SOS del Gobierno catal¨¢n ante la falta de familias para acoger menores tutelados
Unos 3.000 ni?os viven en centros, esperando un hogar temporal o una adopci¨®n
La vida de Luca y Fran dio un vuelco hace nueve a?os. La rutina de pareja se convirti¨® en trasiego como padres cuando Carla (nombre ficticio), de entonces 14 meses, entr¨® por la puerta. Luca y Fran son una de las 902 familias de acogida que hay en Catalu?a. Descubrieron la existencia del programa de acogida a trav¨¦s de la asociaci¨®n LGTBI de la que son miembros. ¡°Una las posibilidades que estaban a nuestro alcance para formar una familia era esta. Y fue una de las mejores decisiones que hemos toma...
La vida de Luca y Fran dio un vuelco hace nueve a?os. La rutina de pareja se convirti¨® en trasiego como padres cuando Carla (nombre ficticio), de entonces 14 meses, entr¨® por la puerta. Luca y Fran son una de las 902 familias de acogida que hay en Catalu?a. Descubrieron la existencia del programa de acogida a trav¨¦s de la asociaci¨®n LGTBI de la que son miembros. ¡°Una las posibilidades que estaban a nuestro alcance para formar una familia era esta. Y fue una de las mejores decisiones que hemos tomado. Animamos a personas de nuestro entorno a hacerlo. Ya hemos conseguido diez familias¡±, afirma orgulloso Luca.
Pero no son suficientes. El Departamento de Derechos Sociales ha lanzado una alerta para encontrar m¨¢s familias de acogida y engrosar esa cifra de 900, ¡°que hace 10 a?os que est¨¢ congelada¡±, admite N¨²ria Valls, secretaria de Infancia. ¡°Necesitamos m¨¢s familias porque los ni?os estar¨ªan mejor en familias que en centros¡±, a?ade. La consejer¨ªa prefiere no cuantificar la magnitud de la necesidad, pero las cifras hablan por s¨ª mismas: hay unos 3.000 menores tutelados por la Generalitat viviendo en diferentes tipos de centros, a los que se suman unos 500 adolescentes de entre 16 y 17 a?os viviendo en pisos. A un paso de la mayor¨ªa de edad, son un perfil dif¨ªcil de encajar en hogares, por voluntad propia o por falta de inter¨¦s. ¡°Las familias solo quieren ni?os peque?os. A los mayores se les estigmatiza y acusa de delincuentes. Pero, en realidad, todos son v¨ªctimas¡±, reivindica Valls.
Un menor pasa a la tutela de la Generalitat cuando se detecta ¡ªv¨ªa polic¨ªa, hospitales, escuela, justicia¡¡ª una situaci¨®n de riesgo, o cuando los propios padres renuncian a la criatura. En concreto, seg¨²n Derechos Sociales, en el 42% de los casos se ha producido una negligencia, en el 12% hay un maltrato f¨ªsico o psicol¨®gico, en el 10% renuncian, mientras que en un 0,5% se producen abusos. Pero el grueso ¡ª45%¡ª son los casos de menores migrantes no acompa?ados.
A finales de 2022 hab¨ªa 8.678 menores tutelados por el Govern. La mayor¨ªa de ellos (un 58%) acaba en un centro o en un piso, dependiendo de la edad. Lo m¨¢s habitual es residir en un centro residencial de acci¨®n educativa (CRAE), donde viven de media una quincena de menores de diferentes edades y es donde permanecen mientras aparece una familia o ya llegan a una edad ¡ªlos 16 a?os¡ª y un grado de autonom¨ªa para ir a un piso tutelado.
En cuando al 42% restante ¡ª3.629¡ª, s¨ª est¨¢n acogidos por familias. En dos de cada tres casos se logra que familiares ¡ªabuelos o t¨ªos, por ejemplo¡ª se hagan cargo de ellos, mientras que las familias de acogida representan una realidad todav¨ªa reducida: 902.
