Noche de luci¨¦rnagas en la ¡®Galicia profunda¡¯
La Federaci¨®n de Mujeres Rurales atribuye a la ¡°ignorancia¡± de una jueza de Marbella el ¡°denigrante¡± auto que blande el t¨®pico de la Galicia atrasada para negar la custodia de un beb¨¦. En el campo, ¡°los ni?os son m¨¢s libres¡±, defiende la presidenta del colectivo
¡°Somos personas, gente de aqu¨ª, / labriegas, ganaderas, de humano sentir. / Y somos socias del mundo animal. / Y s¨ª... soy de aldea, no lo tomes a mal¡±. Francisco Javier Almu¨ª?a, posiblemente el ¨²nico sordociego de Espa?a que a¨²n toca un tradicional instrumento (de ciego) como es la zanfo?a, rescata esta pieza compuesta entre amigos que habla del abismo entre lo rural y lo urbano. Francisco y su esposa, Chon Casas, decidieron dejar el centro de Vigo para fundar una nueva vida en una ald...
¡°Somos personas, gente de aqu¨ª, / labriegas, ganaderas, de humano sentir. / Y somos socias del mundo animal. / Y s¨ª... soy de aldea, no lo tomes a mal¡±. Francisco Javier Almu¨ª?a, posiblemente el ¨²nico sordociego de Espa?a que a¨²n toca un tradicional instrumento (de ciego) como es la zanfo?a, rescata esta pieza compuesta entre amigos que habla del abismo entre lo rural y lo urbano. Francisco y su esposa, Chon Casas, decidieron dejar el centro de Vigo para fundar una nueva vida en una aldea de la Ribeira Sacra cuando sus hijas, Luc¨ªa y Raquel, ten¨ªan 7 y 4 a?os. Despu¨¦s a¨²n naci¨® Ant¨®n. Y ahora que la mayor, educadora social, ha cumplido los 30 y el menor ultima sus estudios en Ourense, nadie en la familia se arrepiente de aquel cambio. En su casa rural de Taboada (Lugo), Almu¨ª?a, un antiguo enfermero que hoy se ha reconvertido en el primer gu¨ªa tur¨ªstico sordociego, recibe a urbanitas y organiza rutas nocturnas por el bosque en las que ¡°no hace falta ver para sentir¡±, y donde las ¨²nicas luces que alumbran son las estrellas y las luci¨¦rnagas. Viene gente de todo el planeta. Y resulta que la mayor¨ªa jam¨¢s hab¨ªan visto en su mundo de asfalto esas diminutas maravillas que aqu¨ª brillan como faros entre la hierba.
¡°A m¨ª me parece que es mal crecimiento / mucha apariencia, gusto artificial / plastificado, sin hueso ni espina / ¡°?M¨¦talo al horno, envasado tal cual!¡±. El canto de ciego que trova el divorcio de la ciudad con la naturaleza le sirve a Francisco para poner banda sonora a la pol¨¦mica que hizo arder Galicia de puro orgullo y amor propio la semana pasada. Las reacciones sociales arreciaron en la comunidad mientras el Parlamento auton¨®mico votaba por unanimidad una declaraci¨®n de rechazo contra los ¡°enormes prejuicios y estereotipos¡± del auto de esa jueza de Marbella, que bland¨ªa, entre otros, el argumento de la ¡°Galicia profunda¡± para decidir el futuro de un ni?o. La magistrada dictaba que un beb¨¦ de 13 meses viviera con su padre en la ciudad malague?a y no con su madre en Torea, una localidad de Muros (A Coru?a). Entre otros muchos reproches a la progenitora, la titular de Primera Instancia 7, Mar¨ªa Bel¨¦n Ure?a Carazo, argumentaba que Marbella es una ¡°ciudad cosmopolita¡± mientras que la ¡°peque?¨ªsima poblaci¨®n¡± a la que se ha trasladado la madre no es el lugar m¨¢s adecuado para que el cr¨ªo ¡°crezca en un ambiente feliz¡±.
