Una aldea gallega de 15 habitantes y 59 fuentes se convierte en pieza de museo
La nueva instalaci¨®n vanguardista del artista Mateo Feij¨®o reivindica en Santiago la sabidur¨ªa rural en peligro de extinci¨®n
Elvira Morgade tiene 80 a?os y una memoria prodigiosa. En el Museo Centro Gai¨¢s, ubicado en la Cidade da Cultura de Santiago, resuena su voz recitando los nombres de todas y cada una de las 59 fuentes que ba?an la min¨²scula aldea de Ourense en la que naci¨® y de la que apenas ha salido. Son tantas que la grabaci¨®n se prolonga durante dos minutos. Forma parte de una instalaci¨®n art¨ªstica dirigida por Mateo Feij¨®o que reivindica la vida y obra de Elvira y el resto de vecinos de Vilar, en la comarca ...
Elvira Morgade tiene 80 a?os y una memoria prodigiosa. En el Museo Centro Gai¨¢s, ubicado en la Cidade da Cultura de Santiago, resuena su voz recitando los nombres de todas y cada una de las 59 fuentes que ba?an la min¨²scula aldea de Ourense en la que naci¨® y de la que apenas ha salido. Son tantas que la grabaci¨®n se prolonga durante dos minutos. Forma parte de una instalaci¨®n art¨ªstica dirigida por Mateo Feij¨®o que reivindica la vida y obra de Elvira y el resto de vecinos de Vilar, en la comarca gallega de A Baixa Limia. La creaci¨®n, incluida en el festival Escenas do Cambio 2022, es el resultado de varios meses de peculiar convivencia entre dos grupos humanos aparentemente desconectados: los supervivientes del ¨¦xodo rural y varios exponentes del arte contempor¨¢neo.
Mateo Feij¨®o (Geres, Portugal, 1968), que fue director del festival Escena Contempor¨¢nea de Madrid, del Teatro Laboral de la Ciudad de la Cultura de Gij¨®n y de las Naves Matadero de Madrid, se mud¨® en 2021 a la casa semiabandonada de sus abuelos paternos en Vilar, una envejecida aldea de solo 15 habitantes, enclavada en el ayuntamiento de Bande (Ourense) y pr¨®xima a la frontera con Portugal. Lo hizo con una misi¨®n que le rondaba la cabeza desde hac¨ªa a?os: rescatar la sabidur¨ªa de Elvira y sus vecinos, mujeres y hombres capaces de leer las nubes y predecir cambios meteorol¨®gicos por el canto de los p¨¢jaros. Sus voces y estos conocimientos ancestrales, alerta el artista, est¨¢n al borde de desaparecer: ¡°No se les ha dado el valor que tienen porque los campesinos no han podido escribir su historia. A ellos los han convencido de que su experiencia no es ¨²til. Y el problema es que se valora siempre desde una perspectiva mercantil¡±.
Con ayuda de alba?iles locales, Feij¨®o desnud¨® la Casa do Pozo, el nombre por el que es conocida la vivienda de su familia, en pie desde hace m¨¢s de 200 a?os. Retir¨® las reformas que se hab¨ªan hecho en sus estancias durante la d¨¦cada de los sesenta del siglo pasado para mejorar su ¡°confortabilidad¡±. Tir¨® tabiques. Destap¨® la piedra. ¡°Llev¨¦ la casa a su origen¡±, resume este core¨®grafo y programador cultural. All¨ª se instal¨® ¨¦l y, en diferentes periodos entre octubre de 2021 y abril de este a?o, recalaron en Vilar otros tres compa?eros del mundo del arte ¡ªlos fot¨®grafos Ximena y Sergio y el music¨®logo Txema Gonz¨¢lez de Lozoyo¡ª dispuestos a convivir con sus habitantes, a preguntarles, a fotografiarlos, a grabarles. ¡°Tuve miedo de la relaci¨®n con los artistas, porque eran gente de fuera que nunca hab¨ªa estado all¨ª. Tem¨ªa lo que pod¨ªa pasar al confrontarlos, pero me sorprendi¨® el entendimiento [de los vecinos] y aprend¨ª mucho de su generosidad. A ellos les sorprende tambi¨¦n que alguien valore lo que saben y lo que tienen. Necesitan que se les escuche, porque son conscientes de que se est¨¢ perdiendo todo¡±, admite Feij¨®o.
