Unos son clientes concienciados... otros pasan absolutamente de las normas de seguridad
¡°Cuando los clientes rompen en aplausos llam¨¢ndonos h¨¦roes es cuando pienso que mi trabajo vale m¨¢s de lo que muchos creen¡±, dice Juli¨¢n Garc¨ªa, charcutero en un hipermercado de Madrid
Todo dej¨® de ser tranquilo. El hipermercado estall¨® en un sin fin de clientes descontrolados. Me invadi¨® la incertidumbre del motivo de dicha conducta. Los clientes arrasaron con la tienda, estanter¨ªas vac¨ªas, comportamientos guiados por un p¨¢nico a lo desconocido. Desde ese mismo momento, nada ha vuelto a ser igual.
Y as¨ª me siento yo: hemos vivido un caos, sin saber c¨®mo reaccionar. S¨®lo pod¨ªa hacer lo que s¨¦ hacer: atender a todo el mundo lo m¨¢s r¨¢pido posible, notando mi cansancio y agotamiento ante una oleada de clientes.
Los d¨ªas siguientes el cansancio es mayor. Las normas...
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Todo dej¨® de ser tranquilo. El hipermercado estall¨® en un sin fin de clientes descontrolados. Me invadi¨® la incertidumbre del motivo de dicha conducta. Los clientes arrasaron con la tienda, estanter¨ªas vac¨ªas, comportamientos guiados por un p¨¢nico a lo desconocido. Desde ese mismo momento, nada ha vuelto a ser igual.
Y as¨ª me siento yo: hemos vivido un caos, sin saber c¨®mo reaccionar. S¨®lo pod¨ªa hacer lo que s¨¦ hacer: atender a todo el mundo lo m¨¢s r¨¢pido posible, notando mi cansancio y agotamiento ante una oleada de clientes.
Los d¨ªas siguientes el cansancio es mayor. Las normas de seguridad empezaban a imponerse (distancias de seguridad y aforo limitado, entre otras). Cada vez me siento m¨¢s frustrado ante esta situaci¨®n para todos desconocida.
Poco a poco la seguridad se incrementa (guantes, mascarillas, gel hidroalc¨®holico¡). Me vi obligado nuevamente a dejar mi puesto de trabajo, que termina en una cuarentena confinado en casa durante tres semanas en los que las molestias, falta de aire, tos, dolores, p¨¦rdida de gusto y olfato me acompa?an d¨ªa y noche.
Me he visto obligado a ocultarle a mi familia mi baja, para no preocuparles a¨²n m¨¢s. Sobre todo, tras ver c¨®mo mi hermano y mi cu?ada se quedan temporalmente sin trabajo -como otros tantos millones de espa?oles-, sin saber cu¨¢nto tiempo se extender¨¢ esta situaci¨®n.
Me siento frustrado. Llevamos m¨¢s de 18.000 fallecidos. Al volver a mi puesto de trabajo en el que he sentido el apoyo y el cari?o de todos mis compa?eros, que me llamaron a diario, videollamadas y mensajes, me encuentro con otra realidad. Clientes que est¨¢n 100% concienciados y otros que pasan absolutamente de las normas de seguridad frente a esta situaci¨®n. Nos ponen en riesgo a los compa?eros y al resto de clientes. Y a la hora de llamarles la atenci¨®n, a¨²n tienen la desfachatez de encararse a cualquiera que les llame la atenci¨®n. Hay gente que viene tres y cuatro veces el mismo d¨ªa a comprar art¨ªculos que est¨¢n muy lejos de llamarse de ¡°primera necesidad¡±.
Y yo pienso. ?Por esta gente tengo que arriesgar mi salud, mantenerme alejado de mi familia por miedo a ser un portador en potencia de este virus que nos est¨¢ atacando? Hemos recibido insultos por no atenderles ya en la hora de cerrar.
Y vuelvo a pensar: ?Se merecen que estemos a pie de ca?¨®n por ellos? No lo creo. Pero llega el momento en el que clientes, de la nada, rompen en aplausos llam¨¢ndonos h¨¦roes y agradeci¨¦ndonos el estar al pie de batalla. Es cuando pienso que mi trabajo vale m¨¢s de lo que muchos creen. Ellos me hacen ver lo importantes que somos en estos momentos tan duros y pienso en mi familia. Lo hago por ellos y por todos esas personas que nos necesitan.
S¨¦ que cuando esto termine, habr¨¢ dos tipos de personas. Los que aprendieron a ser mejor persona y los que ya eran ego¨ªstas y ahora lo ser¨¢n a¨²n m¨¢s.
La experiencia personal: anecdotario de los madrile?os durante la crisis sanitaria
Todos tendremos una historia que contar sobre c¨®mo vivimos el confinamiento por la pandemia del coronavirus. Este es un relato coral de los vecinos de Madrid a trav¨¦s de textos en primera persona.