Durante varios d¨ªas corrieron chistes por las redes sociales como ese que invitaba a apadrinar un ni?o de la ¡°Galicia profunda¡± bajo el emblema de Unicef. Hasta el presidente de la Xunta, el popular Alberto N¨²?ez Feij¨®o, publicaba una foto de la infancia en su pueblo de Os Peares (mitad Ourense, mitad Lugo) tras conocer el texto judicial. ¡°Algunas expresiones no son las m¨¢s afortunadas. Yo fui un ni?o de la Galicia profunda y... ?ni tan mal!¡±, escrib¨ªa el bar¨®n del PP.
Ver¨®nica Marcos, presidenta de Fademur Galicia (Federaci¨®n de Asociaci¨®ns de Mulleres Rurais), califica el auto de ¡°denigrante¡± y cree que solo se puede explicar por la ¡°ignorancia¡±. ¡°Resulta inconcebible, no se le puede buscar la l¨®gica... quiero que la jueza me defina qu¨¦ es la Galicia profunda y cu¨¢l es el concepto que tiene de la felicidad de un ni?o¡±, plantea esta vecina de Null¨¢n (As Nogais), una poblaci¨®n de los Ancares lucenses con 101 habitantes repartidos en ocho n¨²cleos. ¡°La felicidad para m¨ª es estar integrado en el medio y tener un entorno estable se est¨¦ donde se est¨¦¡±, sentencia la representante de las mujeres rurales.
¡°Claro que existen m¨¢s dificultades en algunas cosas¡±, admite Marcos, como el transporte escolar en una Galicia ¡°con 25.000 n¨²cleos¡± habitados, o una red de internet que sigue siendo angosta pese a las promesas pol¨ªticas. ¡°Pero tambi¨¦n hay claras ventajas, como esos conocimientos a?adidos que no tienen los ni?os de las ciudades¡±, reivindica: ¡°aqu¨ª todos ven parir a las vacas, todos saben subir a los ¨¢rboles¡±, y al mismo tiempo saben manejar un ordenador, entre otras cosas porque ¡°las salas de orde?o est¨¢n informatizadas¡±.
¡°Yo me pregunto qu¨¦ experiencias habr¨¢ tenido esa mujer, una persona a la que se le supone culta, estudiada, que anduvo por el mundo, para hacer esa afirmaci¨®n¡±, lamenta Almu¨ª?a volviendo al tema de la jueza: ¡°Con estas cosas uno se da cuenta de que ese mundo urbano est¨¢ cada vez m¨¢s alejado¡°. ¡°Es curioso que la misma semana que sale a la luz este auto vengan los Reyes a premiar una escuela por ser ejemplar¡±, comenta Marcos sobre la visita de los monarcas el pasado jueves al colegio rural agrupado Mestra Clara Torres de Tui (Pontevedra). All¨ª, los cr¨ªos de cinco a?os les demostraron que saben elaborar harina de bellotas, leer un cuento en lenguaje de signos o preparar un sementero de setas.
¡°Cuando mis hijas eran a¨²n peque?as e ¨ªbamos a Vigo a ver a la familia, mi suegro se pon¨ªa a preguntarles matem¨¢ticas, preocupado por si en el colegio no les ense?aban¡±, recuerda Almu¨ª?a. ¡°?Pues s¨ª que saben sumar!¡±, cuenta que clamaba el abuelo maravillado. ¡°Me gustar¨ªa saber cu¨¢ntos ni?os de cada aula de la ciudad van al conservatorio¡±, se pregunta el gu¨ªa, ¡°porque en las de mis hijos iban m¨¢s de la mitad¡±. Como la escuela oficial de m¨²sica est¨¢ en Lal¨ªn (Pontevedra, a 40 kil¨®metros), se organizaban entre los padres para llevarlos. Pero eso, asegura, ¡°no supone m¨¢s tiempo¡± que entrar en Madrid. ¡°Tambi¨¦n los llev¨¢bamos al cine¡±, rememora el padre: ¡°En los estrenos, en Lal¨ªn no hab¨ªa que hacer cola y no se agotaban las entradas¡±.
