Viaje a la Castilla y Le¨®n de Vox
La inmigraci¨®n, la decepci¨®n por el PP, la sensaci¨®n de abandono son razones que esgrimen los votantes a la ultraderecha en las auton¨®micas del domingo 13 de febrero
Es jueves por la tarde, a la hora de comer. El secretario general del PP, Teodoro Garc¨ªa Egea, comparece en ese momento en Madrid ante las c¨¢maras expectantes de televisi¨®n para replicar a Isabel D¨ªaz Ayuso. En la desierta plaza de Fuentesa¨²co (Zamora, 1.600 habitantes), Pedro Segu¨ª, un empresario del pueblo, de 64 a?os, se toma un caf¨¦ en la terraza del bar mirando el pared¨®n de la iglesia. Es seguidor de Vox. No vot¨® en estas ¨²ltimas elecciones por un l¨ªo burocr¨¢tico, pero, de haber podido, habr¨ªa apoyado a la formaci¨®n de Abascal. Las bofetadas pol¨ªticas entre Casado y Ayuso resuenan menos aqu¨ª. A Segu¨ª, por ejemplo, no le importan mucho. Y eso que tiene a¨²n carn¨¦ del PP, partido al que vot¨® durante toda su vida. Hace dos a?os cambi¨® de opini¨®n. Se enfada un poco cuando recuerda por qu¨¦: ¡°Nosotros mandamos a la capital j¨®venes y nos devuelven jubilados. Los diputados del PP y del PSOE de Castilla y Le¨®n, ?de qu¨¦ han servido? Yo no quiero que mi hijo se vaya del pueblo. Por eso el ¨¦xito de Vox en Castilla y Le¨®n. No es que la gente sea ahora m¨¢s extremista: es que est¨¢ hasta los cojones. Nosotros existimos y estos de Vox tienen las ideas claras¡±. Fuentesa¨²co contaba hace diez a?os con 2.000 vecinos. Desde entonces ha perdido 400. Vive de la agricultura, de peque?as empresas como la de Segu¨ª. Pero se empeque?ece invierno tras invierno. Los viejos se mueren cuando les toca y nadie les reemplaza. No es raro ver tiendas cerradas o casas vac¨ªas con letreros de ¡°se vende¡± a los que da la impresi¨®n de que nadie llama desde hace mucho. Los letreros de ¡°se vende¡± ser¨¢n una constante en todo este viaje.
Vox obtuvo 212.000 votos (el 17,6%) en las pasadas elecciones de Castilla y Le¨®n. La formaci¨®n de ultraderecha ha conseguido procuradores en todas las provincias, salvo en Soria. Su apoyo masivo se ha convertido, l¨®gicamente, en trasversal. A Vox, en Castilla y Le¨®n, le votaron el domingo pasado en los barrios m¨¢s ricos (un 22% de media), pero tambi¨¦n en los m¨¢s pobres (un 18%), en pueblos peque?os (18%) y tambi¨¦n en ciudades como Valladolid (17,8%) o Zamora (18,5%). Hombres (60%, seg¨²n las encuestas) y mujeres (40%). EL PA?S ha visitado algunas localidades de esta regi¨®n en busca de las razones del despegue de la formaci¨®n ultraderechista. Cada uno tiene la suya. Pero muchos citan la inmigraci¨®n, la sensaci¨®n de inseguridad, la decepci¨®n que les inspira el PP despu¨¦s de 35 a?os en el Gobierno de la Junta de Castilla y Le¨®n y una cierta pero profunda sensaci¨®n de abandono, de que nadie se ocupa de ellos, de vivir en una tierra olvidada, como bien describ¨ªa el empresario Segu¨ª.
