El fin se acerca
El pensamiento positivo, incluso en Fin de A?o, puede abocarnos al desastre
El a?o pasado por estas fechas ya estaba claro que el mundo se iba al garete: cambio clim¨¢tico, servidumbre tecnol¨®gica, transhumanismo, ascenso del fascismo, fake news y crispaci¨®n en el mundo real y digital (son lo mismo), y otras amenazas, tal vez menos probables, pero igual de acojonantes: impacto de meteoritos, inviernos nucleares o nuevos realitys con famosos.
Se llaman riesgos existenciales y hay quien los estudia (como el fil¨®sofo Nick Bostrom en su Instituto p...
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El a?o pasado por estas fechas ya estaba claro que el mundo se iba al garete: cambio clim¨¢tico, servidumbre tecnol¨®gica, transhumanismo, ascenso del fascismo, fake news y crispaci¨®n en el mundo real y digital (son lo mismo), y otras amenazas, tal vez menos probables, pero igual de acojonantes: impacto de meteoritos, inviernos nucleares o nuevos realitys con famosos.
Se llaman riesgos existenciales y hay quien los estudia (como el fil¨®sofo Nick Bostrom en su Instituto por el Futuro de la Humanidad, en la Universidad de Oxford, o el Centro para el Estudio del Riesgo Existencial, en Cambrigde), de modo que hay que tom¨¢rselos en serio, como los sabios. Sin embargo, ah¨ª est¨¢bamos, celebrando las campanadas en la Puerta del Sol, viendo a Anne Igartiburu por la tele, como si la mera presencia de Anne Igartiburu y la correcta ingesti¨®n de las doce uvas fuera la garant¨ªa de un futuro luminoso.
Luego vino la pandemia y, plas, vaya hostia: ese optimismo antropol¨®gico, ese ¨ªmpetu de la vida en su reproducci¨®n infinita, ese convencimiento de que son siempre otros los que tienen accidentes de tr¨¢fico o enfermedades degenerativas, se vio trastocado por un riesgo existencial de verdad, una pandemia que parec¨ªa sacada de una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, igual que esas aplicaciones del m¨®vil que te ponen cara de perrito sonriente.
Tendemos a valorar la vida a?o a a?o y la historia d¨¦cada a d¨¦cada o siglo a siglo cuando, m¨¢s all¨¢ de lo astron¨®mico, no tienen que ver con otros procesos econ¨®micos, pol¨ªticos, sociales o sanitarios.
Ha girado la Tierra alrededor del Sol y estamos otra vez pensando que el a?o que viene todo estar¨¢ solucionado y tratando de rascar el m¨¢ximo a la fiesta, igual que el gambitero que trata de alargar con cualquier excusa el after hours cuando sabe que toda su familia est¨¢ ingresada por un accidente.
Es cierto que la gente est¨¢ siendo m¨¢s cautelosa a la hora de desear un feliz a?o (hay quien desea un a?o ¡°al menos un poco mejor¡±), pero tambi¨¦n da la impresi¨®n de que llegado el d¨ªa 1 de enero podremos cantar victoria, cuando sabemos que la administraci¨®n de la vacuna y la llegada de la inmunidad de reba?o (nunca hab¨ªamos sido tan conscientes de ser un reba?o, o una piara) no ser¨¢ un camino de rosas. Como pronto, en verano.
Pero es que tendemos a valorar la vida a?o a a?o y la historia d¨¦cada a d¨¦cada o siglo a siglo, cuando m¨¢s all¨¢ de lo astron¨®mico y de los ciclos naturales, son divisiones arbitrarias del tiempo para aclararnos un poco sobre el devenir, y que no tienen que ver con otros procesos econ¨®micos, pol¨ªticos, sociales o sanitarios.
El pensamiento positivo, como se?al¨® Barbara Ehrenreich en el ya cl¨¢sico Sonr¨ªe o muere (Turner) puede llevarnos al desastre: el optimismo hace que se desatienda a las cr¨ªas, que nadie quiera ser el aguafiestas en una burbuja financiera o que uno pase de ir a hacerse esa revisi¨®n rutinaria de la pr¨®stata. Y luego, plas, vaya hostia.