Plensa contra Mir¨®
El escultor ha consumado un ejercicio de vampirismo lamentable y ha aceptado un encargo pensado para echar a los pobres de la entrada del Liceu
Se han inaugurado las puertas de Jaume Plensa para el Gran Teatre del Liceu y ya no hay nada que hacer. Aparte de las cr¨ªticas habituales que ya hace tiempo que merece nuestro escultor m¨¢s internacional -especialmente justificadas en esta ocasi¨®n-, lo que sabe peor es la proximidad de la nueva verja con el querido Pavimento de Joan Mir¨® en la Rambla junto con que Plensa haya bautizado la obra con el nombre de ¡°Constelaciones¡±, al igual que la c¨¦lebre serie de pinturas de Mir¨®, consumando un ejercicio de vampirismo lamentable.
Primero lo obvio: la obra de Plensa es la en¨¦sima repetici¨®n de su tropo de las cabezas y cuerpos hechos con una malla de alfabetos indeterminados, que ya cansa. La idea de juntar letras y signos de todos y ning¨²n vocabulario es un refrito del peor cosmopolitismo que ya hace a?os que todo el mundo sabe que no tiene nada de revolucionario ni de interesante si no se inspira en la herida de una localidad concreta. La ciudadan¨ªa del mundo de Plensa no es universal, sino neoliberal.
Adem¨¢s, recuerda hasta qu¨¦ punto la plaga del artwashing se est¨¢ extendiendo por la capital catalana. Este verano, el Mirador de la Torre Gl¨°ries abr¨ªa sus puertas con una ¡°experiencia¡± que culmina con Cloud Cities Barcelona, una escultura de Tomas Saraceno acompa?ada de un texto contra la gentrificaci¨®n... que solo podremos leer si pagamos la entrada -de un m¨ªnimo de 15 euros- a la mayor inmobiliaria de Espa?a, propietaria e impulsora del conjunto. Es exactamente el mismo cinismo con el que Plensa acepta un encargo abiertamente pensado para echar a los pobres de la entrada del Liceu, y en la rueda de prensa dice: ¡°Odio la palabra puerta, todo lo que cierra me pone nervioso¡±.
Pero lo que realmente doler¨ªa ser¨ªa si una sola migaja del aura mironiana se ve contaminada por el intento de Plensa de injertarse. Hechas entre 1939 y 1941, las pinturas de la serie ¡°Constelaciones¡± encarnan el deseo de huir de la tragedia que acechaba a Europa con la magia del arte. Basta con comparar las obras para ver que nos encontramos ante dos visiones de la evasi¨®n ant¨®nimas. Mientras Plensa nos presenta im¨¢genes planas y as¨¦pticas que embellecen la resignaci¨®n estoica y son una oda al silencio antipol¨ªtico, las obras de Mir¨® siempre contienen una narrativa de conflicto y aspiraci¨®n, personajes terrestres que se afanan por tocar el cielo sin camuflar las angustias y las frustraciones de su realidad.
Quiz¨¢s donde todo se vea m¨¢s claro es en la relaci¨®n entre catalanidad y universalidad. Si Plensa siempre ha borrado el pa¨ªs de sus obras y declaraciones para no incomodar a ning¨²n cliente poderoso, Mir¨® no solo pintaba y hablaba expl¨ªcitamente del hecho catal¨¢n, sino que infundi¨® su lenguaje visual con el drama de la historia tr¨¢gica de Catalu?a, que en su obra se convierte en universal. Hablando de La escalera de la evasi¨®n, una de sus constelaciones m¨¢s c¨¦lebres, el artista dijo: ¡°Nosotros, los catalanes, pensamos que deben tenerse los pies solidariamente puestos en el suelo si se quiere volar por el aire¡±. Y as¨ª el mosaico de la Rambla de Mir¨® puede pisarlo todo el mundo, mientras las puertas-reja de Plensa enjaulan un espacio p¨²blico.
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