La instalaci¨®n art¨ªstica sobre Vilar, titulada Sons do esquecemento ou A navalla do tempo (Sonidos del olvido o La navaja del tiempo), se puede visitar en el Museo de la Cidade da Cultura de Santiago entre este martes y el pr¨®ximo s¨¢bado. El pasado viernes los vecinos de la aldea conocieron ya el resultado. Acompa?ados de familiares y amigos, hicieron un recorrido por esta ¡°experiencia sensorial¡± que arranc¨® con una emocionada bienvenida de Feij¨®o. Una maqueta del pueblo a la que se llega por un pasillo de enormes retratos de sus moradores sit¨²a al visitante. La voz de Elvira, una vez m¨¢s, recorre las calles cantando los nombres de quienes habitan cada una de las casas.
¡°?Qu¨¦ alegr¨ªa ver el pueblo en un museo! Mira t¨² hasta d¨®nde hemos llegado¡±, exclama Mar¨ªa Rodr¨ªguez, de 71 a?os, junto a su propio retrato. Ella confiesa que al principio la visita de los artistas a Vilar les pareci¨® ¡°rara¡±, aunque pronto le cogieron gusto. ¡°Hay que ir m¨¢s a menudo a las aldeas y escuchar a la gente que vivimos all¨ª¡±, tercia Elvira Morgade, un portento tambi¨¦n de la narraci¨®n de leyendas. ¡°En Vilar pasan cosas que le pueden interesar a los de fuera. Como esto que ha hecho Mateo¡±.
Rosa Dabouza, de 86 a?os, nunca imagin¨® que aquel traj¨ªn que se tra¨ªan los artistas aterrizados en Vilar saldr¨ªa alguna vez a la luz. ¡°?Y yo por all¨ª en mandil¨®n!¡±, bromea. Es madre de cinco hijos y todos abandonaron la aldea. ¡°Ninguno aprendi¨® la labranza. All¨ª quedamos cuatro pelagatos viejos. Yo creo que la gente s¨ª quiere estar en los pueblos, pero si no hay trabajo, ?de qu¨¦ viven? Y claro que se est¨¢n perdiendo muchas cosas, pero ?qu¨¦ hacemos?¡±, pregunta encogi¨¦ndose de hombros.
La instalaci¨®n que se exhibe en la Cidade da Cultura de Santiago es un compendio visual y sonoro. Juega con fotograf¨ªas y objetos recuperados de casas abandonadas, donados por los vecinos o que pertenecieron a la familia de Feij¨®o. La muestra incluye una colcha tejida por su abuela y la escopeta de su abuelo. Sobre las libretas del antiguo Icona en el que trabajaba su padre como guardia forestal, Feij¨®o imprime im¨¢genes de los actuales habitantes de la aldea. Un hacha atraviesa un pa?o de novia bordado por su madre portuguesa, en una cr¨ªtica simb¨®lica al momento en que una mujer pasaba de depender de su familia a hacerlo de su marido.
La obra dirigida por Feij¨®o es una llamada a ¡°invertir muchos conceptos¡±, afirma el autor. ?l deplora el ¡°hip¨®crita¡± regreso al campo, del que tanto se habla tras el estallido de la pandemia, cuando se empe?a en trasladar la vida de la ciudad a los pueblos. ¡°Hay que vivir en el campo con las comodidades e incomodidades del campo, hay que acompa?ar al h¨¢bitat¡±, defiende. ¡°?Qu¨¦ es la confortabilidad? ?El ruido constante en [la plaza] Tirso de Molina [de Madrid]?¡±. El proyecto de Feij¨®o tiene una segunda parte. Su plan es convertir la Casa do Pozo de sus abuelos en una residencia art¨ªstica permanente: ¡°Quiero trabajar con artistas cuya disciplina pueda dialogar con la gente que vive en Vilar. Las obras tendr¨¢n que surgir all¨ª y quedarse all¨ª¡±.