La izquierda a la luz de la luna
El Bot¨¤nic ha tenido que cargar con el pesad¨ªsimo lastre de un gobierno de Espa?a que hace gala de un centralismo exacerbado
Las elecciones locales y auton¨®micas han dibujado un panorama dif¨ªcil para la izquierda valenciana. No tanto por la p¨¦rdida de votos como por el s¨²bito desalojo de la mayor parte de las instituciones, as¨ª como por lo que supone de amenaza a la democracia la probable entrada de la ultraderecha en los distintos gobiernos. Durante los ¨²ltimos ocho a?os la izquierda ha tratado de transformar la realidad y mejorar la vida de las personas. S¨ª, es cierto: de forma insuficiente y con olvidos frecuentes, pero con un rumbo claro, pese al avance desigual y a ratos renqueante. Y se ha notado en la mejora de todos los indicadores econ¨®micos y sociales. Sin embargo, y como hemos visto en estas elecciones, con gestionar bien y comunicarlo fr¨ªamente no basta.
El Bot¨¤nic ha tenido que cargar con el pesad¨ªsimo lastre de un gobierno de Espa?a que hace gala de un centralismo exacerbado y que, adem¨¢s, es virulentamente antivalenciano: brilla por su ausencia la voluntad de subsanar la hiriente injusticia territorial y social que supone la infrafinanciaci¨®n de nuestra comunidad aut¨®noma. Su reforma pod¨ªa haber sido el pilar sobre el que pivotase no s¨®lo la campa?a, sino todo el tercer Bot¨¤nic, pero los valencianos y las valencianas (es decir: nuestra salud, nuestra cultura, nuestras infraestructuras, nuestra agricultura, nuestras instituciones, nuestros pueblos y ciudades, nuestras empresas y nuestro territorio) seguimos sin importar en Madrid. Eso s¨ª: a ¨²ltima hora todo han sido prisas, fotograf¨ªas sonrientes y una sucesi¨®n de titulares sobre lo clave que era la batalla electoral valenciana. A buenas horas, mangas verdes.
Esto deber¨ªa servir a la izquierda para aprender de una vez. En primer lugar, tendr¨¢ que ser capaz de dise?ar una agenda valenciana propia, propositiva y ambiciosa, que vele por el bienestar y el progreso de nuestro territorio y de quienes lo habitamos. Y que se olvide, de una vez por todas, de ofrendar glorias a quien o bien nos ignora o bien nos trata como moneda de cambio. En segundo, deber¨¢ reivindicar lo avanzado y preservarlo con todos los mecanismos disponibles, pero tambi¨¦n aprender de lo que qued¨® por hacer, de cu¨¢ntas ¡°pruebas piloto¡± debieron haber sido pol¨ªticas integrales. Como dice el soci¨®logo C¨¦sar Rendueles, ?Por qu¨¦ no se nos ocurre gastar lo mismo en bicicletas, aceras m¨¢s anchas y carriles bici que en un aeropuerto in¨²til? ?Acaso la derecha hace pruebas piloto cuando le baja los impuestos a los ricos, recorta en sanidad o educaci¨®n, construye obras fara¨®nicas o reduce la protecci¨®n ambiental del territorio?
Estamos en d¨ªas acelerados, fruto de la convocatoria de elecciones para el 23-J, pero en los que tambi¨¦n se respira un cierto duelo. La izquierda valenciana podr¨ªa sentirse hoy reflejada en el haiku del poeta japon¨¦s Mukai Kyorai: ¡°Aquella noche / volv¨ªa de un funeral / y vi la luna¡±. Se ha quedado a la luna de Valencia y anda apesadumbrada, pero si levanta la vista hay belleza, hay futuro. Hay caminos y hay luz.
Necesita aprovechar esa luz para levantarse y prepararse para el alba, que en alg¨²n momento llegar¨¢. No puede esperar cuatro a?os para recomponerse, porque apenas dispone de siete semanas. Lo resume as¨ª el escritor y activista estadounidense Mike Davis: ¡°Lo que nos mantiene en marcha, en ¨²ltima instancia, es nuestro amor de los unos por los otros, nuestra negativa a agachar la cabeza, a aceptar el veredicto, por poderoso que parezca. Hay que amarse los unos a los otros. Hay que defenderse los unos a los otros. Hay que luchar¡±.
As¨ª que hoy empieza todo, de nuevo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.