El a?o en que Cajal invent¨® una vacuna y no se enter¨® nadie porque lo anunci¨® en espa?ol
El Ministerio de Ciencia homenajea en plena pandemia al padre de la neurociencia e ignorado pionero de la vacunaci¨®n
Hoy es m¨¢s imaginable que hace tres meses, pero sigue siendo dif¨ªcil concebir c¨®mo era el mundo sin vacunas. A comienzos de 1885 solo exist¨ªa una: la de la viruela, elaborada a partir de virus que se cultivaban en la piel de las vacas. La esperanza de vida al nacer no llegaba a los 35 a?os en Espa?a. Cuenta Santiago Ram¨®n y Cajal en sus memorias que aquel 1885 una epidemia de c¨®lera estall¨® en Valencia, donde ¨¦l era catedr¨¢tico de anatom¨ªa. Los hospitales ¡°rebosaban de col¨¦ricos¡± y ¡°la poblaci¨®n, diezmada por el azote, viv¨ªa en la zozobra¡±, rememora Cajal. Los m¨¦dicos m¨¢s veteranos recetaban el sabroso, pero in¨²til, l¨¢udano de Sydenham: vino con opio, azafr¨¢n, clavo y canela. Los m¨¢s j¨®venes recomendaban hervir el agua antes de beberla, sabedores de que un a?o antes el cient¨ªfico alem¨¢n Robert Koch hab¨ªa anunciado que un microbio era el culpable del c¨®lera, una diarrea letal capaz de matar a una persona en cuesti¨®n de horas. Y Cajal, seg¨²n reivindic¨® ¨¦l mismo, invent¨® una soluci¨®n a sus 33 a?os: ¡°la vacuna qu¨ªmica¡±.
El Ministerio de Ciencia, el Instituto Cervantes y el CSIC han homenajeado este lunes a Cajal, depositando en la c¨¢mara acorazada de la organizaci¨®n cultural en Madrid la medalla de oro del Nobel de Medicina que el cient¨ªfico gan¨® en 1906 tras descubrir ¡°los hilos telegr¨¢ficos del pensamiento¡±: la estructura de las neuronas del cerebro humano. Pero Ricardo Mart¨ªnez, director del Instituto Cajal (CSIC), ha recordado la faceta m¨¢s desconocida del padre de la neurociencia: ¡°Fue un pionero y visionario de la vacunaci¨®n¡±.
Aquel 1885 suena ligeramente familiar. En junio, las autoridades declararon oficialmente la epidemia de c¨®lera en Madrid y los comerciantes organizaron manifestaciones para exigir que las medidas preventivas no afectasen a sus negocios. El diario ultraconservador El Siglo Futuro calific¨® las decisiones gubernamentales de ¡°terrorismo epid¨¦mico¡±.
Valencia se hab¨ªa convertido por entonces en el epicentro de la ciencia mundial. Un joven m¨¦dico catal¨¢n, Jaime Ferr¨¢n, apareci¨® en la ciudad con una vacuna experimental contra el c¨®lera: una inyecci¨®n subcut¨¢nea de peque?as dosis del microbio que el investigador ya hab¨ªa probado consigo mismo y con sus hijos. Cient¨ªficos y periodistas de medio mundo viajaron a Valencia para comprobar la eficacia de la nueva vacuna. En poco tiempo, Ferr¨¢n inocul¨® la bacteria a unas 30.000 personas, desatando una pol¨¦mica entre los defensores de la vacunaci¨®n experimental y sus detractores, muy cr¨ªticos con el secretismo del m¨¦dico sobre su procedimiento.
Cajal, consultado por las autoridades de Zaragoza, elabor¨® un informe urgente sobre la controvertida vacuna de Ferr¨¢n y puso en duda su eficacia. En lugar de microbios vivos, propuso utilizar una vacuna de g¨¦rmenes del c¨®lera muertos por el calor. Public¨® su idea y la demostraci¨®n experimental con animales en septiembre de 1885. Era un nuevo tipo de vacunas, hoy llamadas muertas o inactivadas y ya en ensayos en humanos contra la covid-19.
¡°El espa?ol es una lengua desconocida de los sabios¡±, lament¨® Cajal
Sin embargo, el honor del descubrimiento se lo llevaron los bacteri¨®logos estadounidenses Daniel Salmon y Theobald Smith, que publicaron conclusiones similares de manera independiente en 1886. El apellido Salmon, adem¨¢s, dio nombre a la salmonela. ¡°La publicaci¨®n de Cajal fue en castellano y nadie la ley¨®. Los americanos publicaron en ingl¨¦s y tuvo difusi¨®n¡±, lamenta Juan Andr¨¦s de Carlos, responsable del Legado Cajal en el CSIC.
¡°Cajal hizo una propuesta que no se tradujo en ninguna aplicaci¨®n pr¨¢ctica en humanos, frente a la propuesta de Ferr¨¢n, que s¨ª contribuy¨® de alguna manera a frenar la epidemia de c¨®lera de 1885¡±, opina el m¨¦dico Jose Tuells, historiador de la vacunolog¨ªa de la Universidad de Alicante.
El ministro Pedro Duque record¨® este lunes que el propio Cajal lament¨® la invisibilidad de sus primeras investigaciones. ¡°Admit¨ªase que Espa?a produjera alg¨²n artista genial, tal cual poeta melenudo, y gesticulantes danzarines de ambos sexos; pero se reputaba absurda la hip¨®tesis de que surgiera en ella un verdadero hombre de ciencia¡±, escribi¨® Cajal en sus memorias, Recuerdos de mi vida (1917). ¡°El espa?ol es una lengua desconocida de los sabios¡±.
Fe de errores: En la primera versi¨®n de este art¨ªculo se afirmaba por error que ¡°Ferr¨¢n inocul¨® el virus a unas 30.000 personas¡±, cuando lo que inocul¨® fue el microbio que se mencionaba en las frases anteriores: la bacteria responsable del c¨®lera.
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