La carta abierta del Mara?¨®n a sus pacientes tras la crisis del coronavirus: ¡°Hab¨¦is sido nuestra familia¡±
"Durante esos interminables d¨ªas y temidas noches hab¨¦is sido nuestras parejas, padres y hermanos, nuestros abuelos, hijos, compa?eros y amigos", dicen los profesionales del hospital en el texto
Poco m¨¢s de un mes despu¨¦s de que se decretara el estado de alarma originado por la crisis del coronavirus, el Gregorio Mara?¨®n, el hospital m¨¢s grande de Madrid y el tercero de Espa?a, ya se hab¨ªa transformado por completo para hacer frente a la covid-19. Se convirti¨® en una peque?a ciudad, con sus ciudadanos unidos en la adversidad. Ahora, sus profesionales dedican una carta abierta a los pacientes.
Para asistir a los sanitarios y los enfermos, el hospital incorpor¨® a finales de marzo a un equipo de 10 psiquiatras que ayudaran a sus compa?eros en el trance de dar las peores noticias. O para comunicar en su nombre a las familias que sus seres queridos hab¨ªan fallecido o les quedaban pocas horas. Fue una de las medidas de emergencia implantadas ante la enorme presi¨®n asistencial que ha soportado en este tiempo.
Tras meses de trabajo conjunto, el Mara?¨®n ha sido incluso protagonista de un documental de la periodista y guionista Georgina Cisquella. Rodado a partir de los v¨ªdeos grabados durante la pandemia desde su casa, aleda?a al hospital, muestra la importancia del trabajo de los centros de sanidad p¨²blica.
A continuaci¨®n, puede leerse el texto ¨ªntegro que los trabajadores del centro han dedicado a sus pacientes.
Carta abierta de los profesionales del hospital Gregorio Mara?¨®n a sus pacientes
Hoy los que formamos esta Casa, el Hospital Gregorio Mara?¨®n, os hablamos desde el coraz¨®n. Desde el mismo coraz¨®n que estos d¨ªas hemos utilizado como un impulso de trabajo, como un arma de construcci¨®n masiva, porque hemos aprendido que quien elige el coraz¨®n, no se equivoca nunca.
Estas palabras van dirigidas a todos vosotros, a los que no queremos llamar pacientes, sino familia, porque durante esos interminables d¨ªas y temidas noches hab¨¦is sido nuestras parejas, padres y hermanos, nuestros abuelos, hijos, compa?eros y amigos¡ y la familia no es una opci¨®n, ni un contrato, no es nada m¨¢s, ni nada menos, que entrega.
Aprendimos vuestros nombres para que supierais que estabais con nosotros, para que sintierais que est¨¢bamos con vosotros como una necesidad mutua de reconocimiento y ¡°porque dicen que nadie sabe su verdadero nombre hasta que no es llamado por una voz ajena¡±.
Os hemos tratado, os hemos cuidado, pero tambi¨¦n os hemos tendido una mano amiga para ofreceros la humanidad de la compa?¨ªa, esa que os han arrebatado durante tanto tiempo, soledad a la que nos hemos tenido que condenar tantas veces, extirp¨¢ndonos el primitivo alivio del cari?o.
Por eso hemos hablado con vosotros, re¨ªdo y llorado, hemos apretado los dientes de rabia y para coger impulso. Tuvimos que aprender a leer en vuestros ojos preguntas calladas e intentamos que hallarais en los nuestros miradas de comprensi¨®n, consuelo, esperanza, de gratitud y fuerza.
Tenemos que confesaros que el miedo a perderos nos ha hecho temblar, sollozar y derrumbarnos, pero tambi¨¦n nos hizo levantarnos, porque no era f¨¢cil llevar bien lo dif¨ªcil, pero era imprescindible.
Lo hemos intentado con tes¨®n, peleando por daros calidad y ofreciendo siempre calidez. Sin ser conscientes llegamos a acompasar nuestras respiraciones, porque vuestros suspiros eran nuestro aliento, porque cada d¨ªa era necesariamente uno m¨¢s y nunca uno menos. Celebr¨¢bamos con vosotros la vida a pie de vida, porque sab¨ªamos que perderla era perderos.
Aprendimos con dolor e impotencia que hay palabras que no se materializan, que decir mascarilla, no protege, y repetir respirador no salva vidas, por mucho que lo intent¨¢ramos o lo grit¨¢ramos. Sin embargo nada nos par¨®, ya que cuando uno tiene un porqu¨¦ siempre encuentra el c¨®mo.
Cuando tuvimos que debatirnos entre el miedo y la vocaci¨®n, siempre optamos por vosotros, y cuando no pudimos remediar lo irremediable, aprendimos que a veces aceptar no es perder, sino vencer.
Os confesamos que guardamos con amargura ese adi¨®s o esa cama vac¨ªa, convivir con lo inevitable no doblega la pena, solo obliga a sobreponerse.
Tuvimos mil errores, dos mil aciertos, tres mil maneras de ayudar, cuatro mil desalientos, cinco mil esperanzas pero una sola raz¨®n, todos y cada uno de vosotros.
Supimos siempre ¡°que la vida es un don que nos ha sido dado y s¨®lo se merece d¨¢ndola¡±, por eso decidimos abrazar a este cruel enemigo com¨²n con nuestras vidas para salvar las vuestras.
Hoy todos los que conformamos el Hospital Gregorio Mara?¨®n, queremos celebrar con vosotros la salud, porque intentamos suturar el alma y, ahora s¨ª cada salida es un triunfo, cada despedida es un aplauso, cada vida una victoria.
PORQUE YA NUNCA ESTAREMOS SOLOS, Y PORQUE HOY, POR FIN JUNTOS, HEMOS FORMADO UN NOSOTROS.
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