La resignaci¨®n
Muchos ni?os entran en contacto por primera vez con la frustraci¨®n al no recibir sus peticiones en Reyes
?Qu¨¦ recuerda usted con m¨¢s claridad? ?El regalo de Reyes que m¨¢s le ha gustado en su vida o el que m¨¢s ha deplorado? Yo he preguntado a algunos amigos cu¨¢l es el presente m¨¢s inesperado (para mal) que le dejaron en el zapato Sus Majestades y ha aparecido un chiquillo que a los 11 a?os recibi¨® un archivador para almacenar tarjetas de visita, una ni?a que a los 14 fue agasajada con una vajilla, un adolescente que dos a?os seguidos recibi¨® el mismo bolso masculino (lo cual me record¨® irremediablemente a Todd Anderson, el personaje de El club de los poetas muertos al que sus padres regalab...
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?Qu¨¦ recuerda usted con m¨¢s claridad? ?El regalo de Reyes que m¨¢s le ha gustado en su vida o el que m¨¢s ha deplorado? Yo he preguntado a algunos amigos cu¨¢l es el presente m¨¢s inesperado (para mal) que le dejaron en el zapato Sus Majestades y ha aparecido un chiquillo que a los 11 a?os recibi¨® un archivador para almacenar tarjetas de visita, una ni?a que a los 14 fue agasajada con una vajilla, un adolescente que dos a?os seguidos recibi¨® el mismo bolso masculino (lo cual me record¨® irremediablemente a Todd Anderson, el personaje de El club de los poetas muertos al que sus padres regalaban todos los a?os el mismo juego de escritorio) y un ej¨¦rcito de chavalines y chavalinas que nunca podr¨¢n olvidar el d¨ªa que recibieron esos juguetes que eran suced¨¢neos -no necesariamente m¨¢s baratos- de lo que realmente deseaban.
¡°Yo quer¨ªa el Ceranova, ?no el Quimicefa!¡±, me explica una alfarera que en lugar de un torno recibi¨® un matraz. Luego est¨¢n los que jam¨¢s tuvieron nada remotamente parecido a lo que siempre so?aron. Todos son ahora adultos normales o eso parecen, porque ya sabemos que de cerca nadie es normal. ¡°Despu¨¦s de recordarle a mi madre que los Reyes Magos nunca me trajeron un Tragabolas, consegu¨ª que me lo dejaran con 35 a?os¡±, me cuenta mi colega Julio, cuya progenitora debe de tener l¨ªnea directa con Oriente.
Hay ahora mismo hogares en Madrid donde ni siquiera tienen luz el¨¦ctrica y lo ¨²ltimo que pueden permitirse es un hada voladora de los Hatchimals.
No faltar¨¢ quien piense, al leer este anecdotario, que mucho peor es no recibir nada, y no le faltar¨¢ raz¨®n. Tambi¨¦n habr¨¢ quien concluya que ¡°de bien nacido es ser agradecido¡±, ¡°a caballo regalado no se le mira el diente¡± y que la pataleta por insatisfacci¨®n es propia de ni?os caprichosos, como si dar en la diana de los deseos m¨¢s profundos de las personas, peque?as o grandes, fuese una cuesti¨®n de dinero y la punzada de la decepci¨®n estuviese reservada solo a los ricos.
Tambi¨¦n est¨¢n en lo cierto, pues hay ahora mismo hogares en Madrid donde ni siquiera tienen luz el¨¦ctrica y lo ¨²ltimo que pueden permitirse es un hada voladora de los Hatchimals. Pero seguro que tambi¨¦n usted ha visto a su hijo metido dentro de la caba?a que se construy¨® con la caja de cart¨®n que conten¨ªa el ¡°aut¨¦ntico juguete¡±, ese que ten¨ªa la m¨¢quina publicitaria detr¨¢s, en el que Baltasar, el rey favorito del alcalde Almeida, se dej¨® un dineral y al que ese loco bajito (me refiero a su hijo) no hizo caso.
Aunque tradicionalmente la Noche de Reyes se asocie con el brillo de la ilusi¨®n infantil, la m¨¢s ingenua y desinteresada de todas las emociones, no pasa nada por admitir que la ma?ana del seis de enero es esa en la que much¨ªsimos ni?os entran en contacto por primera vez con la frustraci¨®n, una experiencia que entrena para la actitud adulta que empieza a ser la ¨²nica inteligente y posible en estos tiempos crispados: la resignaci¨®n. Suerte con los regalos.