¡°Tenemos la sensaci¨®n de ser los grandes olvidados¡±
El sector funerario, desbordado por el alto n¨²mero de fallecimientos, se considera abandonado por la sociedad que no reconoce su trabajo en la pandemia
Un coche f¨²nebre blanco impoluto circula a poca velocidad por las desiertas calles del Cementerio Sur, en Carabanchel. Se dirige hacia la parte antigua, donde hay tumbas en tierra. Le siguen tres turismos negros con conductores cubiertos con mascarillas a cierta distancia. En los interiores de estos veh¨ªculos viajan los ¨²nicos tres familiares que pueden despedirse de esta v¨ªctima del coronavirus.
El coche blanco para y se baja el conductor que entrega una documentaci¨®n a los cuatro enterradores. Dos peque?as rosas rojas e...
Un coche f¨²nebre blanco impoluto circula a poca velocidad por las desiertas calles del Cementerio Sur, en Carabanchel. Se dirige hacia la parte antigua, donde hay tumbas en tierra. Le siguen tres turismos negros con conductores cubiertos con mascarillas a cierta distancia. En los interiores de estos veh¨ªculos viajan los ¨²nicos tres familiares que pueden despedirse de esta v¨ªctima del coronavirus.
El coche blanco para y se baja el conductor que entrega una documentaci¨®n a los cuatro enterradores. Dos peque?as rosas rojas es el ¨²nico detalle floral que porta el f¨¦retro en esta ¨¦poca de confinamiento. Los familiares descienden de los otros veh¨ªculos y dan permiso para que se inicie la ceremonia. Tienen que verla a cierta distancia de la tumba. y no se prolonga m¨¢s de 10 minutos hasta que el ata¨²d es tapado. Entre la cuadrilla encargada del sepelio est¨¢ ?ngel Santos, de 50 a?os, con 27 ya en la Empresa de Servicios Funerarios de Madrid (SFM), dependiente del Ayuntamiento de Madrid. ¡°Es impresionante lo que est¨¢ ocurriendo. Antes con dos cuadrillas sac¨¢bamos todo el trabajo diario. Ahora estamos siete y tenemos que ir a toda velocidad porque se nos acumulan los servicios¡±, reconoce este experimentado empleado.
Santos se sube a la furgoneta casi sin perder tiempo y se va al lado opuesto del camposanto. En unos 10 minutos llegar¨¢ otro coche blanco con otro fallecido. Esta vez se inhumar¨¢ en un nicho y tiene que prepararlo. ¡°Hay muchos servicios a los que no viene nadie. La familia est¨¢ en cuarentena por haber tenido contacto con el fallecido y no puede salir a la calle. Es todo muy fr¨ªo y muy triste¡±, describe el enterrador. En este caso s¨ª ha habido familia. Tres personas que se acercan de una en una al f¨¦retro y lo tocan. Uno de ellos, con el m¨®vil en vertical, transmite en directo el sepelio.
Si de por s¨ª un cementerio es un lugar silencioso y tranquilo, donde el tiempo se detiene ajeno a lo que pasa en una gran urbe como Madrid, ahora se hace mucho m¨¢s patente. Las calles interiores est¨¢n vac¨ªas y solo se escucha el ruido de los compresores de aire de los limpiadores que retiran las hojas ca¨ªdas. Al fondo, un marmolista talla una l¨¢pida a ritmo constante. Una decena de coches est¨¢n aparcados delante del crematorio. ¡°Todos estamos trabajando a destajo, pero en el horno m¨¢s todav¨ªa. Cuando yo entr¨¦, solo se incineraba al 15% de los fallecidos. Ahora seguro que es al contrario¡±, a?ade Santos.
La jornada de este enterrador comienza a las 8.30 y se prolonga hasta pasadas las tres de la tarde. Lo que m¨¢s tiempo le ocupa es preparar las tumbas en las que hay que sacar gran cantidad de tierra. Todo tiene que estar listo para cuando llegue el ata¨²d. ¡°Hay tal cantidad de entierros que es muy dif¨ªcil cumplir los horarios. A veces se han llegado a retrasar porque faltaban las coronas. Las flores llegan incluso por la tarde o al d¨ªa siguiente¡±, afirma Santos. Eso ocurr¨ªa mientras el Gobierno central lo permiti¨®, las dos primeras semanas del estado de alarma. Despu¨¦s, por no ser una actividad esencial, las florister¨ªas tuvieron que cerrar.