Hay cuatro tipos de modalidades de acogida: la de urgencia (acoge a beb¨¦s durante un tiempo corto), la simple (se prev¨¦ que el menor vuelva con los padres), la permanente (cuando el retorno con los progenitores se prev¨¦ dif¨ªcil) y las colaboradoras (acogida solo durante los fines de semana o vacaciones). Adicionalmente, el departamento que pilota Carles Campuzano acaba de poner en marcha una prueba piloto para crear un tipo de acogida especializado en salud mental, para que menores con problemas en ese aspecto o de conducta puedan residir con parejas en que alguno de los miembros tenga formaci¨®n especializada en psicolog¨ªa, psicopedagog¨ªa o educaci¨®n social.
El Departamento pone el foco en buscar familias de emergencia ¡ªactualmente solo hay 98, pero en 2022 la Generalitat asumi¨® la tutela de casi 200 beb¨¦s menores de un a?o¡ª y tambi¨¦n las colaboradoras (unas 130). ¡°Empezar siendo una familia colaboradora es una buena forma de conocer el sistema paulatinamente, y despu¨¦s posiblemente se animar¨¢n a otras formas de acogimiento¡±, apunta Valls.
El sistema de protecci¨®n, en cifras
Menores atendidos. El año pasado se cerró con 17.982 menores atendidos; de estos son 8.678 tutelados.
Menores tutelados. El 42% vive acogidos en familia, mientras que el 58% lo hace en centros y pisos.
Familias. Hay 902 familias de acogida; de estas 98 son de urgencia, 330 simple, 300 permanente y 129 colaboradoras, entre otras modalidades.
Centros. El sistema cuenta con 322 centros y casi 3.700 plazas.
El perfil habitual de la acogida es una ¡°familia de nivel econ¨®mico medio-alto, con hijos y que quieren ayudar a otros ni?os. Con estabilidad econ¨®mica y emocional y con proyecto de vida¡±, detalla Valls. Las que se postulan como candidatas, primero tienen que pasar un proceso de varias reuniones informativas, entrevistas y evaluaciones, un proceso que se puede alargar unos ocho meses.
¡°En las reuniones se les explica la realidad de los ni?os, la casu¨ªstica de las familias que no los pueden cuidar, los requisitos que se piden para la acogida y el tipo de acogida que hay¡±, detalla N¨²ria Verge, responsable el programa de acogida de la Cruz Roja.
Salvador y Quima son una pareja que asisti¨® a este encuentro en la ONG el pasado 23 de febrero en Barcelona. ¡°Hace tiempo que le d¨¢bamos vuelta a la idea, vimos un anuncio y pensamos que ahora es el momento¡±, explica Quima, que ya tiene una hija mayor de edad. La pareja se muestra abierta a todo tipo de acogida. ¡°Queremos dar un servicio a la sociedad, nos adaptamos a lo que necesite el ni?o¡±, a?ade Salvador.
Las familias de acogida reciben una ayuda de 400 euros mensuales de base, pero seg¨²n la necesidad se a?aden complementos.
Uno de los elementos en que se incide en esas charlas es c¨®mo abordar la emancipaci¨®n o la separaci¨®n. Todos ellos son conscientes de que, tarde o temprano, su hijo de acogida se marchar¨¢. ¡°Tu trabajo es proteger a los ni?os durante el tiempo necesario, sabemos que no es una situaci¨®n permanente. Pero tambi¨¦n llega un momento en la vida en que los hijos se hacen mayores y se van de casa¡±, asevera Luca. Sin saber cu¨¢ndo llegar¨¢ ese momento, habla de Carla como ¡°mi hija¡±. ¡°Mucha gente le da importancia al tema biol¨®gico, al ADN y a los apellidos, pero esto no te hace padre. Lo que te hace padre es el amor y compartir una vida. ?Qui¨¦n se levanta por la noche si est¨¢ enferma? ?Qui¨¦n la acompa?a a las actividades o resuelve sus dudas sobre la vida?¡±, plantea el padre.