¡°En los colegios rurales, los padres participan y los profesores conocen bien a todos¡±, asegura la portavoz de Fademur, ¡°se pueden volcar en cada uno y realizar actividades alternativas porque no hay m¨¢s de 15 alumnos por aula¡±. ¡°En la aldea¡±, reivindica Ver¨®nica Marcos, ¡°los ni?os son libres, pueden salir a jugar tranquilos y nunca quedan sin merendar porque cualquier vecino les hace un bocadillo. Aqu¨ª todos cuidamos de todos. Puede haber rencillas por los l¨ªmites de las tierras, pero cuando hay un problema nos ayudamos. Nos une un v¨ªnculo especial¡°.
Marcos, que estudi¨® filolog¨ªa en A Coru?a, est¨¢ convencida de que ¡°el que quiere y vale, encuentra sus oportunidades¡± aunque viva en una aldea remota. Desde la pandemia, muchas familias de la ciudad de Lugo ¡°buscaron colegios para sus hijos en los municipios rurales del entorno¡±, contrapone la presidenta de Fademur Galicia: ¡°Los padres consideraron que era m¨¢s seguro para sus hijos y encontraron plaza, porque no estaban masificados¡±.
¡°Aqu¨ª solemos bromear, ¡®vamos a practicar idiomas¡¯, cuando subimos de paseo a O Cebreiro¡±, cuenta la fil¨®loga. ¡°Si lo que piensa¡± la titular del juzgado marbell¨ª es ¡°que no somos tan cosmopolitas¡±, reflexiona Marcos, ¡°deber¨ªa venir a conocer la Ribeira Sacra o el Camino de Santiago, lugares de los que se habla en todo el mundo, llenos de extranjeros¡±.
Cerezas del ¨¢rbol y salamandras del m¨¢s all¨¢
Es cierto que en la Ribeira Sacra hay muchas luciérnagas, pero en estos días de Difuntos, comenta Francisco Almuíña, “las que más se dejan ver son las salamandras”, otros animales mágicos que merecen "todo el respeto" porque hay quien dice que encarnan “las almas de los difuntos, que salen a pasear”.
“Vivir en una aldea genera unos vínculos con el entorno muy fuertes", reflexiona el guía y hostelero: "La propia relación con la muerte de los seres queridos es distinta. Aquí los vecinos tenemos la llave de la iglesia y cortamos la hierba del cementerio”. Almuíña defiende que la vida que tuvieron sus hijos en el campo no es peor, solo “diferente”. “No sé cómo hubieran sido si siguiéramos viviendo en la calle Urzáiz 112 de Vigo y no sé tampoco a dónde los llevará la vida o el amor", concluye, "pero tienen unos valores y han cultivado una responsabilidad, una independencia, unas habilidades y una capacidad de resolver" que les valdrán allá donde estén.
“Cómo se nota que tu hijo es de aldea”, le espetó una vez una turista. "No lo tomes a mal. Lo digo en el buen sentido. Porque los míos y el tuyo estuvieron jugando con una boñiga, se mancharon todos y mientras mis hijos vinieron pidiéndome auxilio el tuyo se limpió con unas hojas él solito”.
“Parece que al dinero y a la vida moderna / les gustan las vacas que el pasto no ven / conejos y gallinas bien amontonados / y bien medicados. Total, ¡igual es!”, sigue la letra del canto de ciego. “Un niño de aldea sabe que unas cerezas de la tienda no tienen el mismo sabor que las que come en el árbol”, ejemplifica el que ahora es presidente de la Federación Galega de Turismo Rural.
-¡Pero que se va a caer!, gritan alarmados algunos huéspedes cuando ven a un pequeño trepando por un tronco.
-A lo mejor cae, sí... Y de paso aprenderá las leyes de la física, les responde con una sonrisa el anfitrión.