CosmoCaixa invita a fijarnos en el sol: tranquilos, quedan cinco mil millones de a?os
Una gran exposici¨®n en el centro barcelon¨¦s, con un centenar de objetos, desvela misterios de nuestra estrella y arranca una colaboraci¨®n con el Science Museum de Londres
¡°?Un mensaje que sintetice la exposici¨®n?: volved a mirar el sol (no directamente, claro)¡±. As¨ª ha respondido el f¨ªsico de part¨ªculas y comisario de la nueva exposici¨®n de CosmoCaixa El sol, viviendo con nuestra estrella, el brit¨¢nico Harry Cliff, al pedirle una explicaci¨®n sumaria del objetivo de la muestra. No hay prisa, aunque la exhibici¨®n que se ha inaugurado la tarde del martes podr¨¢ visitarse hasta el 16 de octubre, el sol va a estar ah¨ª para que lo observemos otros cinco mil millones de a?os, lo que le queda de vida de una brillante existencia que se encuentra exactamente, a?o a...
¡°?Un mensaje que sintetice la exposici¨®n?: volved a mirar el sol (no directamente, claro)¡±. As¨ª ha respondido el f¨ªsico de part¨ªculas y comisario de la nueva exposici¨®n de CosmoCaixa El sol, viviendo con nuestra estrella, el brit¨¢nico Harry Cliff, al pedirle una explicaci¨®n sumaria del objetivo de la muestra. No hay prisa, aunque la exhibici¨®n que se ha inaugurado la tarde del martes podr¨¢ visitarse hasta el 16 de octubre, el sol va a estar ah¨ª para que lo observemos otros cinco mil millones de a?os, lo que le queda de vida de una brillante existencia que se encuentra exactamente, a?o arriba a?o abajo, a la mitad. Cuando el sol se acerque a su final y se convierta en una estrella gigante roja, sus capas externas se expandir¨¢n m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Venus y tendremos un d¨ªa definitivamente caluroso en la Tierra.
La exposici¨®n, con un centenar de objetos tan variados como una tablilla babil¨®nica que menciona las manchas solares, una m¨¢scara precolombina en forma de sol y uno de los paneles solares que el presidente Jimmy Carter hizo colocar en el tejado de la Casa Blanca en 1979 durante la crisis energ¨¦tica al grito de ¡°nadie nos puede embargar el sol¡± (Reagan los hizo quitar), pretende hacer consciente a la gente de esa maravilla y explicar sus misterios. Una maravilla, el sol, casi inconcebible en sus tit¨¢nicas dimensiones (su masa, dos mil millones de millones de millones de toneladas, es el 99,9 % de la masa total de nuestro sistema solar, incluyendo todos los planetas, sus lunas, anillos, asteroides y cometas), su poder y su jupiterina violencia que nos da la luz (el sol es el ¨²nico cuerpo del sistema solar con luz propia, todos los dem¨¢s no hacen sino reflejar su gloria), el calor (el sol est¨¢ a 5.500 ? en su superficie y a 40 millones de grados en su interior y en la corona), y la vida.
Producida originalmente por el Science Museum de Londres y coorganizada con la Fundaci¨®n La Caixa -que arranca as¨ª una colaboraci¨®n con el museo brit¨¢nico y que ha a?adido material propio-, la muestra se ve por primera vez fuera del Reino Unido. Se divide en cuatro ¨¢mbitos que ofrecen una panor¨¢mica general de nuestra relaci¨®n con el sol. El primero explica c¨®mo nuestra estrella ha servido para definir y medir el tiempo, y exhibe diferentes relojes de sol, entre ellos uno muy sencillo, portable, de pastor, as¨ª como una iluminadora maqueta de c¨®mo se perciben en Stonehenge los solsticios. El segundo apartado es sobre El sol y la salud y recuerda que el astro ha sido visto como fuente de bienestar y, gracias a la capacidad bactericida de su luz, capaz de sanar enfermedades como la tuberculosis y el raquitismo. Pero tambi¨¦n se se?ala que a partir de los a?os 60 del siglo XX se han descubierto los peligros de la sobreexposici¨®n a la radiaci¨®n solar y la necesidad de protegerse. Entre los elementos que se muestran figuran cosas tan curiosas como un viejo carro sanatorio para poner al sol a ni?os tuberculosos y una camilla-unidad de refrigeraci¨®n para restablecer a peregrinos de la Meca aquejados de insolaci¨®n. Tambi¨¦n carteles de vacaciones y un dispositivo interactivo con el que te puedes probar virtualmente distintos tipos de gafas de sol, incluidas unas esquimales de madera y otras de piloto de caza de la RAF de 1941.
La tercera secci¨®n aborda La energ¨ªa del sol, explicando las variadas formas de aprovechar la luz y el calor de nuestra estrella, desde espejos hasta las c¨¦lulas solares de silicio o los nuevos materiales fotovoltaicos como la pervoskita. Se destaca el viejo sue?o de recrear el poder del sol -la fusi¨®n nuclear, del hidr¨®geno en helio: el sol es un reactor termonuclear en un confinamiento gravitatorio- que solucionar¨ªa definitivamente los problemas energ¨¦ticos con una fuente pr¨¢cticamente inagotable de energ¨ªa limpia. En ese aspecto se expone un prototipo de uno de los primeros reactores de fusi¨®n, el ZETA (Zero Energy Thermonuclear Assembly) de 1958, que no funcion¨®.
