Fin del estado de alarma: la Puerta del Sol recupera la Nochevieja robada al grito de ¡°?Libertad!¡±
Miles de personas celebran la primera noche sin toque de queda en Madrid desafiando la alta incidencia de la pandemia
Madrid era una botella de champ¨¢n que se ha ido agitando en las ¨²ltimas semanas al ritmo del lema ¡°Libertad¡±. El esperado taponazo en forma de euforia ciudadana tuvo en la noche del s¨¢bado al domingo uno de sus escenarios en la Puerta del Sol. All¨ª, varios cientos de personas, muchos con mascarilla en modo barbuquejo, se congregaron para festejar por todo lo alto el entierro del estado de alarma y el toque de queda. Su muerte se produjo, como estaba previsto, a las cero horas de este domingo 9 de mayo.
Fue as¨ª como la emblem¨¢tica plaza, term¨®metro del sentir general de la ciudad, se dis...
Madrid era una botella de champ¨¢n que se ha ido agitando en las ¨²ltimas semanas al ritmo del lema ¡°Libertad¡±. El esperado taponazo en forma de euforia ciudadana tuvo en la noche del s¨¢bado al domingo uno de sus escenarios en la Puerta del Sol. All¨ª, varios cientos de personas, muchos con mascarilla en modo barbuquejo, se congregaron para festejar por todo lo alto el entierro del estado de alarma y el toque de queda. Su muerte se produjo, como estaba previsto, a las cero horas de este domingo 9 de mayo.
Fue as¨ª como la emblem¨¢tica plaza, term¨®metro del sentir general de la ciudad, se dispuso a acoger la celebraci¨®n de la Nochevieja robada por el virus el pasado 31 de diciembre. Esta vez no hab¨ªa uvas, pero s¨ª latas de cerveza. Los agentes trataban de poner coto al consumo de alcohol en la plaza, pero era tanta la sed que acabaron dando por imposible su objetivo. A los lateros les sobraban clientes ante tanto gaznate seco de cantar y gritar. Lo m¨¢s coreado, sin duda, ¡°?Libertad!¡±. No importaba aparentemente que Madrid siga bajo la pesada losa de una incidencia acumulada de 317 casos por cada 100.000 habitantes en los ¨²ltimos 14 d¨ªas. Eso supone alto riesgo.
Varias decenas de agentes de la Polic¨ªa Municipal se afanaron en barrer la calle de ciudadanos a partir de las once de la noche. A esa hora se impon¨ªa por ¨²ltima vez el toque de queda y hab¨ªa que cerrar bares y restaurantes. La tarea ya se presentaba complicada porque muchos de los que deambulaban por el centro de la ciudad lo hac¨ªan con la intenci¨®n de no irse a su casa. ¡°Ahora empieza la hora de los botellones¡±, se?alaba el conductor de un coche patrulla de los municipales en el acceso a Sol desde la calle del Correo. No preve¨ªa la que se avecinaba. ¡°Este es nuestro basti¨®n¡±, justificaba junto al edificio de la presidencia de la Comunidad dando por hecho que aquello no iba a desmadrarse. En Sol hubo farra pero no disturbios, al menos hasta la una y media de la madrugada.
Donde s¨ª hubo algo de movida, y pronto empez¨® a dar cuenta de ello la emisora policial, fue en Malasa?a donde los agentes recibieron alg¨²n que otro botellazo. En la plaza del Dos de Mayo, una docena de antidisturbios termin¨® de desalojar a los que no quer¨ªan marcharse a casa. Hab¨ªa cristales rotos por el suelo y vallas amarillas para impedir el paso, informa Isabel Vald¨¦s.
Mientras, cuando los polic¨ªas lograron dejar expedito el kil¨®metro cero y sus alrededores, en algunos casos con altas dosis de paciencia, eran ya las doce menos diez minutos. Muchos j¨®venes y no tan j¨®venes esperaban en las escaleras del Metro para regresar a la superficie de inmediato. Unos y otros sab¨ªan de qu¨¦ iba el juego. Y as¨ª fue. Marcadas las doce en punto de la noche en el reloj, los agentes ya no pod¨ªan mandar a nadie a su casa.
