Wilco: praderas en la orilla del mar
El grupo caligrafi¨® un pl¨¢cido concierto en un estival Poble Espanyol
Concierto adulto para adultos. Espacio confortable, con esa afluencia de p¨²blico que permite moverse, escoger varios buenos lugares y deambular sin pisar botas camperas, que las hab¨ªa en un intento de m¨ªmesis con el sonido country-folk del ¨²ltimo disco de Wilco. Tambi¨¦n sombreros y gorras de camioneros yanquis, aunque sin mayores alharacas, no est¨¢ la edad para parecer de Nashville siendo, pongamos por caso, de Matar¨®. Pero s¨ª est¨¢ la edad, y no es que el p¨²blico fuese de la novena de Mahler, para regalarse con la calma bals¨¢mica que marc¨® buena parte del concierto, un concierto largo de dos horas que pas¨® sin atragantarse y con puntuales subidas de intensidad, peque?as tormentas el¨¦ctricas para sentirse tonificado. Eso es Wilco en 2022, caricia y latigazo, rock el¨¦ctrico y country de vasta planicie, pop con ra¨ªz y una voz que tiene aire de queja sin apesadumbrar.
Incluso Jeff Tweddy, el l¨ªder bajito, redondeado y achatado por su propio sombrero, tiene algo de alegre, un aire de Raimundo Amador, s¨®lo en lo f¨ªsico, quiz¨¢s en lo gestual, o quiz¨¢s en la forma del rostro, que mueve a la empat¨ªa. El primero es la alegr¨ªa de la huerta, el segundo el solaz bajo el porche. Banales similitudes al margen, Wilco, que hab¨ªan retrasado su gira por la pandemia, sufrieron la baja de Nels Cline, un guitarrista muy fino que ayuda tanto en la delimitaci¨®n puntillista de los momentos m¨¢s aplacados como en la explosi¨®n ambiental de las tormentas m¨¢s apabullantes de electricidad. Dijo Tweddy que el show debe continuar, y como en las previas paradas de la cita en Espa?a lo hizo sin Nels. No fue el mismo concierto, pero tampoco dio para pedir la devoluci¨®n de las entradas, porque el grupo cumpli¨®. Hubo m¨¢s acento de teclados y con ello y quiz¨¢s un ajuste de repertorio, que adem¨¢s vari¨® algo sobre la marcha, Wilco salieron airosos.
En ese repertorio, una habilidosa aunque no complicada mezcla de momentos. De inicio una autoafirmaci¨®n en el presente, con I Am My Mother abriendo noche y dos piezas m¨¢s del nuevo disco entre las seis primeras, las otras cuatro se repartir¨ªan por el resto del repertorio. En tercera posici¨®n un primer ¨¦xito y primeros brazos hendiendo el aire con I Am Triying To Break Your Earth, para desembocar m¨¢s tarde en el pop con Hummingbird, con Jeff sin guitarra, s¨®lo voz frente al micro. Luego saltos moderados con War on War y hormigueo en blanco y negro en la pista, hormigueo de cabezas en movimiento con la cambiante At Least That¡¯s What You Said, ralentizado con Tired Of Taking In Out Of You, otra pieza del ¨²ltimo trabajo. Brisas de pradera en la humedad de la noche mediterr¨¢nea. Jeff saludando con el sombrero, el p¨²blico salud¨¢ndole con sus aplausos y esa sensaci¨®n com¨²n de m¨²sica en verano, al atardecer y al aire libre. S¨ª, los contextos cuentan. Y un poco de rock para asilvestrarse razonablemente con Box Full Of Lethers.
Entre 27 piezas hubo momentos para todos los esp¨ªritus. Ablandarse fue inevitable con Jesus, etc o You And I, y recuperar la tersura inevitable con el tramo final gracias a Heavy Metal Drummer, de uno de los discos m¨¢s representados en el repertorio, Yankee Hotel Foxtrot y, ya en los bises, con Monday o la final Outtasite (Outta Mind). S¨ª, con Cline podr¨ªa haber sido mejor, tanto el acople como el punteo, pero estamos en tiempos de pandemia. Nadie se puso puntilloso, al menos de forma notable, y la noche concluy¨® entre la general satisfacci¨®n. Hay veces en que ser feliz requiere un poquito de voluntad.
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