Una de las cosas que m¨¢s llama la atenci¨®n es el cambio de actitud de las familias de etnia gitana con motivo del coronavirus, seg¨²n Santos. En condiciones normales, al entierro suelen acudir centenares de personas ¡ª¡°hemos llegado a tener m¨¢s de 40 coches en algunos entierros¡±¡ª y se prolonga cerca de una hora, alguno con cantos al fallecido. Ahora acuden tres o cuatro como mucho, se mantienen alejados y el sepelio no dura m¨¢s de lo necesario. ¡°Adem¨¢s, nos tratan con mucha educaci¨®n y nos piden que hagamos lo que creamos¡±, a?ade el enterrador.
Muerto en los brazos
¡°Lo peor que llevan las familias es que no pueden despedirse de sus familiares. Nos llegan a pedir incluso que les abramos la caja para comprobarlo porque no se f¨ªan. L¨®gicamente, no podemos hacerlo y les explicamos que s¨ª es su familiar. As¨ª lo dice la documentaci¨®n que viene con ¨¦l¡±, detalla Santos. Este enterrador vivi¨® uno de los peores momentos cuando una mujer de unos 80 a?os con mascarilla se despidi¨® de su marido. ¡°Jes¨²s, que te vas y me dejas sola. Menos mal que no te ha matado el bicho. Se me ha muerto en los brazos¡±, no paraba de decir la mujer. La realidad era bien distinta. El f¨¦retro ven¨ªa precintado, cerrado herm¨¦ticamente y con una referencia a la Covid-19 en la documentaci¨®n.
¡°?Si tengo miedo a coger el bicho? Para nada. Los f¨¦retros nos vienen completamente desinfectados y los familiares se quedan a distancia de nosotros. Y si se incineran, se hace en hornos a 900 grados de calor¡±, concluye el enterrador, que cuenta con grandes expertos en su familia: ¡°Mi sobrina es la jefa de la UCI del hospital de Torrej¨®n, la que atendi¨® al primer paciente de coronavirus¡±.
Lo que a veces resulta p¨¦simo es el tratamiento que algunas funerarias dan a los f¨¦retros. Hay ocasiones que se ve el ata¨²d envuelto en papel transparente de embalar; en otras, precintado con cinta americana negra o marr¨®n oscuro. Y ello, pese a que la ley de sanidad mortuoria obliga a que los fallecidos por coronavirus vayan en un sudario especial precintado que evita cualquier tipo de fugas una vez que es sellado.
Desde que se inici¨® la pandemia han muerto en la Comunidad de Madrid 6.278 personas, lo que representa el 37% del total de los 16.972 fallecidos en Espa?a. Las recogidas de estas v¨ªctimas mortales las realizan los conductores y operarios de las funerarias, que en estos d¨ªas tambi¨¦n se han visto desbordados. Enfundados con equipos de protecci¨®n individual (EPI) se encargan de la parte menos reconocida de este duro proceso. ¡°Tenemos la sensaci¨®n de ser los grandes olvidados. Cuando se dan los aplausos a las ocho de la tarde, todo el mundo piensa en los sanitarios, en los bomberos o el Samur, pero nadie se acuerda de que nosotros tambi¨¦n estamos en esto¡±. Qui¨¦n habla es Jos¨¦ Luis P¨¦rez Pedrero, un conductor de 45 a?os y con 11 en los SFM.
Su jornada laboral comienza a las tres de la tarde hasta las once o m¨¢s de la noche. Si antes de la pandemia, se hac¨ªan al d¨ªa unas 50 recogidas, ahora superan las 130 de media. En cuanto reciben un aviso de que ha muerto una persona, posiblemente contagiado por el coronavirus, el equipo, formado por hasta tres personas, se pone el EPI y se dirige al domicilio o a la residencia de mayores. Las despedidas ahora son mucho m¨¢s tristes porque los familiares no se pueden acercar al fallecido. ¡°No les pueden dar ni un triste beso y solo le pueden ver a distancia, con el riesgo de que ellos tambi¨¦n resulten contagiados¡±, describe P¨¦rez Pedrero. La normativa actual proh¨ªbe los velatorios y restringe a tres el n¨²mero de personas que puede acudir a los entierros.