El ¨²ltimo apartado est¨¢ consagrado a la observaci¨®n y comprensi¨®n del sol, un proceso que comienza cient¨ªficamente con la invenci¨®n del telescopio, aunque hay precedentes como la citada tablilla mesopot¨¢mica. Al respecto, el comisario Cliff, que une a su categor¨ªa cient¨ªfica una envidiable capacidad para la an¨¦cdota, sobre todo en este exigente contexto, ha explicado que cuando hab¨ªa un eclipse de sol los babilonios invert¨ªan la jerarqu¨ªa y el rey pasaba a ser un trabajador y a uno de estos lo vest¨ªan de rey. Seguidamente, sacrificaban al pobre impostor en la consideraci¨®n de que as¨ª se libraban de toda la energ¨ªa negativa que hab¨ªa acumulado durante la ocultaci¨®n del sol. Galileo ya vio las manchas solares (oscuras porque est¨¢n m¨¢s fr¨ªas, s¨®lo a 3.800 grados) que provocaron un intenso debate interpretativo. El jesuita y astr¨®nomo suabo Christoph Scheiner se enfrent¨® a Galileo considerando que las manchas deb¨ªan ser sombras de cuerpos sobre la superficie del sol pues el astro rey no pod¨ªa tener m¨¢cula alguna. M¨¢s adelante se le descubrieron tambi¨¦n prominencias al sol cuya superficie es todo menos lisa y agradable.
En el recorrido se pueden admirar dibujos y pioneras fotos solares de una hipnotizante belleza, y, entre otros ingenios, el fotoheli¨®grafo de Kew, de 1857, el primer aparato para fotografiar el sol. Se explican las tormentas solares y hay un espacio dedicado a la de septiembre de 1859 cuyo inicio en una gigantesca explosi¨®n, la primera fulguraci¨®n solar observada, detect¨® asombrado el astr¨®nomo ingl¨¦s Richard Carrington. El fen¨®meno, bautizado evento Carrington, provoc¨® la m¨¢s intensa tormenta magn¨¦tica que se recuerda en los registros terrestres. Se vieron auroras boreales hasta en el tr¨®pico, se pod¨ªa leer de noche con la luz del cielo y el barco Southern Cross naveg¨® en un mar de luminosidad tan rara que crey¨® hacerlo en el infierno. Una tormenta as¨ª ser¨ªa hoy catastr¨®fica: nos quedar¨ªamos sin electricidad y dejar¨ªan de funcionar los sat¨¦lites (en 1857 qued¨® inutilizado el tel¨¦grafo). Una vitrina muy elocuente contiene una serie de objetos y el visitante ha de seleccionar cu¨¢les elegir¨ªa para sobrevivir a una tormenta solar. La respuesta es que hay que descartar el gorro de papel de plata, y quedarse con las conservas, el mapa, la linterna. El camping gas est¨¢ bien y de un libro que sorprendentemente figura en el conjunto -15 millions of degrees, a journey to the center of the sun, de Lucie Green-, se dice que ¡°un buen libro puede ser de utilidad¡±.
Un apartado explica las distintas misiones espaciales al sol, a 149 millones de kil¨®metros de la Tierraentre ellas las ¨²ltimas, las de las sondas Solar Orbiter y Parker Solar Probe, la que m¨¢s se ha acercado y que en diciembre pasado entr¨® en la atm¨®sfera solar (la corona), ¡°tocando¡± por primera vez en la historia el sol. Las naves llevan escudos hechos, entre otros materiales, de hueso animal pulverizado.
La exposici¨®n ofrece en un ¨²ltimo ¨¢mbito espectacular la posibilidad de observar de cerca tambi¨¦n el sol. Un audiovisual con im¨¢genes en tiempo real del astro en diferentes longitudes de onda de luz y en resoluci¨®n muy alta permiten presenciar el sol en todo su fascinante esplendor desde un privilegiado mirador a 36.000 kil¨®metros por encima de la Tierra (la posici¨®n de la nave solar Dynamics Solar Observatory, DSO, de la NASA. Y admirar boquiabierto una eyecci¨®n de masa coronal, campos magn¨¦ticos retorci¨¦ndose, o los tr¨¢nsitos de Venus y Mercurio. Esas cosas que se dir¨ªa que s¨®lo puede ver un replicante Nexus. Sentado a oscuras frente a la enorme proyecci¨®n, en modo estupefacto y sobrecogido como el protagonista de Solaris o los personajes de Melancol¨ªa, uno se siente insignificante, vulnerable, asombrado, extra?amente excitado, y agradecido. ¡°Y el mundo ba?as en tu lumbre pura,/ v¨ªvido lanzas de tu frente el d¨ªa,/ y, alma y vida del mundo,/ tu disco en paz majestuoso env¨ªa¡±.