El templo de Eric Pla Montferrer, el forjador de la Sagrada Familia
La mano de este vecino de Alpens y escultor de las marcas de los pastores en el Pla d¡¯Anyella se aprecia en las puertas, escaleras y bancos del templo barcelon¨¦s
¡°?Tienes asma?¡±, me pregunta Enric.
La charla se para un momento, el tiempo que se tarda en subir la escalera que va del taller a una sala de exposici¨®n, la de la amplia obra y series de Enric Pla Montferrer (1969). El artista se interesa, una vez sentados, por unos t¨ªmidos pitos que salen de mis pulmones, exigidos despu¨¦s de dar un rodeo por Alpens. A menudo pienso que es el pueblo m¨¢s seductor y tur¨ªstico del Llu?an¨¨s. No me canso de mirar al Casino (1928) desde que cerr¨® aquella fonda tan entra?able en la que com¨ªa la familia y los amigos llegados por sorpresa de Barcelona. Me apetece siempre callejear hasta dar con el rinc¨®n en el que el brigadier liberal Josep Cabrinetty fue abatido en 1873 despu¨¦s de perseguir a las tropas carlistas de Francesc Savalls. Y siento impaciencia por contemplar al Manelic, el protagonista de Terra Baixa, cuya figura se levanta en la plaza inmortalizada por el martillo de Joan Prat Roca (1898-1985).
Alpens est¨¢ forrado de hierro forjado y su coraz¨®n es una fragua que ahora alimenta el fuego de Montferrer despu¨¦s de la llama prendida por Prat, conocido como el ferrer d¡¯Alpens. Atend¨ªa por igual a la gente del pueblo, la que necesitaba afilar su azad¨®n, herrar la mula, arreglar el carro o poner una reja, como a los ciudadanos de fin de semana obsesionados por convertir su segunda residencia en una mansi¨®n se?orial con sus barandillas, faros, picaportes, chimenea y cuantos adornos fueran posibles para la imaginaci¨®n de Prat. Nada se resist¨ªa a aquel herrero que antes de volver a Alpens se pas¨® once a?os en Barcelona y sab¨ªa tanto de mas¨ªas como del Liceo y el Apolo. Prat ya hab¨ªa muerto cuando Montferrer lleg¨® a Alpens. Aunque el momento es diferente y sus caminos no coincidieron, el artesano se impone hoy al herrero, el uno con su Manelic y el otro subido a la Sagrada Familia.
As¨ª que conviene caminar desde la pla?a Joan Prat hasta al espacio Montferrer. Enric aguarda, atiende con calma, observa mucho, escucha antes de hablar y ausculta tanto que despu¨¦s de un rato de conversaci¨®n acaba por diagnosticar mi asma, que yo cre¨ªa imperceptible antes del trasiego por el pueblo y el taller. Me ha delatado la curiosidad del forjador escultor de Alpens. Aunque se emociona cuando habla de su madre, seguramente porque no puede disfrutar de la victoria de su hijo despu¨¦s de dejarse la vida entre la casa y la f¨¢brica, aprendi¨® a ¡°badar¡± de su padre, un agricultor hipnotizado por el poder de atracci¨®n de Santa Eul¨¤lia de Puig-oriol, referencia de la trashumancia y punto de partida de la familia Pla-Montferrer. A Enric, m¨¢s que curiosear, le encanta ¡°badar¡±, poner la mente en blanco para imaginar, crear y volar hasta un yunque de 1908.
