El almac¨¦n de cerebros de Madrid
El Banco de Cerebros del Hospital Fundaci¨®n Alcorc¨®n investiga y custodia 2.500 ¨®rganos donados para la ciencia
Metidas en los tarros de formol hay unas masas gris¨¢ceas. Qui¨¦n lo dir¨ªa: nosotros somos eso, esa cosa h¨²meda y blandengue. Dentro de un cerebro cabe un universo: hay tantas neuronas como estrellas en la V¨ªa L¨¢ctea, pero tambi¨¦n cabe todo un universo personal: las emociones, la memoria o todo el conocimiento que adquirimos, un mundo metido en un ¨®rgano que pesa cerca de un kilo y medio. Dicen por aqu¨ª que los visitantes suelen asociar los cerebros a la comida. La verdad es que el cerebro, por su aspecto, podr¨ªa estar hecho de foie gras de oca, o ser una coliflor, o un champi?¨®n gigante. Eso s¨ª...
Metidas en los tarros de formol hay unas masas gris¨¢ceas. Qui¨¦n lo dir¨ªa: nosotros somos eso, esa cosa h¨²meda y blandengue. Dentro de un cerebro cabe un universo: hay tantas neuronas como estrellas en la V¨ªa L¨¢ctea, pero tambi¨¦n cabe todo un universo personal: las emociones, la memoria o todo el conocimiento que adquirimos, un mundo metido en un ¨®rgano que pesa cerca de un kilo y medio. Dicen por aqu¨ª que los visitantes suelen asociar los cerebros a la comida. La verdad es que el cerebro, por su aspecto, podr¨ªa estar hecho de foie gras de oca, o ser una coliflor, o un champi?¨®n gigante. Eso s¨ª, no despierta el apetito, m¨¢s bien al contrario.
En el Banco de Cerebros del Hospital Universitario Fundaci¨®n Alcorc¨®n custodian unos de 2.500 cerebros donados para la investigaci¨®n cient¨ªfica. Los tratan con todo el cuidado y consideraci¨®n, y bajo fuertes medidas de seguridad. ¡°No hay que olvidar estos 2.500 cerebros eran 2.500 personas¡±, apunta Marisa Casas, directora del Banco. Es el objeto m¨¢s complejo que existe, y el ¨²nico que trata de comprenderse a s¨ª mismo. En estos laboratorios est¨¢n en ello.
Investigan en enfermedades neurodegenerativas o tumores cerebrales, adem¨¢s, env¨ªan muestras a otros investigadores remotos, despu¨¦s de estudiar concienzudamente sus proyectos. ¡°A veces me imagino c¨®mo ser¨ªa el momento en el que Ram¨®n y Cajal consigui¨® ver por primera vez una neurona¡±, dice Casas, ¡°probablemente trabajando solo en su laboratorio, quiz¨¢s a una hora intempestiva¡±. Hoy en d¨ªa, esa imagen rom¨¢ntica del cient¨ªfico solitario no opera: la ciencia se hace en grupo y en red, es una haza?a colectiva.
El viaje de un cerebro donado comienza en la sala de autopsias, donde se le extrae al cad¨¢ver (dicen que el cuerpo del donante no ¡°sufre¡± demasiado). En una estancia aleda?a nos muestran diferentes secciones de cerebro. Unos no presentan patolog¨ªa y otros muestran la enfermedad de Alzheimer o Parkinson, como explica la neuropat¨®loga Carmen Guerrero. El cerebro con Alzheimer est¨¢ muy atrofiado, como carcomido: en esa materia desaparecida habitaban los recuerdos, las funciones, la identidad de las v¨ªctimas, todo lo que se acab¨® por disolver. En el caso de Parkinson se aprecia una p¨¦rdida de la sustancia negra. ¡°Como esa zona est¨¢ relacionada con el movimiento, los pacientes suelen mostrar esos temblores tan caracter¨ªsticos¡±, explica Guerrero.
Los cerebros est¨¢n arrugados: esas convoluciones cerebrales resultan en que la corteza, responsable de las funciones superiores, tenga una mayor superficie. En los cerebros con Alzheimer esos surcos son mucho m¨¢s profundos y notorios. Hay tambi¨¦n un cerebelo: en esa peque?a parte del enc¨¦falo, que cabe en la palma de la mano, se regulan funciones como la coordinaci¨®n o el equilibrio. El hipocampo tiene forma de caballito de mar y en ¨¦l, como en un disco duro, reside parte de nuestra memoria. Cada sector del cerebro tiene su funci¨®n, aunque, debido a la plasticidad neuronal, esta distribuci¨®n puede variar, por ejemplo, cuando se producen lesiones.
