Volver a empezar, de nuevo
Los clientes del barrio son como una familia y nunca te abandonan

Cuando abrieron Las 3 ni?as, en Noviembre de 2018, ni Elena Mart¨ªnez ni su marido, Pedro Samaniego, sab¨ªan tirar una ca?a, no obstante, se embarcaron en la aventura de ponerse detr¨¢s de una barra debido a que buscaban estabilidad econ¨®mica.
Encontraron el local perfecto, el de debajo de la casa de los padres de Pedro, el que conoc¨ªa desde peque?o y del cual comenta que era ¡°el mejor del barrio¡±, entre otras cosas, por la personalidad arrolladora de quienes lo regentaban durante su infancia. Explica que lograron que en aquel sitio, situado en una zona humilde de Legan¨¦s en donde, por aquel entonces, ¡°todo era campo¡± salvo los pisos en los que resid¨ªan, la mayor parte del vecindario se congregara ah¨ª a tomar algo, a contarse alegr¨ªas y penas o, simplemente, a verse.
Hasta el nombre les ven¨ªa que ni pintado, puesto que entre Pedro y Elena, tienen tres hijas. Casi parec¨ªa algo premonitorio, como si ese tuviera que ser su lugar. Con todo, los inicios, fueron duros. En el s. XXI, hay muchos m¨¢s pisos, la gente ya no se conoce entre s¨ª y la oferta es m¨¢s amplia.
Le echaron horas, buenos pinchos, platos de los que har¨ªan en su casa, cocinados con esmero y conquistaron por el est¨®mago. Ahora bien, si consiguieron que ¡°Las 3 ni?as¡± resurgiera cu¨¢l ave f¨¦nix no fue ¨²nicamente por su comida, la fidelizaci¨®n de la clientela basada en recordar cada nombre, en preguntar por el t¨ªo que les hab¨ªan dicho que estaba malo o por la boda de la sobrina o en hacer de conectores con otras personas del barrio (actualmente, lo llaman networking) , en caso de que alguien necesitara algo, ha funcionado. El ambiente era tan bueno que, en sus dominios, hasta vieron c¨®mo varios grupos de amistades y parejas se forjaron.
Les cost¨® un a?o ver c¨®mo el negocio empezaba a prosperar. Y entonces, cuando llevaban unos cuatro meses recogiendo lo sembrado, vino la pandemia y tuvieron que echar el cierre. Se enteraron por la tele de que su manera de ganarse la vida ten¨ªa que abrir un par¨¦ntesis. En la medianoche del 14 de marzo fue la polic¨ªa y les comunic¨® que deb¨ªan irse. No les dej¨® siquiera limpiar los vasos de la barra, que atestiguaban una actividad incesante, conseguida a paso a paso, tapa a tapa, charla a charla.
Al principio, dijeron que el confinamiento durar¨ªa dos semanas, luego, otras dos m¨¢s. El tiempo pasaba, la comida que ten¨ªan almacenada fue pudri¨¦ndose y los ahorros termin¨¢ndose, de modo que empezaron a devolver recibos, a silbar cuando tocaba pagar la hipoteca, a no dormir y a sentir que su esfuerzo no hab¨ªa servido para nada, hasta que al fin pudieron reanudar su actividad.
Ahora, el negocio est¨¢ a punto de cumplir dos a?os y tienen la sensaci¨®n de volver a empezar, de nuevo. Sin embargo, lo bueno del bar del barrio, de haber hecho clientes que ya son un poco familia es que, pese a la penosa situaci¨®n econ¨®mica, aunque no consuman lo de antes, no les dejan solos, vuelven a verles, porque ese sitio, de alguna manera, por los recuerdos que han generado ah¨ª, por los buenos ratos, tambi¨¦n les pertenece.
Ojal¨¢ os vaya bien en esta segunda ola. Fuerza.
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