La Espa?a despoblada pierde en siete d¨¦cadas la mitad de su peso econ¨®mico y laboral
Un estudio de Funcas analiza la evoluci¨®n de 23 provincias del interior de siete comunidades aut¨®nomas


Sergio del Molino public¨® en 2016 su obra La Espa?a vac¨ªa. Un ensayo que se ha convertido en una referencia y cuyo titular se ha asentado en el vocabulario com¨²n para describir a aquellas zonas afectadas por una profunda y constante sangr¨ªa demogr¨¢fica. La despoblaci¨®n supone varios males: p¨¦rdida de actividad, merma de servicios, desequilibrios generacionales. Funcas ha puesto n¨²meros al impacto de este fen¨®meno: en los ¨²ltimos 70 a?os, 23 provincias del interior de Espa?a han visto desvanecerse la mitad de su peso demogr¨¢fico, econ¨®mico y laboral.
Espa?a ha m¨¢s que duplicado su poblaci¨®n desde principios del siglo pasado, hasta alcanzar los 47 millones de habitantes. Pese a ello, su densidad (93 habitantes por kil¨®metro cuadrado) est¨¢ por debajo de la media europea y es inferior a la de vecinos como Francia e Italia. A ello se a?ade una abrumadora disparidad entre provincias. El 90% de los residentes se concentra en el 30% de la superficie del pa¨ªs, seg¨²n el Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica y Reto Demogr¨¢fico. El 70% del territorio restante ha sufrido un intenso ¨¦xodo a partir de mediados del siglo XX, que le ha dejado con el 10% de la poblaci¨®n y un enorme desaf¨ªo por delante: sobrevivir.
Casi la mitad de los municipios espa?oles tiene actualmente una densidad de poblaci¨®n inferior a los 12,5 habitantes por kil¨®metro cuadrado, el umbral fijado por la UE para identificar territorios en riesgo de despoblaci¨®n. El estudio de Funcas La despoblaci¨®n de la Espa?a interior analiza las provincias de siete comunidades, excluyendo las capitales de provincia y las localidades de m¨¢s de 50.000 habitantes. Castilla y Le¨®n acapara la mayor¨ªa, con sus nueve provincias: ?vila, Burgos, Le¨®n, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora. Tambi¨¦n est¨¢n las tres aragonesas, Huesca, Teruel y Zaragoza; Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara, en Castilla-La Macha; Badajoz y C¨¢ceres, en Extremadura; Lugo y Ourense, en Galicia; C¨®rdoba y Ja¨¦n, en Andaluc¨ªa; y La Rioja. Todas comparten dos rasgos: han perdido habitantes entre 1950 y 2019 y, en ese ¨²ltimo a?o, presentaban una densidad de poblaci¨®n por debajo de la media nacional.
Las conclusiones son elocuentes. En 1950, estas 23 provincias acumulaban el 34,1% de la poblaci¨®n, generaban el 26,7% del valor a?adido bruto y supon¨ªan el 33,5% del empleo del pa¨ªs. Siete d¨¦cadas despu¨¦s, estas variables se han desinflado: ahora representan el 18,1% de poblaci¨®n y el 17% del empleo. Casi la mitad. Y aportan un 16,1% del valor a?adido bruto. La evoluci¨®n del PIB a lo largo de los ¨²ltimos 70 a?os refleja lo ocurrido: en siete de estas provincias, la tasa de crecimiento medio anual desde 1950 fue inferior en casi un punto a la media nacional, y m¨¢s de medio punto inferior en otras siete.
Pese ello, la brecha en la renta por habitante con el resto de Espa?a se ha ido estrechando, aunque no siempre por mejoras de la actividad. ¡°Una parte importante de esta convergencia se debe a los movimientos migratorios¡±, explica Eduardo Bandr¨¦s, profesor en la Universidad de Zaragoza y autor del estudio junto a Vanessa Az¨®n. ¡°Tampoco se trata de las provincias con los peores indicadores; hay otras, por ejemplo, con tasas de paro m¨¢s altas. Pero es cierto que la despoblaci¨®n tambi¨¦n conduce a una situaci¨®n de malestar econ¨®mico¡±.
La ca¨ªda poblacional y econ¨®mica de la Espa?a interior comenz¨® en los a?os cincuenta y se aceler¨® en las dos d¨¦cadas posteriores, con fugas masivas del campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades. El proceso sigui¨®, con menos intensidad pero con un progresivo envejecimiento de la poblaci¨®n, hasta 1991. En este per¨ªodo, los municipios estudiados perdieron el 36,3% de sus habitantes, mientras localidades comparables de otras zonas ganaban poblaci¨®n. En los noventa hubo una cierta estabilizaci¨®n, seguida por una leve mejora en la d¨¦cada de 2000 gracias a la llegada de extranjeros, que fue truncada por la crisis financiera.
La instant¨¢nea que ha dejado este proceso no es homog¨¦nea. El estudio re¨²ne las 23 provincias en tres grupos. La Espa?a despoblada que decrece tiene el peor saldo demogr¨¢fico y ha sufrido una fuerte destrucci¨®n de empleo, pero no tiene mal desempe?o en el resto de indicadores econ¨®micos. En ella se incluyen 11 provincias como Soria, Ourense o Teruel. La Espa?a que se estanca ¡ªlas provincias del sur¡ª est¨¢ menos envejecida, con niveles de renta m¨¢s bajos y un peso importante de la agricultura. La Espa?a que remonta es la mejor parada: incluye localidades que se han beneficiado de la cercan¨ªa a la capital, como Guadalajara, o que cuentan con capitales de provincia pujantes, como Valladolid o Zaragoza.
¡°En el estudio no hemos entrado en las recomendaciones, pero est¨¢ claro que hacen falta pol¨ªticas distintas¡±, avanza Bandr¨¦s. Sugiere intensificar las relaciones entre lo urbano y lo rural, mejorar las infraestructuras del transporte y sobre todo las telecomunicaciones: ¡°Pero hay que ser selectivos, elegir las inversiones. Hay localidades donde se deben garantizar los servicios, aunque la situaci¨®n es irreversible: van a desaparecer¡±.
Una cuesti¨®n de Estado
La despoblaci¨®n y el declive demogr¨¢fico han ganado protagonismo y poco a poco se han convertido en un asunto de Estado. La UE ha reconocido la magnitud del reto, que afecta a varios de sus pa¨ªses miembros, y ha afinado la asignaci¨®n de fondos para que lleguen a las zonas m¨¢s castigadas y se impulsen pol¨ªticas adecuadas. Espa?a tambi¨¦n ha puesto el reto demogr¨¢fico entre sus prioridades, mientras que los territorios m¨¢s afectados del pa¨ªs exigen recursos adicionales para cubrir los mayores costes que supone la dispersi¨®n poblacional e intentar revertir la tendencia.
Los fondos europeos que llegar¨¢n para hacer frente a la crisis desatada por la covid-19 tambi¨¦n podr¨¢n ayudar a frenar, al menos en parte, la despoblaci¨®n del interior. ¡°Pueden ayudar mucho, hay que dirigirlos a actividades con futuro¡±, considera el economista Eduardo Bandr¨¦s, quien a?ade que se podr¨ªan haber impulsado, en el pasado, otras pol¨ªticas a nivel nacional para modular el proceso. ¡°Pero se hubiera producido de cualquier manera, era irreversible¡±.
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