Los ecologistas son culpables
La culpa de los incendios es de los ecologistas, esos malvados urbanitas. Lo han proclamado pol¨ªticos de extrema derecha en mocasines, pisando la ceniza de unos ¨¢rboles que nunca les preocuparon
La culpa de los incendios es de los ecologistas, esos malvados urbanitas. Lo han proclamado pol¨ªticos de extrema derecha en mocasines, pisando la ceniza de unos ¨¢rboles por los que nunca se preocuparon cuando estaban vivos, propietarios forestales y tambi¨¦n algunos profesionales encargados de planificar la ordenaci¨®n y explotaci¨®n forestal. Toda esta gente, podr¨ªamos pensar, deber¨ªa tener un pedazo de responsabilidad; al fin y al cabo, son quienes poseen, legislan, explotan y planifican el monte. Pero no, ya lo han o¨ªdo ustedes: ?los ecologistas, los ecologistas!
Este ataque coordinado no surge de la nada. Llevamos un tiempo viendo c¨®mo se somete el medio rural a una resignificaci¨®n profunda, alineada con valores extractivistas y neoliberales en lo econ¨®mico, y de extrema derecha y excluyentes en lo pol¨ªtico y social. No es que la ruralidad haya cambiado tanto, ni mucho menos; es que los se?oritos, ellos s¨ª vociferando mayormente desde las ciudades, han visto una oportunidad de oro para la desregulaci¨®n del monte, la mercantilizaci¨®n de la naturaleza y la acumulaci¨®n de m¨¢s poder, influencia y capital. La llave que abre esa puerta es el ensanchamiento de la brecha urbano-rural, tarea en la que se afanan. Dicen defender el monte y la ruralidad, cuando s¨®lo defienden su coto, su voto o su gremio. ¡°El monte rentable no arde¡±, aducen, justificando as¨ª su visi¨®n extractivista. Es ah¨ª donde los ecologistas -a quienes ya les ten¨ªan inquina, por esa man¨ªa que tiene el ecologismo de ser de izquierdas y de ver m¨¢s all¨¢ de los valores utilitaristas del bosque- se convierten en el perfecto chivo expiatorio. A la manera de Serrano Su?er con su ¡°?Rusia es culpable!¡±, se se?ala al enemigo de la patria; no olvidemos que el fascismo busca en lo rural esencias legendarias y epopeyas identitarias. De repente el ecologismo, un movimiento social que ha sido incapaz de condicionar pol¨ªticas p¨²blicas de forma clara, ni de cristalizar en un partido pol¨ªtico con amplio respaldo, es el que ha determinado toda la pol¨ªtica forestal de Espa?a. Vaya. No los profesionales que elaboran los planes forestales, ni los propietarios que se enriquecen con el monte o lo dejan abandonado, ni los ayuntamientos que tan pronto se desentienden como lo reivindican a toda costa. No, los ecologistas de ciudad. Esos que nos quieren decir qu¨¦ tenemos que hacer y c¨®mo debemos vivir desde su atalaya urbana. Parece que han conseguido condicionar la pol¨ªtica ambiental incluso en gobiernos auton¨®micos donde gobierna la derecha desde hace m¨¢s de treinta a?os. Realmente prodigioso... si fuera cierto.
Pero s¨ª, los ecologistas son culpables. Culpables de haber conseguido la preservaci¨®n de numerosos espacios amenazados por la especulaci¨®n urban¨ªstica o la expansi¨®n de infraestructuras. Culpables de que mucha gente conozca hoy en d¨ªa joyas naturales y especies emblem¨¢ticas que estuvieron a punto de desaparecer. Culpables de haber puesto en marcha iniciativas de educaci¨®n ambiental cuando nadie sab¨ªa ni qu¨¦ era eso. Culpables de tantas cosas, y con tantos ejemplos en el territorio valenciano, que no cabr¨ªan en un art¨ªculo ni el triple de largo que este.
Por supuesto, eso no implica que siempre tengan raz¨®n. La gesti¨®n forestal es necesaria en gran parte del territorio, el fuego forma parte del ecosistema mediterr¨¢neo, y nos encontramos en un mundo mutable que nos obliga a adaptar las respuestas y olvidarnos de viejos dogmas. Necesitamos enfoques complementarios, multidisciplinares, no excluyentes y que huyan del gremialismo. Sin embargo, no podremos responder con garant¨ªas a los incendios, ni prevenirlos adecuadamente, si las reacciones de quienes tienen la responsabilidad y la potestad de actuar consisten en pataletas infantiles, exculpaciones pueriles e intentos nada disimulados de colarnos su agenda pol¨ªtica y econ¨®mica. Merecemos algo mejor. M¨¢s ecologismo, por ejemplo.
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