Rigoberta Bandini: no hay m¨¢s espect¨¢culo que ella
La cantante arras¨® en el Palau de la M¨²sica dentro del festival del Mil¡¤lenni
Minimalismo de cirio en el espect¨¢culo. Alegr¨ªa de verbena en su desarrollo. Gritos, apegos y cuerpos en permanente y espasm¨®dica agitaci¨®n. Gargantas irritadas por la exaltaci¨®n. C¨¢maras en ristre, apoteosis y nervios. Blanco como color mayoritario en la escena, el blanco roto de la ropa interior de las cuatro bailarinas. Gui?os de ojo a una moralidad que para algunos muestra el camino hacia la condenaci¨®n eterna. Y encima una mujer manejando el cotarro, deslenguada, sudorosa, usando de manera torticera la falda del uniforme de un colegio religioso que visto lo visto fracas¨® en su educaci¨®n. ...
Minimalismo de cirio en el espect¨¢culo. Alegr¨ªa de verbena en su desarrollo. Gritos, apegos y cuerpos en permanente y espasm¨®dica agitaci¨®n. Gargantas irritadas por la exaltaci¨®n. C¨¢maras en ristre, apoteosis y nervios. Blanco como color mayoritario en la escena, el blanco roto de la ropa interior de las cuatro bailarinas. Gui?os de ojo a una moralidad que para algunos muestra el camino hacia la condenaci¨®n eterna. Y encima una mujer manejando el cotarro, deslenguada, sudorosa, usando de manera torticera la falda del uniforme de un colegio religioso que visto lo visto fracas¨® en su educaci¨®n. En las primeras filas hombres y mujeres, haciendo suyo el mensaje de la cantante, melena suelta, visiblemente superada por algo que por otra parte pod¨ªa imaginar. S¨ª, era el Palau de la M¨²sica y ella Rigoberta Bandini, un fen¨®meno ya en expansi¨®n antes de que la postmodernidad hiciese bandera del festival de Eurovisi¨®n por medio de Benidorm. Apenas hora y cuarto de actuaci¨®n, ¡°no tenemos m¨¢s canciones, es lo que hay¡± dijo Rigoberta, y todo el mundo a casa sonando por megafon¨ªa Franco Batiatto y su ¡°Yo quiero verte danzar¡±. S¨ª, Rigoberta vio danzando al Palau.
Hay veces en las que el peso de un espect¨¢culo no estriba en su estructuraci¨®n y desarrollo, sino en la dimensi¨®n de quien lo protagoniza. Rigoberta Bandini ha probado su punter¨ªa pocas veces, pero ha dado en la diana con unas cuantas canciones que ponen a la mujer en el centro. Este hecho se acompasa con el presente, ya que en las ¨²ltimas cosechas musicales, mujeres como Maria Arnal, las Tarta Relena, Phoebe Bridges, Hurray For The Riff Raff, Tirzah, Arooj Aftab, Casandra Jenkins y muchas m¨¢s est¨¢n enriqueciendo la dieta proteica, carne y m¨¢s carne y quiz¨¢s algo de tofu, de buena parte de los varones. Las mujeres tienen voz y la usan para decir que son mujeres que no necesitan chuletones. Ni protecci¨®n ni condescendencia. Bien es cierto que Rigoberta tiene un mensaje m¨¢s transversal que las legumbres, y que por ejemplo a diferencia de una Nathy Peluso que en el mismo lugar y festival, Mil¡¤lenni, apabull¨® a los hombres silenci¨¢ndolos para empoderar al grito femenino en exclusiva, Rigoberta llega a ambos. Pronto es para saber si ello se debe a que usa cuchillos embotados o que resulta tan sutil que hasta el ¡°condenado¡± celebra su castigo. Adem¨¢s, frases como la ya merecidamente celeb¨¦rrima ¡°A ti que tienes siempre caldo en la nevera¡± del ¡°Ay mam¨¢¡± es un acierto neto que para s¨ª desear¨ªa cualquier agencia de publicidad. Una frase que explica un mundo a trav¨¦s de una mirada de nueve palabras. Y con orgullo.
As¨ª las cosas, en cierto sentido lo de menos era el mismo concierto en cuanto a ejecuci¨®n, sonido o arreglos pues el espect¨¢culo palpitaba ya dentro de cada asistente incluso antes de su comienzo. Era una celebraci¨®n en la que lo importante era bailar, participar de la fiesta, desinhibirse y celebrar la propia existencia bajo un sol que s¨®lo ilumina a los de siempre, hombres adustos sin humor. De ah¨ª que Rigoberta est¨¦ hoy por hoy muy por encima de sus propios conciertos, de esas miradas postmodernas a personajes como Julio Iglesias o Marisol, o a villancicos como ¡°El peque?o tamborilero¡±, m¨¢s deformado que el rostro de Mickey Rourke o de bromas como incluir a la parodia de una celebridad como la que apareci¨® en traje pantal¨®n rojo bajo el nombre de Tadashana. Ese es el m¨¦rito de Rigoberta, haber construido un mensaje tan poderoso y oportuno que tiene tiempo para ajustar las piezas de un espect¨¢culo que a¨²n no est¨¢ a su altura y que se sostiene por el entusiasmo de un p¨²blico que la adora tanto como la Conferencia Episcopal debe despreciar a canciones como ¡°Que Cristo baje¡±.