Los cerebros se dividen posteriormente en los dos hemisferios. Uno se conserva en formol y el otro se refrigera a 80 grados bajo cero, una temperatura a la que se conservan las prote¨ªnas, los tejidos, la informaci¨®n biol¨®gica, para estudios protein¨®micos o gen¨®micos. Son estas salas, en el s¨®tano del hospital, las m¨¢s inquietantes, los almacenes de cerebros. En otros almacenes de nivel 3 de seguridad, a los que hay que acceder con protecci¨®n, se almacenan los cerebros afectados de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, el da?o cerebral asociado a los priones, prote¨ªnas que, en una de sus variantes, causan la llamada enfermedad de las vacas locas. Este es un centro de referencia en esta enfermedad.
Los biobancos como este, perteneciente de la Red Nacional de Biobancos del Instituto de Salud Carlos III (son 39 y contienen casi 630.000 muestras), se legislaron por primera vez en 2007. Algunos son de investigaci¨®n b¨¢sica, otros, como este, son biobancos hospitalarios. ¡°Tenemos la ventaja de trabajar en un contexto cl¨ªnico y asistencial: as¨ª se facilita el paso de la investigaci¨®n b¨¢sica a sus aplicaciones. Somos como una bisagra entre los dos aspectos¡±, se?ala la directora.
¡°Todo acaba bajo un microscopio¡±, dice Casas. Al final del camino del cerebro investigado est¨¢ el laboratorio donde se obtienen finas muestras, de cuatro micras de ancho, que se tratan de diferentes maneras (ant¨ªgenos, colorantes, etc) para ver diferentes cosas. ¡°Utilizamos diferentes dianas, hacemos brille o se haga visible aquello que estamos buscando m¨¢s que tratar de ver las estructuras enteras, es un proceso muy selectivo¡±, a?ade la investigadora. Al ocular del microscopio nos muestran las neuronas sanas, los vasos sangu¨ªneos, la gl¨ªa (c¨¦lulas que sirven de soporte a las neuronas), algunos axones. Tiene el aspecto, como tantas cosas al microscopio, de una obra de expresionismo abstracto que solo sabe interpretar aquel que tiene los conocimientos necesarios.
Si antes vimos los estragos del Alzheimer en un cerebro macrosc¨®pico, ahora nos muestran la apariencia microsc¨®pica de la enfermedad. ¡°Esos puntos son las neuronas afectadas por las prote¨ªnas que causan la enfermedad, tau y beta-amiloide, que se depositan dificultando las conexiones entre esas c¨¦lulas¡±, explica Guerrero mientras mira por el ocular. As¨ª, con el avance de estos ac¨²mulos, en mayor cantidad y en diferentes ¨¢reas, el cerebro se va atrofiando y se va difuminando lo que somos. Porque somos eso: esas conexiones, esas neuronas, el ¨®rgano gris¨¢ceo y blandengue que llamamos cerebro.
Donar para la investigaci¨®n
Esta actividad cient¨ªfica depende de la donaci¨®n de cuerpos a la ciencia. Aunque Espa?a es l¨ªder en donaci¨®n de ¨®rganos, es decir, cuando usted dona su coraz¨®n para que otro lo use; tambi¨¦n es importante la donaci¨®n a la ciencia, m¨¢s desconocida: cuando usted dona su cerebro, por ejemplo, para los investigadores. ¡°En ambos casos es un acto de gran generosidad¡±, dice Casas, ¡°y hay que hacer hincapi¨¦ en que la donaci¨®n a la ciencia tambi¨¦n es una ayuda a los dem¨¢s: todos nos beneficiamos de los avances de la investigaci¨®n¡±. Seg¨²n explican, las personas y familiares v¨ªctimas de enfermedades neurodegenerativas son bastante proclives a donar sus cerebros a la ciencia: conocen los sufrimientos y entienden la necesidad de soluciones. ¡°Pero tambi¨¦n es preciso concienciar a las personas sanas, cuyos cerebros tambi¨¦n necesitamos¡±, concluye Guerrero.