Un deslumbrante t¨²nel de carbono
En las plantas solares, esta visi¨®n nos est¨¢ llevando a disfunciones muy serias sobre la ordenaci¨®n territorial
Vivimos tiempos convulsos, en los que se alternan periodos de estancamiento a los que les siguen, abruptamente, aceleraciones violentas que zarandean los cimientos de la realidad. Durante a?os -?d¨¦cadas!- hemos podido observar una ag¨®nica lentitud en el despliegue de las energ¨ªas renovables, que crec¨ªan a un ritmo an¨¦mico, muy por debajo de su potencial. De entre los m¨²ltiples motivos que lo explican, s¨®lo hace falta considerar dos: ...
Vivimos tiempos convulsos, en los que se alternan periodos de estancamiento a los que les siguen, abruptamente, aceleraciones violentas que zarandean los cimientos de la realidad. Durante a?os -?d¨¦cadas!- hemos podido observar una ag¨®nica lentitud en el despliegue de las energ¨ªas renovables, que crec¨ªan a un ritmo an¨¦mico, muy por debajo de su potencial. De entre los m¨²ltiples motivos que lo explican, s¨®lo hace falta considerar dos: las empresas energ¨¦ticas ganaban mucho m¨¢s dinero con los combustibles f¨®siles y deb¨ªan amortizar inversiones ya hechas y, por otra parte, no exist¨ªa un inter¨¦s estrat¨¦gico en desligarse de ellos. Apenas unas pocas voces -entre las cuales siempre estuvo el ecologismo- han sido constantes en el cuestionamiento de ambas razones.
Sin embargo, todo ha cambiado tras la invasi¨®n de Ucrania. De repente descubrimos que depender energ¨¦ticamente de dictaduras y pa¨ªses no democr¨¢ticos era una mala idea. Tambi¨¦n parece que ahora nos sorprenda la evidencia de que las empresas energ¨¦ticas ten¨ªan como ¨²nico objetivo ganar dinero, y que se est¨¢n enriqueciendo como nunca en esta crisis. La violencia del viraje de la pol¨ªtica energ¨¦tica europea, que trata de desligarse del cord¨®n umbilical ruso a marchas forzadas, demuestra por en¨¦sima vez que los planes de recuperaci¨®n verde eran s¨®lo eso: planes, muchas veces incumplidos.
Es el momento de las energ¨ªas renovables; la nuclear, por si se lo preguntan, es irrelevante: si proyect¨¢semos ahora una nueva planta, esta entrar¨ªa en funcionamiento de aqu¨ª una d¨¦cada como pronto. El frenes¨ª de la transici¨®n energ¨¦tica, cuyo ¨ªmpetu actual se debe a la guerra, pero cuya ra¨ªz son los l¨ªmites biof¨ªsicos del planeta, se traduce en centenares de proyectos de energ¨ªas renovables en el territorio valenciano, la mayor parte de los cuales son macroplantas de solar fotovoltaica. La tensi¨®n entre la instalaci¨®n de estas centrales de producci¨®n de electricidad (m¨¢s amables, much¨ªsimo menos nocivas y desmontables, pero centrales, al fin y al cabo), y la consideraci¨®n de otros aspectos ambientales ejemplifica como pocos asuntos lo que se conoce como la visi¨®n en t¨²nel de carbono.
?Qu¨¦ es el t¨²nel de carbono? Es ver la realidad ¨²nicamente a trav¨¦s de las emisiones de carbono. Considerar un producto o servicio (una manzana, una chaqueta o el suministro de electricidad de nuestro hogar) ¨²nicamente en funci¨®n de cu¨¢ntos gramos de di¨®xido de carbono se hayan generado por el hecho de producirlo. En el caso particular de las plantas solares, esta visi¨®n de t¨²nel nos est¨¢ llevando a disfunciones muy serias sobre la ordenaci¨®n territorial. La transici¨®n ecol¨®gica, aunque algunos la constri?an por inter¨¦s o desconocimiento, va mucho m¨¢s all¨¢ de la transici¨®n energ¨¦tica, y esta excede a su vez el simple hecho de cambiar el enchufe f¨®sil por uno renovable. ?D¨®nde se produce la energ¨ªa? ?Qu¨¦ coste de oportunidad tiene para el territorio? ?Qui¨¦n se beneficia de ella? ?C¨®mo se reparte? ?Qu¨¦ poder de decisi¨®n tienen los habitantes? ?Impulsa o corrige los desequilibrios territoriales? ?D¨®nde queda la biodiversidad, d¨®nde la agricultura, d¨®nde los paisajes? ?En qu¨¦ medida participan las ciudades de ese esfuerzo? ?Condicionaremos la demanda o ¨²nicamente apostaremos por aumentar la oferta?
No hay duda de que en el Pa¨ªs Valenciano necesitamos mucha m¨¢s producci¨®n de energ¨ªa renovable. Nos obliga la coyuntura de la guerra, la marejada de fondo alimentada por el cambio clim¨¢tico y tambi¨¦n el fin de los combustibles f¨®siles. No obstante, deber¨ªamos aprender a ver la realidad en toda su complejidad y a rehuir la visi¨®n de t¨²nel de carbono, que distorsiona, olvida y empa?a. La transici¨®n ecol¨®gica, que abarca tambi¨¦n un medio ambiente tristemente desaparecido del discurso institucional, es una herramienta que nos deber¨ªa servir a todos, no un destino para unos pocos.