En El Tiemblo, un pueblo de 4.500 habitantes al pie de la sierra de Gredos a 40 kil¨®metros de ?vila, Vox alcanz¨® el 27% de los votos. Uno de los que contribuy¨® fue ?lvaro V¨¢zquez, de 38 a?os, que cobra por una incapacidad permanente y que el martes se tomaba un botell¨ªn de cerveza al sol tranquilo de la ma?ana. ¡°Empec¨¦ a votar Vox cuando lleg¨® el Coletas¡±, cuenta gui?ando el ojo. Y a?ade: ¡°Vox defiende mi postura con la inmigraci¨®n. Tiene que ser controlada. A los que lleguen en pateras, que los atiendan, que les den un bocadillo, que les curen, pero que los manden luego de vuelta a su tierra¡±, a?ade. En El Tiemblo hay, seg¨²n datos del Ayuntamiento, 80 familias magreb¨ªes, que suman unas 500 personas. Con frecuencia se ven por la calle mujeres o chicas adolescentes cubiertas con un pa?uelo. V¨¢zquez va a decir algo m¨¢s cuando pasa por delante del bar un hombre montado en un quad (una moto de cuatro ruedas) que lleva enganchadas a la parte trasera varias banderas de Espa?a y una del Atl¨¦tico de Madrid. ¡°Ese de la moto es de Vox. Y yo, tambi¨¦n¡±, se?ala el due?o del bar, de 42 a?os, que prefiere no dar su nombre por miedo a perder clientes. ¡°Es el partido m¨¢s coherente. Dice lo que la gente piensa y no se atreve a decir¡±, explica. Y luego agrega: ¡°En el tema de la seguridad: te permite tener una pistola por si alguien entra en tu casa y quiere violar a tu mujer¡±. En otra parte del pueblo, a la sombra de la iglesia de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, del siglo XVI, Beatriz Yag¨¹e, de 61 a?os, empleada en el Ayuntamiento y tambi¨¦n votante de Vox, charla con una amiga. Cuando se le pregunta, carga contra los inmigrantes: ¡°No puede ser que los moros tengan todo. Las ayudas son para ellos y mi hija no tiene nada. Los hay trabajadores, pero otros muchos no. En el colegio no hay m¨¢s que ni?os de moros¡±. Luego se queja de los okupas (en el pueblo hay dos familias que se han apropiado de dos casas), de ETA, de los separatistas y del declive econ¨®mico del pueblo. Un ruido indica que pasa de nuevo por ah¨ª el tipo de la moto de las banderas. Es su marido.
Unas horas m¨¢s tarde, cae la tarde en El Espinar, (9.400 habitantes, Segovia). Hay casas de piedra, chal¨¦s s¨®lidos y bonitos a las afueras, una plazoleta donde juegan los ni?os, muy abrigados. El apoyo a Vox alcanz¨® el 24%. Hace fr¨ªo este martes de febrero y en una peluquer¨ªa c¨¦ntrica V¨ªctor Saiz, el propietario, de 40 a?os, separado y sin hijos, deja a un cliente un instante para responder. ¡°Vot¨¦ a Vox, por muchas razones: el PP me decepcion¨®, en Catalu?a, donde viv¨ª diez a?os, me trataron muy mal, con mucho rechazo, me llamaron fascista y espa?ol solo por llevar una gorra del Real Madrid... All¨ª pudo haber una guerra. No soy racista, tengo muchos clientes que son inmigrantes, pero creo que se est¨¢ ayudando m¨¢s a ellos que a los espa?oles, y eso no est¨¢ bien¡±. Despu¨¦s expresa algo m¨¢s difuso: ¡°Este pueblo, econ¨®micamente es potente. Pero echo de menos algo de lo que me ense?aron mis abuelos, algo de aquellos tiempos: un pa¨ªs con m¨¢s orden, m¨¢s respeto y m¨¢s educaci¨®n¡±. ?Una dictadura? ¡°No¡±, responde, ¡°eso no, pero casi¡±.
Una calle de Valladolid tambi¨¦n alcanza un porcentaje parecido de apoyo a Vox, el 20%. Pero no se parece nada a El Espinar. En la calle de la Hornija, en el barrio de Las Delicias, los vecinos de toda la vida se quejan de que la barriada entera -y su calle en particular- ha sufrido un proceso paulatino e imparable de depauperaci¨®n que empez¨® hace al menos diez a?os. El mi¨¦rcoles por la ma?ana, un anciano que se confesaba resignado a morirse ah¨ª y que ya no votaba a nadie, contento de tener a alguien a quien quejarse, tomaba del brazo al periodista y le conduc¨ªa arriba y abajo por la calle, mostr¨¢ndole los baches de las aceras, las tiendas cerradas y las casas vac¨ªas mientras le relataba a la vez recientes asaltos con navajas. Los inevitables carteles de ¡°se vende¡± o ¡°se alquila¡± estaban por todos lados. Uno de ellos lo ha colocado Teodoro Garc¨ªa, de 67 a?os, jubilado, propietario de una antigua carnicer¨ªa, cerrada hace un a?o y ahora en venta. ¡°La compramos hace 25 a?os por 100.000 euros m¨¢s o menos. Hoy no nos dan ni 20.000. Por ese precio prefiero que se quede de trastero y guardar la bicicleta. El barrio se ha llenado de familias extranjeras, cada vez m¨¢s pobres. La zona ha ca¨ªdo en picado¡±, cuenta. Vot¨® a Vox: ¡°Antes votaba al PP, pero me decepcion¨® hace tiempo. Peor no va a haber nada. Vox tiene una cosa a su favor: es el ¨²nico que a¨²n no ha gobernado¡±.