Comenzaba as¨ª la celebraci¨®n con el regreso a Sol de aquellos que acababan de ser desalojados. Muchos iban ya ali?ados y los c¨¢nticos y los bailes afloraron de inmediato. Los polic¨ªas atend¨ªan a cierta distancia la noche de serenata. Solo interven¨ªan cuando hab¨ªa alg¨²n conato de bronca o cuando el n¨²mero de ba?istas en la fuente empez¨® a ser excesivo y descontrolado. Los uniformados no obligaban apenas al uso de la mascarilla, no separaban a los grupos y tampoco impon¨ªan la prohibici¨®n de consumir alcohol en la calle. El despiporre campaba a sus anchas como si no hubiera pandemia. Algunos hasta improvisaron una pachanga con un bal¨®n.
Dariela, una hondure?a de 20 a?os que se encuentra en ERTE de un restaurante, daba cuenta de todo el acontecimiento a trav¨¦s de un directo en la red social TikTok. ¡°Siento libertad, alegr¨ªa y emoci¨®n despu¨¦s de tanto confinamiento¡±, se?alaba la joven sin interrumpir la retransmisi¨®n. Junto a ella, su pareja, Fran, barbero de 22 a?os. ¡°Est¨¢ todo cerrado y estar aqu¨ª es el plan¡±, comentaba. Pero se les ve¨ªa felices y relajados asom¨¢ndose juntos entre caranto?as a la pantalla del tel¨¦fono.
¡°Esto es lo m¨¢s fuerte que me ha pasado en mi puta vida. T¨ªo ?t¨² sabes lo que es esto? Ninguno somos conscientes. Volvemos a ser libres¡±. Al filo de la medianoche Marta, una inform¨¢tica de 38 a?os, conversaba con el reportero. Instantes despu¨¦s, en cuanto el reloj del edificio de la Casa de Correos abri¨® la veda, la mujer fue absorbida por el hurac¨¢n de la emoci¨®n, los brincos y los chillidos.
La plaza de Pedro Zerolo, salpicada de botellas, vasos y pis entre un centenar de personas, entr¨® tambi¨¦n a la medianoche con aplausos y silbidos. Alguno se quit¨® la camiseta, todos beb¨ªan. Desde esa plaza de Chueca pasando por San Ildefonso y Esp¨ªritu Santo, el cruce con gente y coches de polic¨ªa era alterno y continuo: los primeros caminaban empinando litronas entre botellones improvisados en las esquinas. Aqu¨ª los vendedores de latas de cerveza tampoco daban abasto. Casi nadie superaba la treintena. Muchos gritaban ¡°feliz a?o, somos libres¡±.
De repente sonaba reguet¨®n a todo volumen. Era la plaza de Juan Pujol, que se fue llenando en menos de media hora. Estaban haciendo botell¨®n, gritaban ¡°?libertad, libertad!¡± mientras saltaban y se abrazaban. La mayor¨ªa iba sin mascarilla. Pasaba un coche de Polic¨ªa Nacional y les silbaban y gritaban ¡°hijos de puta¡±. Por Gran V¨ªa, a las dos de la madrugada, un centenar de personas cruzaba hacia la calle Fuencarral. No sab¨ªan hacia d¨®nde iban, pero eran ¡°libres¡±. Eso dec¨ªan.
El ritual liberador de la noche del s¨¢bado fue un terremoto pese a que las restricciones en Madrid han sido mucho m¨¢s laxas que en otras comunidades aut¨®nomas y sigue entre las regiones m¨¢s golpeadas por la covid-19. ¡°En Madrid hay dos fuerzas en oposici¨®n¡±, explica el epidemi¨®logo Fernando Garc¨ªa, de la Asociaci¨®n Madrile?a de Salud P¨²blica (Amasap). ¡°Por un lado, ayuda que cada vez haya m¨¢s personas vacunadas dentro de la poblaci¨®n de riesgo y ayuda tambi¨¦n que el buen tiempo permita m¨¢s actividades al aire libre. En contra, se acaba el estado de alarma y en Madrid no se busca una medida judicial para mantener la salud. Se transmite a la poblaci¨®n que ya nos podemos relajar. Es el mismo mensaje que se envi¨® el a?o pasado tras la primera ola¡±, lamenta.
La respuesta a la inc¨®gnita que se presenta tras estas celebraciones y la incertidumbre ante la evoluci¨®n de la pandemia era coreada por un importante n¨²mero de personas en Sol: ¡°?Alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual!¡±.
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