Los campos y los telares, los trabajos forzados por tradici¨®n familiar, dejaron de interesarle en cuanto su hermana le ayud¨® a descubrir la Escola d¡¯Art de Vic. Ya no hubo marcha atr¨¢s, porque para un pay¨¦s regresar significa perder; en la capital de Osona empez¨® su carrera art¨ªstica, aprendiz de Miquel Ambl¨¤s y Josep Plandiura, admirador de Miquel Xirau. El dominio del oficio se expresa a partir de obras como la dedicada a Miquel Mart¨ª i Pol, el poeta que inspir¨® su trabajo final en la escuela de Vic, y Feminitat II, un zapato de tac¨®n de tres metros que refleja el car¨¢cter provocador y sensual de los personajes femeninos de Almodovar. La escultura preside la Plaza Mayor de Gran¨¢tula de Calatrava despu¨¦s de ganar en 2008 el premio de la Ruta Cinematogr¨¢fica Almodovar. La trayectoria de Montferrer result¨® tan ascendente desde entonces que en 2012 acab¨® por atrapar la Sagrada Familia.
No solo es el coordinador de los proyectos del templo sino que en 2021 forj¨® las 12 estrellas de acero que forman la corona a pies de la torre de la Mare de D¨¦u, una obra cumbre que le convierte en uno de los mejores int¨¦rpretes de Gaud¨ª y de los arquitectos del modernismo, restaurador y rehabilitador en edificios como la Casa Pascual i Pons o la Casa Pia Batll¨®. Montferrer consulta y se impregna del esp¨ªritu de los maestros de entonces para reconstruir y crear obras como el armario de la sacrist¨ªa de la bas¨ªlica de Barcelona, quemada en la guerra civil (1936). El fuego acab¨® con muchas partes del mueble y dej¨® un amasijo de hierros retorcidos y oxidados que se guardaron en un armario hasta ser recuperados por Enric. El artesano reh¨ªzo el 70% de las piezas y a partir de las originales reprodujo el restante 30%. No se trata de imitar ni de sustituir sino de ser fiel a cuando fueron concebidas en 1890.
La mano de Montferrer se aprecia en las puertas, escaleras y bancos en La Sagrada Familia. ¡°El modernismo se inspiraba en la naturaleza y yo vivo y me alimento de la naturaleza¡±, asegura desde su casa de Alpens (855 m). Alcanzado el skyline de Barcelona, su reto es llegar ahora hasta el Pla d¡¯Anyella (1.840 metros), punto de encuentro de los reba?os de ovejas que en verano pasan por pueblos como el suyo de Santa Eul¨¤lia de Puig-oriol. El espacio abierto invita de alguna manera a absorber en una obra ¨²nica las distintas muestras de marcas de ganado que a modo de esculturas de hierro forjado ha expuesto en el Museu Etnogr¨¤fic de Ripoll. Las marcas ayudan a identificar la masia a la que pertenece cada reba?o cuando se juntan en la monta?a de la mano de los ¡°sabios pastores¡± que tanto admira Enric. Los desaf¨ªos le mueven m¨¢s que los premios ya recibidos y expuestos en L¡¯espai Montferrer.
Huye de la copia propia y ajena -tambi¨¦n del encargo cl¨¢sico- tan individualista como solidario y agradecido, impulsor de la Trobada Internacional de Forja d¡¯Alpens. Un encuentro bianual que agrupa a artesanos de toda Europa. La figura de Enric se funde entonces con el recuerdo de Prat, los dos igual de menudos y tranquilos, manos peque?as y sensibles para obras gigantes, nada de fuerza ni gritos sino trazo y destreza, capaces de ser herreros sin martillo: ¡°Mi vida es un di¨¢logo con el fuego y el hierro. Imagino con el uno y le doy forma con el otro. La cuesti¨®n es transformar un material fr¨ªo y pesado en una obra con alma, como si me fuera la vida en ello, exigente y perfeccionista como soy¡±, remata Enric en un intento de defender la concreci¨®n, la sencillez y la elegancia de su forja y escultura de autor, dignas de admiraci¨®n, como quer¨ªa su madre y no se imaginaba su padre, sempre ¡°badant¡±.
¡°Cu¨ªdate el asma¡±, me despide cuando vuelvo sobre mis pasos para disfrutar de un pueblo de hierro forjado llamado Alpens.
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