Dua Lipa: exultante vivacidad ante un Primavera Sound rendido a sus pies
La londinense impuso su colorido en una jornada en la que tambi¨¦n brill¨® Metronomy y en la que Playboi Carty se perdi¨® en la playa
Lo que ten¨ªa que pasar pas¨®, por una vez las quinielas no fallaron y de nuevo en Barcelona Dua Lipa se reivindic¨® como reina musical de la temporada en la ciudad y por extensi¨®n candidata firme al trono del pop. No fue pese a todo un concierto como el del Sant Jordi hace unos d¨ªas, ya que en un recinto cerrado el sonido es m¨¢s envolvente y la misma disposici¨®n y ¨¢nimo del p¨²blico facilita la integraci¨®n del mismo en el espect¨¢culo. Al aire libre, en una explanada en la que coinciden interesados, curiosos y quienes van a probar y se aburren a la quinta canci¨®n, el p¨²blico, a menos de estar apre...
Lo que ten¨ªa que pasar pas¨®, por una vez las quinielas no fallaron y de nuevo en Barcelona Dua Lipa se reivindic¨® como reina musical de la temporada en la ciudad y por extensi¨®n candidata firme al trono del pop. No fue pese a todo un concierto como el del Sant Jordi hace unos d¨ªas, ya que en un recinto cerrado el sonido es m¨¢s envolvente y la misma disposici¨®n y ¨¢nimo del p¨²blico facilita la integraci¨®n del mismo en el espect¨¢culo. Al aire libre, en una explanada en la que coinciden interesados, curiosos y quienes van a probar y se aburren a la quinta canci¨®n, el p¨²blico, a menos de estar apretujado en el centro de la masa, incalculable el jueves en la Plataforma Marina, ha de hacer un esfuerzo para no perder el hilo. A pesar de los pesares, la londinense demostr¨® nuevamente su carisma, arrojo, personalidad y dinamismo y la masa se rindi¨®. Ventaja de un festival: ver claudicar al un¨ªsono a decenas de miles de personas es en s¨ª mismo un espect¨¢culo.
El montaje, sometido a las necesidades de un festival, registr¨® algunos cambios en relaci¨®n al Sant Jordi, y no hubo escenario volador, aunque a grandes rasgos lo dem¨¢s funcion¨® igual. Hubo un repertorio casi calcado, con s¨®lo un cambio de orden entre Future Nostalgia y Levitating y en Fever Ang¨¨le acompa?¨® a Dua Lipa en persona, no desde la pantalla de v¨ªdeo como en el Sant Jordi. Eso s¨ª, la estrella se mostr¨® igual de segura y dominadora, hasta el punto de que en Future Nostalgia no abandon¨® su minivestido azul a?il, sino que cambi¨® el calzado deportivo que llevaba por unos botines de tac¨®n a juego. Es sabido que Dua Lipa, que no es una consumada bailarina, se ha ca¨ªdo en varios conciertos, pero en una prueba de determinaci¨®n no le impide seguir arriesgando.
Con la Plataforma Mar¨ªtima titilando a trav¨¦s de miles de m¨®viles se compuso una de las estampas de la noche, sonaba Cold Hearth, cuya coreograf¨ªa se remat¨® con la bandera multicolor del orgullo gay mientras la multitud se sumaba rugiendo a la celebraci¨®n. Porque eso fue su concierto, una nueva celebraci¨®n pop, con ella siluete¨¢ndose con las manos, coqueta y juguetona, el contorno de su figura, espect¨¢culo colorista como los balones que saltaron del escenario para botar sobre las cabezas de la multitud o esos confetis que la espolvorearon cuando se apagaron los ecos de Don¡¯t Start Now, la ¨²ltima pieza. Por cierto, otra ventaja de un festival como el Primavera, se pueden seguir las letras de las canciones cantadas por el p¨²blico en un correct¨ªsimo ingl¨¦s.
