Abejas
El Centre del Carme de Cultura Contempor¨¤nia o la editorial Sembra Llibres rescatan del olvido las vidas de mujeres invisibilizadas
El baile. La chica no tiene nombre. O mejor: a nadie le importa su nombre. Es una sin nombre. Levanta, viste, lava, alimenta, acompa?a y acuesta a un anciano con cuidados subcontratados y cari?os externalizados. As¨ª, cada d¨ªa. Le pagan cien euros a la semana. Lo ha calculado: la hora le sale a dos euros. Es que no podemos pagarte m¨¢s, le mienten, y ella hace como si se lo creyese. El otro d¨ªa, en el rellano, la chica parec¨ªa triste. Era domingo. Una amiga de su pa¨ªs ¡ªa nadie le importa qu¨¦ pa¨ªs; otra sin nombre de un sin pa¨ªs¡ª hab¨ªa venido. Ten¨ªan baile por la tarde. Un baile de domingo...
El baile. La chica no tiene nombre. O mejor: a nadie le importa su nombre. Es una sin nombre. Levanta, viste, lava, alimenta, acompa?a y acuesta a un anciano con cuidados subcontratados y cari?os externalizados. As¨ª, cada d¨ªa. Le pagan cien euros a la semana. Lo ha calculado: la hora le sale a dos euros. Es que no podemos pagarte m¨¢s, le mienten, y ella hace como si se lo creyese. El otro d¨ªa, en el rellano, la chica parec¨ªa triste. Era domingo. Una amiga de su pa¨ªs ¡ªa nadie le importa qu¨¦ pa¨ªs; otra sin nombre de un sin pa¨ªs¡ª hab¨ªa venido. Ten¨ªan baile por la tarde. Un baile de domingo a diez mil kil¨®metros de casa: viva estampa de la nostalgia. Sin embargo, el plan se hab¨ªa frustrado. La familia ¡ªla de los cien euros a la semana¡ª la requiri¨®.
Sab¨ªan que era su d¨ªa libre y lo sent¨ªan mucho. Pero ten¨ªa que ir a la casa. A darle la cena. A acostarlo.
La puerta de siempre. El silencio de siempre. Monoton¨ªa de fiesta tras los cristales. Dos euros una hora. Dos euros otra hora. Adi¨®s a un domingo de bachata y olvido.
La melancol¨ªa en una tarde de domingo es un lujo de clase.
La lucha. Todos conocen a Lenin, casi nadie a Aleksandra Kollontai. Era burguesa. Su camino estaba trazado: ser¨ªa obediente, se casar¨ªa con alguien de su estatus, ser¨ªa una madre sumisa y guardar¨ªa de los hijos y la casa. Pero el plan se frustr¨®. Se cas¨® por amor, fue una revolucionaria sovi¨¦tica y una pionera del feminismo socialista. Ahora, la editorial valenciana Sembra Llibres ha publicado su primera traducci¨®n a nuestra lengua: L¡¯amor de les abelles obreres, un viaje muy humano por las vidas y los sentimientos de tantas mujeres humildes y explotadas, invisibles para cualquier revoluci¨®n, que deciden asumir la lucha por sus derechos. El aborto, la maternidad, la prostituci¨®n como ¨²nica salida, el amor bajo la concepci¨®n capitalista, los cuidados, la sexualidad. Es una oda ¨ªntima a la Mujer Nueva de hace un siglo, aquella revoluci¨®n inconclusa siempre pendiente. Es ¡°lo personal es pol¨ªtico¡±, en versi¨®n hoz y martillo. Subrayo dos l¨ªneas, p¨¢gina 81: ¡°Se¡¯n va anar. Per¨° el seu esguard em persegueix. Exigeix respostes, mou a l¡¯acci¨®. A construir, s¨ª, per¨° tamb¨¦ a lluitar¡±.
Las victorias. Entro en el Centre del Carme de Cultura Contempor¨¤nia de Val¨¨ncia. Hay una exposici¨®n muy pol¨ªtica (a ver cu¨¢nto duran). Se titula Les vict¨°ries cal saber veure-les y es un viaje por las luchas ciudadanas de tantas abejas obreras sin nombre.
Est¨¢ el uniforme que Virtudes Cuevas vest¨ªa en el campo de concentraci¨®n alem¨¢n de Ravensbr¨¹ch, el infierno de las mujeres.
Est¨¢ la sombra de ?ngeles Calatayud al recibir en Manises, 10 de abril del 39, la carta de su marido, encerrado en Albatera, que ped¨ªa avales de Falange para ser liberado y firmaba al pie de la carta ¡°Viva Franco y arriba Espa?a¡±.
Est¨¢ la uni¨®n de las mujeres trabajadoras en la Hermandad de las cigarreras, las filadores de Velluters y las espardenyeres de Elx.
Est¨¢ el programa del Moviment Democr¨¤tic de Dones del Pa¨ªs Valenci¨¤, de 1976, ya cr¨ªtico con la prostituci¨®n.
Est¨¢ Margarida Borr¨¤s, primera mujer trans en Val¨¨ncia, que fue ahorcada en la Pla?a del Mercat de Val¨¨ncia en el a?o 1460. Vestida de hombre. Y con los genitales al aire.
Est¨¢ la genealog¨ªa borrada de tantas feministas del siglo XIX como Amalia Carvia, periodista de El Pueblo, masona y librepensadora, represaliada por el primer franquismo y fallecida en Val¨¨ncia en 1949.
Todas eran abejas. Ninguna ten¨ªa nombre.
Las victorias hay que saber verlas. Las luchas pendientes tambi¨¦n.
A veces, los domingos, asoman por el rellano de una escalera.