Tambi¨¦n en Valladolid, un chico de 19 a?os, ?ngel Herranz, estudiante de Formaci¨®n Profesional, aseguraba el mi¨¦rcoles a las puertas de su instituto que hab¨ªa votado a Vox pensando en sus padres, ¡°a los que les gusta la caza¡±. En Zamora, Manuel Barreiro, un sanitario de 55 a?os que vive en un barrio joven de clase media, explicaba que vot¨® a la ultraderecha ¡°porque el PP ha ido incumpliendo en estos 35 a?os sus promesas para Castilla y Le¨®n¡±. Y las enumer¨®: la muy incompleta autov¨ªa 122, que atraviesa paralela al Duero toda la regi¨®n, la falta de suelo industrial, los cierres de centros sanitarios¡ ¡°La gente se sigue marchando de aqu¨ª. Hace 30 a?os ¨¦ramos en Castilla y Le¨®n m¨¢s de dos millones y medio de personas. Ahora casi no pasamos de 2.400.000. En Zamora, eso s¨ª, voto a IU, porque el alcalde (Francisco Guarido) s¨ª que ha cumplido las promesas que hizo para este barrio¡±. En estas zonas nuevas pobladas de familias j¨®venes con hijos, el porcentaje de voto a la ultraderecha ha llegado al 25% de media en estas elecciones. En otra parte de Zamora, casi en el conf¨ªn del t¨¦rmino municipal, en la urbanizaci¨®n Siglo XXI, Vox alcanza al 28%. El paisaje es una sucesi¨®n ordenada de casitas de colores pastel, con jard¨ªn y tejado a dos aguas. A media ma?ana, un empresario joven sal¨ªa con prisa de su casa para montarse en su BMW e ir a buscar a sus hijas al colegio. Coment¨®, sin dar su nombre, casi sin detenerse: ¡°He votado a Vox porque hace falta un cambio radical. Que no den tantas ayudas a los inmigrantes. Yo tengo una empresa y le digo que muchos no quieren trabajar¡±.
Vill¨¢n de Tordesillas es un peque?o pueblo de la provincia de Valladolid con 130 habitantes, donde Vox ha escalado hasta el 53% de los apoyos. Lo raro aqu¨ª es encontrar a alguien que no le haya votado. En el fondo, lo raro es encontrar a alguien, simplemente, pues a las cinco de la tarde ya no hay nadie por la calle. De la puerta de un garaje sale Santiago Garc¨ªa, de 55 a?os, representante de productos c¨¢rnicos: ¡°Antes vot¨¦ al PP, y antes a Ciudadanos y si estos de Vox no me gustan, pues dejar¨¦ de votarles, pero por ahora tienen el beneficio de la duda¡±. Y del Ayuntamiento, de un aula semanal de cultura, sale Antonia Herrero, de 64 a?os, agricultora jubilada, soltera: ¡°Yo no me siento castellano-leonesa, me siento espa?ola. Y como yo, muchos otros de esta regi¨®n. Y Vox es el ¨²nico que defiende Espa?a. Como los catalanes defienden Catalu?a o los vascos el Pa¨ªs Vasco¡±. ¡°?Y en el tema de la mujer? Pues pienso que tiene que haber igualdad, pero no tirar al hombre para afuera. Las feministas son poco razonables ¡°, a?ade.
El viaje termina en Villaescusa, otro pueblo peque?o, de Zamora, con 250 habitantes (42,2% de apoyo a Vox), casi en la frontera con Salamanca. En el interior del Ayuntamiento, un grupo de personas recibe clase de zumba a las cuatro y media de la tarde. En la plaza, ?ngel Mart¨ªn, de 70 a?os, profesor jubilado de F¨ªsica y Qu¨ªmica en un instituto de Salamanca, charla con un vecino sobre disolventes y l¨ªquidos para tractores. El vecino no ha votado a Vox. El profesor, s¨ª. ¡°No me considero de extrema derecha. Pero el descafeinado no me gusta. Y el PP se est¨¢ desnaturalizando¡±, comenta. Y a?ade: ¡°Que le hablen de extremismos al ganadero al que el lobo le come la vaca y que luego no puede matar al lobo por esto y lo otro.... Eso de que todo el mundo es bueno, aqu¨ª no se lleva¡±. El vecino no est¨¢ de acuerdo con lo de los extremismos y arruga el gesto, pero comenta: ¡°Es verdad lo de los lobo; de escapada, alguno pasa¡±. Mart¨ªn asiente y a?ade: ¡°Yo he admirado mucho a Rajoy. En fin, en el fondo, Vox es el PP, qu¨¦ co?o¡±.
Un d¨ªa antes, por la noche, en Tordesillas, una localidad de Valladolid de 8.700 habitantes en el que la extrema derecha obtuvo un 30% de apoyo, tres j¨®venes sonrientes tomaban una cerveza a la puerta de un bar. A la pregunta de si hab¨ªan votado a Vox, uno de ellos, vestido con un ch¨¢ndal negro con la inscripci¨®n ¡°kickboxing¡± en el pecho, escondi¨® de golpe la sonrisa, se enderez¨® y, mirando fijamente al interlocutor, dijo:
¡ªSoy coordinador de Vox en Tordesillas. Y no hablo con periodistas como vosotros. Tenemos orden de no hablar. Tira, tira, largo de aqu¨ª.