El Primavera ofrec¨ªa a la misma hora del concierto de Dua Lipa la oportunidad de presenciar la actuaci¨®n del trapero Playboy Carti, un masticador de palabras y ritmos saturados cercanos a la agresi¨®n que representa la otra cara del momento musical: oscuridad, opi¨¢ceos, palabras improvisadas pulverizadas por una dicci¨®n inane sin sentido m¨¢s all¨¢ de su propia deconstrucci¨®n y un constructo que remite a desesperanza pese a que el lujo y las marcas caras adornen la figura del artista de Georgia. A la media hora del inicio de su concierto a¨²n no estaba en escena, y su t¨¦cnico de sonido esperaba nada alarmado la aparici¨®n de su estrella. Lo hizo m¨¢s tarde porque, seg¨²n informaci¨®n oficial, se perdi¨® en la playa. Se ignora si yendo del camerino al escenario, como si fuese la celebrada escena del falso documental Spinal Tap. Cosas que pasan en el mundo del hip-hop, famoso entre los promotores junto con el del flamenco por tener reglas internas ajenas al resto de la humanidad y por ello necesitar de tacto exquisito y precauci¨®n de alpinista para su gesti¨®n.
Quienes no se perdieron fueron Metronomy, la banda inglesa de pop que reforz¨® el colorido de la jornada. Su m¨²sica descansa en la tradici¨®n del g¨¦nero, conseguir un estribillo adictivo inolvidable, reforzar las costuras deshilachadas del optimismo y hacer que el p¨²blico manifieste f¨ªsicamente su alegr¨ªa orillando la introspecci¨®n. Para ello cuentan con el apoyo de dos teclados que contestan a las frases cantadas con unas armon¨ªas y dibujos de primero de solfeo que por eso mismo penetran sin que filtro alguno las depure. Hay momentos, incluso, en que escuchar a Metronomy puede descomponer la imagen de seriedad que los m¨¢s circunspectos no abandonan ni en un festival, e instalar en su lugar una alegr¨ªa pel¨ªn abobada y na?f que corriendo los tiempos que corren es muy de agradecer. Adem¨¢s del final del concierto, la concatenaci¨®n en su primera mitad de It¡¯s Good To Be Back, Everything Goes My Way y Things Will Be Fine daba para volar sin dejar de pisotear la reseca hierba aplastada por d¨ªas de alegr¨ªa.
Y no fue alegre el concierto de Interpol, cuyo pase en uno de los escenarios principales antes que Gorillaz y su nuevamente triunfante fiesta multiculti y de Dua Lipa, quiso quiz¨¢s reforzar el car¨¢cter sombr¨ªo de su propuesta. Vestidos todos de negro, con las pantallas en blanco y negro, como Nick Cave, y un gesto m¨¢s bien adusto e impert¨¦rrito, justo al contrario que Nick Cave, su concierto fue m¨¢s aburrido que un funeral. Si nacieron con el revival post-punk, una veintena de a?os m¨¢s tarde ya no se sabe si son el revival del revival o simplemente un grupo cuya pertinencia parece difuminarse. Ejecutores solventes de su propuesta, con un Julian Banks que en perfecto castellano fruto de su educaci¨®n fue presentando las piezas y agradeciendo el apoyo del p¨²blico, su concierto s¨®lo satisfizo a los previamente entregados. En los contornos de la masa, lugar donde comprobar si los conciertos prenden, el p¨²blico estaba a sus conversaciones, buscando bebidas, hablando por tel¨¦fono o mirando al mejor espect¨¢culo del momento: el anochecer sobre el F¨®rum con ese intercambio de protagonismo entre las luces menguantes del cielo y las crecientes del escenario. Hablando de luces, acabada la jornada, la luz blanca de los autobuses que conduc¨ªan al centro funcionaban como las de una discoteca que enciende las suyas al final de la sesi¨®n: las caras muestran los estragos de otra jornada festivalera. Y van¡
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