Ana Iris Sim¨®n y lo de fuera
Hay mucha gente que por culpa del precio de la vivienda no puede formar una familia aunque cada uno habla de la feria seg¨²n le fue en ella
Cuando voy al Museo Thyssen (dios te bendiga, Tita) siempre visito la sala donde est¨¢n los artistas estadounidenses del siglo XVII que pintaron las praderas de Nuevo Amsterdam antes de que ese buc¨®lico asentamiento junto al r¨ªo Hudson se convirtiese en Nueva York. Alguna vez me he puesto ruralista y he pensado que es terrible que el progreso destruyese ese valle tan verde para convertirlo en una selva de hormig¨®n llena de hormiguitas migrantes que van de aqu¨ª para all¨¢ con un m¨®vil en la mano; pero luego he pensado que vine a Madrid desde un sitio peque?o, as¨ª que tambi¨¦n he contribuido a ese ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Cuando voy al Museo Thyssen (dios te bendiga, Tita) siempre visito la sala donde est¨¢n los artistas estadounidenses del siglo XVII que pintaron las praderas de Nuevo Amsterdam antes de que ese buc¨®lico asentamiento junto al r¨ªo Hudson se convirtiese en Nueva York. Alguna vez me he puesto ruralista y he pensado que es terrible que el progreso destruyese ese valle tan verde para convertirlo en una selva de hormig¨®n llena de hormiguitas migrantes que van de aqu¨ª para all¨¢ con un m¨®vil en la mano; pero luego he pensado que vine a Madrid desde un sitio peque?o, as¨ª que tambi¨¦n he contribuido a ese tipo de ¡°invasi¨®n¡±.
Despreciar todo lo bueno que nos han dado las grandes ciudades es tan absurdo como no reconocer que es imprescindible repensar nuestra relaci¨®n con ¡°el rural¡±. ?ltimamente se ha puesto de moda rechazar a los cosmopolitas, como si sus ideas no tuviesen nada que ver con ¡°el mundo real¡±. ?Es m¨¢s ¡°real¡± una aldea que un suburbio? Esta misma ola de rechazo a ¡°las mamarrachadas urbanas¡±, que en realidad es un eufemismo que usan los reaccionarios para referirse a las ideas de la nueva izquierda, invadi¨® Estados Unidos despu¨¦s de que ganase las elecciones un presidente negro.
En Espa?a, sin embargo, ha tenido que pillar la pandemia a un gobierno progresista en el poder para que se reproduzcan los mismos esquemas. Estar encerrados por orden del Estado protector puso muy nerviosos a algunos, sobre todo cuando comprobaron que los tomates no salen espont¨¢neamente de las jaulas del supermercado y que los lienzos del siglo XVII no se pueden comer.
Por eso ha sido tan bien recibido Feria, el libro en el que la escritora Ana Iris Sim¨®n reivindica los valores de lo rural aut¨¦ntico frente a lo urbano artificioso; por eso ha sido tan aplaudido el discurso que pronunci¨® ante el presidente del Gobierno el pasado s¨¢bado como nov¨ªsima representante de la juventud del campo, donde ha regresado tras deplorar Madrid porque no estaba dispuesta a pagar 500 euros por una habitaci¨®n. Dice Ana Iris Sim¨®n en Feria (y lo repiti¨® en el discurso viral) que envidia a sus padres porque ellos pudieron permitirse pagar un hipoteca.
Entiendo esto ¨²ltimo: los precios de la vivienda en Espa?a en general, pero en Madrid en particular rozan el terrorismo emocional. Es verdad que en estas circunstancias la idea de reproducirse es muchas veces inviable y que marcharse (si es que uno tiene a d¨®nde hacerlo) parece la ¨²nica opci¨®n. No es menos cierto que much¨ªsima gente lucha por hacer las ciudades lugares m¨¢s habitables. Y que hay quien no quiere formar una familia. O que la forma y luego se arrepiente.
Cada uno habla de la feria seg¨²n le fue en ella. Todo esto me ha hecho pensar en esa pel¨ªcula de 1979 titulada Las verdes praderas en la que el espa?ol¨ªsimo Alfredo Landa encarna a un voluntarioso trabajador de una aseguradora madrile?a que piensa que si se casa, tiene hijos y se compra una casita en la sierra ¨Dque para muchos eso ya es ¡°campo¡±¨D ser¨¢ feliz. Pero cuando ya logra todo eso le dice a su mujer: ¡°Total, t¨² y yo solos, vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalet, todos los puentes, todas las vacaciones de Semana Santa, arreglando la calefacci¨®n, cortando el c¨¦sped, limpiando la piscina¡ Y un d¨ªa te mueres y se te queda esa carita de gilipollas¡±. Si la pel¨ªcula se hubiese filmado hoy el matrimonio tendr¨ªa huerta en vez de c¨¦sped (y muy bien que har¨ªan).
Le dec¨ªa la autora a Pedro S¨¢nchez que en el rural no hace falta conexi¨®n wifi, sino pol¨ªticas de natalidad, que hay que implementar medidas que beneficien a nuestros productos frente a los ¡°de fuera¡± y que se le ponen los pelos de punta cada vez que escucha que ¡°necesitamos inmigrantes que nos paguen las pensiones¡±. A m¨ª en cambio me da pena que una mujer con tanto talento se convierta en la musa de los opinadores m¨¢s carcas del panorama nacional, quienes por supuesto alaban que diga ¡°las cosas como son¡± y acabe con ¡°tanta mamarrachada¡±.
Pero sobre todo, me pone los pelos de punta que una chica tan joven sugiera que para pagarnos las pensiones nos llegamos y nos bastamos los espa?oles. Ser¨¢ porque creo fervientemente en el cosmopolitismo, actitud vital que puede practicarse por igual en el campo que en la ciudad, aunque en la segunda sea m¨¢s f¨¢cil ver cuadros espectaculares y gente ¡°de fuera¡±.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra nueva newsletter sobre Madrid