Hache Milton, el hombre que vuelve loco al algoritmo
H¨¦ctor del Barrio debuta con un disco escrito durante m¨¢s de 20 a?os que conjuga el pop luminoso y la filosof¨ªa
Cualquiera que se acerque por las estanter¨ªas de vinilos en el sal¨®n de H¨¦ctor del Barrio (Madrid, 44 a?os) puede terminar muy desorientado sobre el pie del que cojea nuestro anfitri¨®n. Salvo reguet¨®n y dem¨¢s aberraciones manifiestas, en esa colecci¨®n se quintaesencia una perspectiva de casi 360 grados sobre la historia de la m¨²sica en la civilizaci¨®n occidental. ¡°Y quien curiosea en mis listas de reproducci¨®n en plataformas ya me pierde la pista para siempre. Puedo escuchar de manera consecutiva a Bach, ...
Cualquiera que se acerque por las estanter¨ªas de vinilos en el sal¨®n de H¨¦ctor del Barrio (Madrid, 44 a?os) puede terminar muy desorientado sobre el pie del que cojea nuestro anfitri¨®n. Salvo reguet¨®n y dem¨¢s aberraciones manifiestas, en esa colecci¨®n se quintaesencia una perspectiva de casi 360 grados sobre la historia de la m¨²sica en la civilizaci¨®n occidental. ¡°Y quien curiosea en mis listas de reproducci¨®n en plataformas ya me pierde la pista para siempre. Puedo escuchar de manera consecutiva a Bach, AC/DC y Miles Davis, y es literal¡±. Esa voracidad mel¨®mana es la que hace de Hache Milton, el alter ego art¨ªstico de H¨¦ctor, uno de los personajes m¨¢s rematadamente singulares en la escena del pop espa?ol. Tanto como para que su debut discogr¨¢fico en solitario, el reci¨¦n estrenado El no va m¨¢s, se haya convertido, a buen seguro, en el ¨¢lbum m¨¢s heterog¨¦neo, diverso e inclasificable de la temporada.
Hache ejerce de hombre sin prisas. Es m¨²sico desde los a?os mozos y ha enriquecido formaciones de pretensiones loables y calado m¨¢s bien humilde (Carlo Coup¨¦, L¨¢tigos Calientes, Funxplosion¡) al tiempo que iba escribiendo y guardando canciones propias en la cajonera. Cuando quiso sac¨¢rselas de encima, ¡°por una necesidad ya casi imperiosa de compartirlas¡±, se vio en la tesitura de seleccionar entre una monta?a de candidatas. Seis de las 12 piezas que han acabado encontrado acomodo en su estreno se remontan a 1996 y 1997, ¡°los a?os en que estudiaba Sociolog¨ªa pero pasar tardes enteras en el local de ensayo me divert¨ªa mucho m¨¢s¡±, rememora entre risas. La otra media docena se materializ¨® durante los meses de pandemia, como alivio a las incertidumbres propias del confinamiento. Unas y otras son indistinguibles: no hay huellas tem¨¢ticas ni musicales que permitan ubicarlas en uno u otro momento de la biograf¨ªa de su firmante. En realidad, todas tienen en com¨²n, aunque suene parad¨®jico, un solo ingrediente: se asemejan muy poco entre s¨ª.
Rock urbano o latino, pop cl¨¢sico o de aires folkies, psicodelia con vistas a los a?os setenta, feliz desparpajo manouche (De sol a sol enamorar¨ªa a cualquier anunciante estival de cervezas), incursiones en el blues y hasta un amago de bossa (Dizem) en perfecto portugu¨¦s. Todo en el universo de Hache Milton es ecl¨¦ctico, atemporal y leg¨ªtimo, sin duda, ¡°pero admitiendo que cada pieza es de su padre y de su madre¡±. Del Barrio no acierta a determinar si ese incurable eclecticismo suyo le hace inabarcable o inconfundible a o¨ªdos del aficionado, pero conf¨ªa en que la heterogeneidad termine sirvi¨¦ndole como hilo conductor. ¡°Lo siento, hay demasiadas cosas que me gustan¡±, acaba zanjando con sonrisa de tipo encantador y entusiasta.
Abandonar el anonimato era solo cuesti¨®n de tiempo, admite, por mucho que la humildad y el pudor hayan abocado al pelirrojo a camuflarse bajo un pseud¨®nimo. Se dice ¡°limitado¡± en cuanto a recursos vocales e instrumentales, aunque ha terminado ejerciendo de Juan Palomo en su peque?o estudio dom¨¦stico de Galapagar: casi todo lo que escuchamos en El no va m¨¢s proviene de sus dedos o cuerdas vocales, salvo las bater¨ªas y percusiones, que deleg¨® en el experimentado Gonzalo Maestre (Marlango, Jacobo Serra, Fon Rom¨¢n¡). Las bandas son m¨¢s divertidas, s¨ª, ¡°pero siempre tienen algo de matrimonio mal avenido¡±, asume con resignaci¨®n.
Su rasgo m¨¢s distintivo ¨Cy en eso se nota que no tratamos con un creador milenial¨C lo acabamos encontrando en los textos, muy lejos de esa liviandad del pop interesado en amor¨ªos y placeres cotidianos. La filosof¨ªa y hasta la metaf¨ªsica se filtran por los poros de este cancionero, rico en alusiones al paso del tiempo, la fugacidad, la finitud. ¡°No llega a ser una obsesi¨®n, pero s¨ª un asunto que me importa. ?Te has fijado que en las canciones de Bon Jovi, aunque no me interesan demasiado, siempre terminan hablando de rosas? Pues en las m¨ªas, el tema recurrente es la muerte¡¡±.
Ser¨¢n cosas de la edad, es inevitable. Del Barrio asume que los cuarenta y tantos le han hecho ¡°m¨¢s sereno y sabio¡±, adem¨¢s de razonablemente pesimista. ¡°Me distancio m¨¢s de las cosas o, por lo menos, evito que me hierva la sangre a cada rato, como cuando era veintea?ero¡±, se sonr¨ªe. Ha aprendido a lidiar con los reveses de la vida, los contratiempos, la enfermedad traicionera. Le tiembla la voz cuando en la conversaci¨®n aflora la lucha a brazo partido de una persona muy allegada contra un c¨¢ncer ¡°de los pu?eteros¡±. De pronto se detiene, fija la mirada y formula un leit motiv categ¨®rico: ¡°Vivir mola, a pesar de todo. Mola mucho¡±.
Entre Nietzsche y Donald Trump
?C¨®mo nace una canci¨®n? En el caso de las de Hache Milton, a partir de inspiraciones tan heterog¨¦neas como inesperadas. Volver, por ejemplo, esboza la teor¨ªa filos¨®fica de Nietzsche sobre la llegada del superhombre a partir del propio conocimiento. Y El no va m¨¢s, que abre el ¨¢lbum y ha acabado d¨¢ndole t¨ªtulo, refleja el estupor de su firmante ¡°sobre el mundo en el que vivimos, los sainetes pol¨ªticos y los trumps y ayusos de la vida¡±. Durante lo m¨¢s crudo de la pandemia, escuchaba en el telediario al entonces presidente de Estados Unidos y no lograba explicarse ¡°c¨®mo un personaje tan abyecto y terror¨ªfico hab¨ªa llegado tan lejos¡±. Por eso eligi¨® la acepci¨®n peyorativa de la frase hecha. ¡°Si quisiera hablar del no va m¨¢s, para bien, ?me referir¨ªa a la discograf¨ªa de los Beatles!¡±, exclama, divertido.
Ahora prepara la llegada a los escenarios de sus nuevas y viejas composiciones, primero en formato de d¨²o (junto al guitarrista Luis Palop ¡°Tersites¡±) y m¨¢s adelante en tr¨ªo o cuarteto. Pero siempre seguir¨¢ habiendo generosos huecos en la agenda de Hache Milton para ¡°continuar devorando casi cualquier tipo de m¨²sica¡±. Incluso el rap, una debilidad incipiente de Jara, su hija. ¡°Tiene seis a?itos, pero mucho talento. Un d¨ªa se puso a parlotear en torno a la frase ¡®La Navata, el cole que me mata¡¯ y terminamos grabando un rap entre los dos. A los profesores les ha divertido tanto que lo han acabado convirtiendo en una especie de himno oficioso de la escuela¡¡±.
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