El conductor recuerda c¨®mo hace unos d¨ªas fueron al distrito de Usera a recoger a un hombre de unos 80 a?os y les abri¨® la puerta su hijo de unos 60. Mientras le preparaban, el hijo alz¨® la mano y dijo en alto: ¡°Hasta luego, campe¨®n¡±. Fue la ¨²nica despedida, sabiendo adem¨¢s que ya no lo volver¨ªa a ver nunca m¨¢s. A todos los funerarios se les saltaron las l¨¢grimas. ¡°Algunos compa?eros han vivido incluso escenas en que los familiares les piden perd¨®n en alto por no poder abrazarlos ni tocarlos, mientras se echan a llorar sin ning¨²n tipo de consuelo¡±, recuerda este funerario con los ojos cristalinos. ¡°Es nuestro trabajo y lo llevamos con el mayor decoro, pero a esto, desde luego, no estamos acostumbrados¡±, a?ade P¨¦rez Pedrero. ¡°Nos sentimos un pocos desplazados porque tambi¨¦n pertenecemos al sector sanitario, aunque seamos el ¨²ltimo eslab¨®n. Nuestra labor tambi¨¦n es importante y deber¨ªa ser un poco m¨¢s considerada¡±, a?ade con bastante tristeza.
El silencio del tanatorio
Si la tranquilidad se respira en el Cementerio Sur, se hace mucho m¨¢s estremecedora en el tanatorio de la M-30. Las salas de velatorio est¨¢n cerradas y se ha interrumpido el continuo entrar y salir de personas y de veh¨ªculos. Tan solo dos taxistas hacen guardia a la entrada, mientras solo se oye hablar a un vagabundo a lo lejos. En las entra?as de este edificio inaugurado el 3 de febrero de 1984 por el entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galv¨¢n, solo se mueven los empleados de los SFM. El trasiego de f¨¦retros y ata¨²des es continuo. A un lado, est¨¢n los EPI y los guantes colgados. Al otro, cajas vac¨ªas listas para ser utilizadas. En medio, una mesa repleta de cajas de guantes, de cintas para precintar, de mascarillas y de gafas de protecci¨®n. Al fondo, la almendra central de la capital ajena a esta luctuosa realidad.
¡°Cuando se vivieron los atentados del 11-M o el accidente de Spanair, hubo una gran cantidad de muertos, pero fue solo ese d¨ªa y ya. Ahora es todos los d¨ªas y no sabemos hasta cu¨¢ndo¡±, afirma un empleado de los SFM. ¡°Todos hemos arrimado el hombro y estamos prolongando las jornadas¡±, afirma el operario mientras carga un ata¨²d en la furgoneta. Justo unos minutos antes, ha trasladado un f¨¦retro a uno de los velatorios del tanatorio de la M-30. Ahora los utilizan c¨®mo c¨¢maras.
Las flores, un negocio que amenaza con ir a la ruina
Lo habitual en un entierro o en una incineraci¨®n es que el f¨¦retro vaya rodeado de coronas y de centros de flores. Familiares, amigos y empresas muestran de este modo el reconocimiento al finado y a sus allegados. Esa tradici¨®n se ha visto rota tambi¨¦n por la crisis del coronavirus, en especial, en los ¨²ltimos 15 d¨ªas. La ampliaci¨®n del estado de alarma limit¨® el trabajo s¨®lo a las actividades esenciales para la sociedad, entre las que no se encuentran las florister¨ªas. Un empresario de Villaverde, que prefiere no dar su nombre, ha tenido que hacer un expediente de regulaci¨®n temporal de empleo (ERTE): de los 19 empleados solo trabajan, y como servicios m¨ªnimos, dos.
Calcula que ha perdido unos 30.000 euros en flores que tendr¨¢ que tirar en estos d¨ªas al no poder darles salida. A ello se une que tiene un contrato con compa?¨ªas de Colombia que, pese a que no le manden la flor, le obligan a pagar una tercera parte del precio. ¡°Les he dicho que ni se les ocurra mand¨¢rmelas. Para tirarlas yo, que las tiren ellos y, al menos, me evito los gastos de aduanas y el flete¡±, reconoce este empresario.
En otras ¨¦pocas, su negocio habr¨ªa tenido en estas ¨¦pocas un gran movimiento, pero ahora cree que terminar¨¢ ¡°en la ruina¡±. ¡°Se acerca el d¨ªa de la madre, una jornada con muchas ventas y tampoco vamos a poder abrir los negocios. Pero es que detr¨¢s de nosotros tambi¨¦n est¨¢n los agricultores y los viveros que no van a dar salida a esa flor. Este sector incluye a mucha gente que va a pasarlo muy mal como la situaci¨®n no se arregle pronto¡±, describe este empresario.
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