620 adolescentes en pisos
A la espera de ser acogidos en una familia, los menores permanecen en centros (muy restringidos a la prensa) o en pisos tutelados, principalmente ocupados por menores migrantes no acompa?ados. Y es que este colectivo supone casi la mitad de expedientes de tutela que actualmente tiene abiertos la Generalitat: 2.392 en 2022, b¨¢sicamente adolescentes de 17 a?os provenientes de Marruecos o de pa¨ªses subsaharianos. La mayor¨ªa son altamente aut¨®nomos, as¨ª que son trasladados a pisos ¡ªhay unos 170¡ª donde conviven con varios j¨®venes y los asiste un educador.
Aimad , de Marruecos, y Ebrima, de Gambia, ambos de 17 a?os, viven en un piso en el Vall¨¨s Occidental con dos j¨®venes de Senegal y la India. Aqu¨ª combinan los cursos de lenguas con los de formaci¨®n ocupacional. Sentados a una mesa donde esperan el t¨¦ preparado por ellos mismos, Aimad explica que estudia por las ma?anas y por la tarde le gusta jugar al f¨²tbol. Dice que le gustar¨ªa trabajar como instalador de aparatos de climatizaci¨®n. Ebrima prefiere la carpinter¨ªa y est¨¢ en un taller de rehabilitaci¨®n de edificios.
M¨ªriam Carrasco, directora del servicio de pisos tutelados de la Fundaci¨®n Pere Tarr¨¦s, defiende que la estancia en estas viviendas supone una preparaci¨®n hacia la vida adulta. ¡°La intenci¨®n es cubrir la parte de madurez y acompa?amiento que tendr¨ªan si estuvieran en una familia, para que puedan hacer la transici¨®n correctamente y aprendan a moverse socioculturalmente, porque pronto deber¨¢n hacerlo solos¡±.
¡°Quiero trabajar, ganar dinero y abrir mi propia carnicer¨ªa¡±
Con 16 años, Yassin El Baeid, le dijo a su madre que quería marcharse de Marruecos y conocer otros países, siguiendo el camino que otros amigos y jóvenes como él habían emprendido antes. Así que, a pesar de que no sabía nadar, se subió a una patera y llegó a las costas de Andalucía hace cinco años. Tras un periplo por varias ciudades —gracias a la red de apoyo de amigos y conocidos del club de futbol de Casablanca—, llegó a Barcelona y entró en el sistema de protección de menores migrantes no acompañados.
En 2022, la Generalitat asumió la tutela de 2.392 menores como Yassin. Principalmente —entre el 90% y el 95%— son varones de 16 y 17 años, provenientes de Marruecos o de países subsaharianos.
Yassin ha pasado por varios de pisos para jóvenes. La mayoría de edad lo cogió en pleno confinamiento y pudo alargar la estancia hasta los 21. Ahora vive en casa de unos amigos, pero está buscando habitación. Durante este tiempo ha estudiado cursos de catalán y un PFI (una suerte de FP básica para alumnos sin la ESO) de carnicería. Desde mayo trabaja en Mercabarna.
A pesar del duro camino recorrido, asegura no haber vivido ninguna mala experiencia. “Hay dos caminos: el bueno o el malo. Si te portas mal, lo pierdes todo, pero si te portas bien, te va bien y te ayudan”, explica tomando un café antes de irse a trabajar. Con todo, le quedó una espina clavada: “Cuando murió mi hermano no pude ir a casa y abrazar a mi madre porque las fronteras estaban cerradas por la covid”. Hasta 2021 no pudo volver viajar, recuerda mientras enseña el vídeo de la sorpresa que le dio a su madre.
También admite que a veces nota actitudes racistas: “Cuando alguien pasa por tu lado ves que se coge el bolso porque piensan que les vas a robar. Pero es normal porque hay gente que lo hace y nos da mala imagen”.
Asegura que no piensa en volver a Marruecos con sus padres y tres hermanos. “Aquí se vive más tranquilo y con libertad”, resume. Antes de marcharse, explica su sueño de futuro: “Trabajar y ganar dinero para pagarme un piso y abrir mi propia carnicería”.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal