No somos una moda
Ser de barrio ni se estudia ni se compra, se es y, adem¨¢s, de muchas formas, porque no solo existe un tipo de persona
Hasta hace no tanto tiempo, y todav¨ªa en la actualidad, decir que eras de un sitio que no ha tenido buena fama tradicionalmente o escribirlo en tu CV pod¨ªa suponer, exagerando bastante, que te imaginaran gritando ¡°agua¡± para avisar de que ven¨ªa la polic¨ªa mientras tus vecinos pasaban droga o que pensaran que en tu horario escolar, cual Ze Pequeno, te dedicabas a delinquir, sin m¨¢s. Pero llevamos una temporada (m¨¢s o menos larga) en la que los modernos llevan el ch¨¢ndal de t¨¢ctel colorido de las fotos de adolescencia que escondes por verg¨¹enza est¨¦tica. No es una tendencia aislada, en Louis Vui...
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Hasta hace no tanto tiempo, y todav¨ªa en la actualidad, decir que eras de un sitio que no ha tenido buena fama tradicionalmente o escribirlo en tu CV pod¨ªa suponer, exagerando bastante, que te imaginaran gritando ¡°agua¡± para avisar de que ven¨ªa la polic¨ªa mientras tus vecinos pasaban droga o que pensaran que en tu horario escolar, cual Ze Pequeno, te dedicabas a delinquir, sin m¨¢s. Pero llevamos una temporada (m¨¢s o menos larga) en la que los modernos llevan el ch¨¢ndal de t¨¢ctel colorido de las fotos de adolescencia que escondes por verg¨¹enza est¨¦tica. No es una tendencia aislada, en Louis Vuitton, por ejemplo, nombraron director creativo a Virgil Abloh, un dise?ador afroamericano de Chicago que ha llevado la cultura callejera a la marca.
Ahora bien, ser de barrio ni se estudia ni se compra, se es y, adem¨¢s, de muchas formas, porque no solo existe un tipo de persona. Obviamente, hay l¨®gicas que se repiten en nuestros entornos, como la resistencia del peque?o comercio, que trata de mantenerse a pesar de las nuevas formas de consumo y de las crisis galopantes que se suceden y se suceden y se suceden; o saber cu¨¢l es el nombre de la persona que vive enfrente y hasta tener una copia de su juego de llaves util¨ªsimas cuando se le olvidan y tambi¨¦n para regarle las plantas o subir y bajar las persianas de su hogar en verano con el fin de disimular su ausencia vacacional. Irse a andar con las vecinas llueva o truene, jugar a la petanca en el parque y que los bancos de las plazas casi sean nominativos, tras a?os us¨¢ndolos, son otros de los cl¨¢sicos de los extrarradios.
Estar lejos de la almendra central tambi¨¦n puede ser vivir ostracismo y olvido institucional y tener claro que cuando se acabe la moda volver¨¢s a dejar de estar de moda. As¨ª pues, los pisos en los que se ven las s¨¢banas y las bragas colgadas de casa a casa, que hoy sirven como escenario para videoclips, los sitios en los que quedamos que, en general, no tienen nombres de personajes que salen en los libros de texto y, si los tienen, nadie los recuerda ya que los llamamos ¡°la plaza¡±, ¡°la curva¡± o ¡°el muro¡± dejar¨¢n de ser cool y retornar¨¢n a la invisibilidad o, peor, a ser se?alados por vulgares.
En cualquier caso, ser de barrio no es solo vivir en ¨¦l sino apostar por ¨¦l y por su, ahora todav¨ªa m¨¢s, maltrecha econom¨ªa. Ya hice un texto que ten¨ªa como protagonista un mercado en Alcorc¨®n, esta vez he visitado otro que estaba a¨²n peor. Me daba hasta miedo entrar en ¨¦l, no porque hubiera fantasmas dentro sino porque estaba lleno de los cad¨¢veres ya fr¨ªos de los locales que se quedaron sin vida cuando sus due?os se jubilaron. Se not¨® mi presencia enseguida, porque no hab¨ªa nadie m¨¢s. Es terrible ver los sitios que otrora fueron pura actividad, agonizando. ?Qu¨¦ pasa con los tenderos y tenderas que estiraron sus jornadas de trabajo por repartir a domicilio para que no nos faltara de nada durante el confinamiento? Apoyemos al comercio de barrio, ayudemos del mismo modo en el que nos ayudaron.