Trumpismo forestal
Se repiten las letan¨ªas de barra de bar sin base alguna o la diseminaci¨®n de ¡®fake news¡¯ sobre la gesti¨®n ambiental del territorio, pero no hay soluci¨®n definitiva que evite los incendios forestales
Resulta inevitable escribir sobre los incendios tras este verano de fuego, miedo y ceniza. ?Qu¨¦ hemos hecho mal, qu¨¦ podr¨ªamos haber hecho mejor? ?Qu¨¦ deber¨ªamos hacer ahora? El debate p¨²blico ha sido constante estas ¨²ltimas semanas, aunque las voces que lo han integrado no hayan sido tan diversas como hubiese sido deseable. En m¨¢s de una ocasi¨®n hemos vivido una suerte de trumpismo forestal: la repetici¨®n de letan¨ªas de barra de bar sin base alguna o la diseminaci¨®n de fake news sobre la gesti¨®n ambiental del territorio, casi siempre vendi¨¦ndonos un truco de magia para evitar por completo el fuego. Sin embargo, nadie nos va a proporcionar una soluci¨®n definitiva que evite los incendios forestales. En primer lugar, porque son consustanciales al ecosistema mediterr¨¢neo. En segundo, porque ¨¦ste no es homog¨¦neo, y cada territorio requiere una gesti¨®n distinta; yerra quien pretende aplicar la misma receta en todas las cuadr¨ªculas de los mapas. Por ¨²ltimo, porque estamos viviendo un momento de una mutabilidad sin precedentes, en la que cambian los condicionantes ecol¨®gicos, sociales y clim¨¢ticos casi cada a?o.
Tambi¨¦n hemos podido escuchar a quienes afirman que los incendios se deben ¨²nicamente al cambio clim¨¢tico, y a quienes sentencian que lo que pasa es que no hay ovejas ni se deja recoger la le?a por culpa de los ecologistas (??). Entre esos dos extremos, cient¨ªficamente m¨¢s que cuestionables, existe una panoplia de visiones valiosas que se deber¨ªan escuchar, aprovechar y potenciar. Ni el calentamiento y el cambio de r¨¦gimen de precipitaciones asociado explican por s¨ª solos la g¨¦nesis y el desarrollo de los incendios de Vall d¡¯Ebo y Bej¨ªs (aunque contribuyen), ni tampoco se hubieran evitado si los municipios afectados hubiesen tenido el triple de habitantes. El mantra de la despoblaci¨®n, que se confunde por ignorancia o intereses particulares con el de cambios de usos del suelo, se ha asentado en el imaginario colectivo sobre un sustrato hecho de sentimiento de culpabilidad, lugares comunes de la gesti¨®n forestal (el monte s¨®lo est¨¢ sucio si dejamos basura, no si hay sotobosque) y un profundo desconocimiento, de ra¨ªz urbanita, por parte de algunos que dicen defender -intereses pol¨ªticos, econ¨®micos o catastrales mediante- las esencias del rural. Ni poner un ej¨¦rcito de ovejas a comerse todo el sotobosque solucionar¨¢ nada m¨¢s all¨¢ de algunos parches dispersos, ni llenar los pueblos de n¨®madas digitales apagar¨¢ repentinamente los incendios.
Para explicar el porqu¨¦ de este verano tampoco nos vale el relato de los salvajes recortes del Partido Popular en los a?os previos a los terribles incendios de Andilla y Cortes de Pall¨¢s, en 2012. Contribuyeron de forma decisiva, pero no explican lo sucedido, aunque hace diez a?os la correlaci¨®n nos parec¨ªa que indicaba una clara causalidad. Ahora el presupuesto de prevenci¨®n y extinci¨®n, que se ha ido incrementando de forma sostenida desde 2015, es sensiblemente mayor. La realidad es compleja y, en el caso de los ecosistemas entrelazados con poblamiento y usos humanos (como es el de casi todo nuestro pa¨ªs), mucho m¨¢s.
Necesitamos alejarnos un poco, ver qu¨¦ se ha hecho bien y tambi¨¦n qu¨¦ se ha hecho mal. El giro radical dado en 2015 a las pol¨ªticas ambientales y territoriales debe persistir, profundiz¨¢ndose en todo lo logrado, que no es poco -y yendo, por supuesto, m¨¢s all¨¢-. Para ello es imprescindible contar con una financiaci¨®n justa, que nos permita gestionar el territorio con garant¨ªas y dignidad, algo que ahora resulta imposible con el trato profundamente discriminatorio que le otorga el Gobierno de Espa?a a la Generalitat Valenciana. Y sin duda deber¨ªamos protegernos, debates amplios e informados mediante, de un elemento que sin duda atiza como poco las llamas y constituye el mejor combustible para los incendios: el trumpismo forestal.
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