de Mark Rothko que plasma, en la intimidad de su estudio, el momento creativo del gran pintor estadounidense de origen let¨®n, su di¨¢logo permanente con su obra, sus miedos y obsesiones. En versi¨®n catalana ¨Cnotable traducci¨®n de Jaume Coll Marin¨¦¨C y ...
El Teatre Akad¨¨mia se apunta un ¨¦xito con el montaje de Red, obra del dramaturgo y guionista estadounidense John Logan estrenada en Londres en el 2009 y galardonada con seis premios Tommy al a?o siguiente. El texto es una reflexi¨®n profunda sobre el impulso creador de Mark Rothko que plasma, en la intimidad de su estudio, el momento creativo del gran pintor estadounidense de origen let¨®n, su di¨¢logo permanente con su obra, sus miedos y obsesiones. En versi¨®n catalana ¨Cnotable traducci¨®n de Jaume Coll Marin¨¦¨C y dirigida con trazos exquisitos por Guido Torlonia, Red es tambi¨¦n un duelo interpretativo de altura entre Rothko y su joven ayudante Ken, encarnados por Llu¨ªs Soler y Ferran Vilajosana con fuerza y brillantez.
¡°?Qu¨¦ ves en el cuadro?¡±, pregunta Rothko al inicio de la obra: ¡°Rojo¡±, responde su ayudante. Desde el primer momento, Logan pone el foco en la mirada trascendente de Rothko, aquel ni?o jud¨ªo que lleg¨® con diez a?os a Portland huyendo con su familia de las purgas cosacas y se convertir¨ªa, en un proceso art¨ªstico esencialmente autodidacta, en uno de los referentes de la abstracci¨®n americana. Hay mucho de tragedia personal en su b¨²squeda de un lenguaje pict¨®rico capaz de expresar a trav¨¦s de la luz y el color las grandes emociones en una experiencia cuasi m¨ªstica.
Logan acota en el tiempo su retrato de Rothko: los dos a?os, entre 1958 y 1959, en los que estuvo trabajando en los murales que le encargaron para el restaurante The Four Seasons, ubicado en el rascacielos Seagram de Nueva York. El espacio esc¨¦nico, realista y detallista, de Paula Bosch reconstruye el estudio del pintor y su atm¨®sfera de trabajo, no como refugio c¨®modo, sino como zona de combate interior en busca de sus ideales.
Vivir el momento de la creatividad de un gran artista es un regalo teatral dif¨ªcil de plasmar, y en este montaje se consigue con proyecciones videogr¨¢ficas de las obras ¨Cgran trabajo de Joan Rod¨®n¨C que muestran sus secretos entre capas de colores con una cuidad¨ªsima iluminaci¨®n a cargo de Llu¨ªs Serra, que nos descubre la negritud en el rojo (o los mil rojos posibles) del t¨ªtulo. Hay mucha m¨²sica de Mozart y Schubert y, cuando puede poner un vinilo a solas, el asistente opta por Chet Baker.
En la piel del pintor, Llu¨ªs Soler despliega un abanico de sabios recursos expresivos, tan certeros como bien medidos a la hora de transmitir con contundencia el car¨¢cter irascible del artista. Domina siempre las situaciones, nada queda al azar en su relaci¨®n con su joven ayudante, que busca algo de afecto y gu¨ªa espiritual ¨Ctambi¨¦n es pintor¨C en un maestro que cierra cualquier puerta a una relaci¨®n personal.
La confrontaci¨®n dial¨¦ctica muestra tambi¨¦n la dimensi¨®n tr¨¢gica y la tormenta interior de Rothko (la depresi¨®n lo llev¨® al suicidio en 1970), que se muestra intransigente con la banalizaci¨®n de arte, pedante y narcisista hasta lo insufrible, y cruel y desconsiderado en su trato con Ken, quien, sin embargo, logra resquebrajar su caparaz¨®n en un gran mon¨®logo final en el que Vilajosana est¨¢ espl¨¦ndido.