La nueva felicidad
Se corresponde con gestos que, curiosamente, antes no solo no me pon¨ªan el coraz¨®n contento sino que me daban igual
Con la segunda ola, hay viernes en los que nos levantamos pensando que ya queda menos para que salga la vacuna y lunes lluviosos en los que la abulia nos deja tumbados en el sof¨¢. El caso es que hemos modificado o, m¨¢s bien, limitado nuestras actividades cotidianas y transformado nuestros par¨¢metros de satisfacci¨®n. Ahora, quedas con un margen de dos a?os, asumes que salir a dar una vuelta es bajar la basura y que fiest¨®n es juntarte con cinco personas m¨¢s o tres, seg¨²n la provincia. ?Y a qu¨¦ llamamos felicidad en este contexto?
La nueva felicidad se corresponde con gestos que, curiosamente, antes no solo no me pon¨ªan el coraz¨®n contento sino que me daban igual. Sin embargo, teniendo en cuenta que solo salgo de casa para ir a trabajar, lo que me provoca subid¨®n es comprarme el queso que me encanta, tener los tuppers ordenados, cada uno con su tapa, que la cocina reluzca y la casa huela a limpio o animarme, una vez cada quince a?os bisiestos, a montarme en la bicicleta est¨¢tica y hacer, al menos, siete kil¨®metros¡ No he llegado al punto de disfrutar planchando, es m¨¢s, no he llegado al punto de planchar, pero hubo un d¨ªa en el que coloqu¨¦ los jers¨¦is por colores y, a continuaci¨®n, emit¨ª un suspiro que son¨® a alegr¨ªa de la de verdad.
La nueva felicidad es hablar con mis padres y que me digan ¡°sin novedad¡±, es enterarme de que van a echar en El Megahit Cari?o, he encogido a los ni?os o El Pr¨ªncipe de Zamunda. Como encima tenga pizza, se acerca al ¨¦xtasis solo comparable a que Netflix me avise de que ha salido la nueva temporada de la serie que estaba viendo.
La nueva felicidad es tomarme la temperatura cada cierto tiempo y no dar m¨¢s de 37 y si a eso le sumo estrenar pijama, bata o zapatillas de estar por casa, estamos hablando de palabras mayores.
La nueva felicidad, cuando me toca abandonar la seguridad de mi hogar, es subirme al transporte p¨²blico y que no haya mucha gente. Si encuentro en el Cercan¨ªas uno de esos asientos de cuatro sin nadie, sonr¨ªo de oreja a oreja, por debajo de la mascarilla.
La nueva felicidad es tocarme el bolsillo y comprobar que est¨¢n el m¨®vil, las llaves y el botecito de gel hidroalcoh¨®lico.
La nueva felicidad es mirarme al espejo, tras salir a la calle, haberme duchado, descontaminado, desratizado y verme horrible con el pelo mojado cual ratilla empapada pero sentirme sana y salva.
La nueva felicidad es poder ense?ar ufana mi salvoconducto, si estoy fuera de mi jurisdicci¨®n confinada y me lo pide la polic¨ªa.
Hablando en serio, me temo que la nueva felicidad no es tener grandes ingresos sino poder mantener con vida tu negocio, no tener que enviar al paro o al ERTE a tus empleados. Ojo, nueva felicidad es, incluso, poder cobrar el ERTE ya que, como saben, un mont¨®n de personas est¨¢n padeciendo retrasos o impagos incompatibles con recibos que no entienden de pandemias.
La nueva felicidad es poder apagar la tele y olvidarte, al menos unas horas, de los datos aciagos.
La nueva (y la vieja) felicidad es escuchar que alguien a quien quieres se ha curado.
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