La desigualdad que ceba a las bandas juveniles en Madrid
Muchos integrantes de las pandillas han nacido en Espa?a, pero buscan en el grupo un sentimiento de pertenencia que no tienen en un sistema que les da la espalda
Siete chicos que rondan los 20 a?os entran a la Audiencia Provincial de Madrid. Est¨¢n acusados de matar a otro joven de 18 a?os. Tres de ellos vienen desde prisi¨®n, los otros, est¨¢n en libertad. Son presuntos miembros de la banda Dominican Don¡¯t Play. Algunos caminan serios, otros tienen una actitud m¨¢s socarrona, hay uno que parece m¨¢s preocupado. Casi todos miran con dureza. En el juicio por el asesinato de Miguel de C¨¢rdenas Campoy, ocurrido en San Agust¨ªn de Guadalix de ...
Siete chicos que rondan los 20 a?os entran a la Audiencia Provincial de Madrid. Est¨¢n acusados de matar a otro joven de 18 a?os. Tres de ellos vienen desde prisi¨®n, los otros, est¨¢n en libertad. Son presuntos miembros de la banda Dominican Don¡¯t Play. Algunos caminan serios, otros tienen una actitud m¨¢s socarrona, hay uno que parece m¨¢s preocupado. Casi todos miran con dureza. En el juicio por el asesinato de Miguel de C¨¢rdenas Campoy, ocurrido en San Agust¨ªn de Guadalix de 2017, tres de los siete acusados eran espa?oles. Uno de ellos, incluso, de familia aut¨®ctona, sin ninguna relaci¨®n con la inmigraci¨®n. Este ejemplo responde a un perfil detectado cada vez con m¨¢s recurrencia: en las denominadas bandas latinas, cada vez hay m¨¢s miembros con DNI espa?ol.
Nuria Manzano es trabajadora social en Madrid y recuerda c¨®mo en 2006 empezaron a ser conscientes de que exist¨ªa un nuevo fen¨®meno entre los adolescentes a los que atend¨ªan. ¡°Coincid¨ªan en un tipo de vestimenta, usaban un lenguaje muy particular, se hac¨ªan determinados gestos para saludarse¡±, explica Manzano, coordinadora de proyectos de la asociaci¨®n Trama.
Era el inicio en Espa?a de las conocidas como bandas latinas, agrupaciones juveniles nacidas en Estados Unidos, que traspasaron fronteras fruto de los movimientos migratorios. ¡°El hecho de que el fen¨®meno se mantenga indica que no es algo que tenga que ver con nacionalidades, sino con la desigualdad. ?Por qu¨¦ crees que estos grupos son m¨¢s fuertes en los barrios en los que m¨¢s azota la pobreza infantil?¡±, plantea la experta.
La delegada del Gobierno, Mercedes Gonz¨¢lez, pidi¨® en un acto p¨²blico hace unas semanas que se pasara del t¨¦rmino ¡°bandas latinas¡± a ¡°bandas juveniles¡±. ¡°Aparte de que latino tiene una connotaci¨®n xen¨®foba, es que ya son bandas juveniles porque hay de todo, ya no hay solo latinos¡±, apunt¨®. En Madrid existen incluso aut¨®ctonos que han llegado a lo m¨¢s alto de la jerarqu¨ªa de los coros o cap¨ªtulos (como llaman a las agrupaciones que mandan en cada barrio).
Gonz¨¢lez transmiti¨® hace semanas al jefe superior de Polic¨ªa de Madrid, Jorge Manuel Mart¨ª, su preocupaci¨®n por el tema y la necesidad de abordarlo ¡°con toda su complejidad¡±, informan fuentes de la instituci¨®n. ¡°Es muy f¨¢cil englobarlo todo dentro del concepto bandas latinas, pero la realidad es que es un fen¨®meno que ha evolucionado y tiene muchas m¨¢s aristas, hay que organizar la informaci¨®n de la que se dispone y ponerlo todo blanco sobre negro¡±, explican estas mismas fuentes. El objetivo es elaborar un plan espec¨ªfico para trabajar en este asunto desde todas las perspectivas posibles, pero a¨²n se encuentra en un estado muy ¡°embrionario¡±. La delegada pronunci¨® una sola palabra cuando le preguntaron cu¨¢l era la soluci¨®n para este problema: ¡°Integraci¨®n¡±.
Adolescentes
¡°Nosotros no trabajamos en su pertenencia a una pandilla, sino en los motivos que han llevado a un adolescente a unirse a algo as¨ª. Puede ser una banda latina, pero tambi¨¦n un grupo ultra de un equipo de f¨²tbol o una asociaci¨®n de ultraderecha¡±, apunta Manzano. Los j¨®venes suelen unirse a estos grupos cuando a¨²n son adolescentes, en torno a los 12 o 13 a?os. ¡°Es el momento en el que empiezas a construirte una personalidad. El problema es que muchos de los adultos que conforman las bandas se aprovechan de estos menores y es m¨¢s f¨¢cil que se produzca ese acercamiento en los barrios en los que m¨¢s se vive en la calle y en los parques¡±, indica la trabajadora. Manzano insiste en un punto: ¡°El problema de las bandas es minoritario, lo que es mayoritaria es la desigualdad¡±.
La antrop¨®loga Kattya N¨²?ez tiene acceso directo a dos de las bandas m¨¢s activas en Madrid por su trabajo dentro de Transgang, un proyecto de la Universidad Pompeu Fabra dirigido por Carles Feixa, que persigue explorar otras v¨ªas para abordar este asunto m¨¢s all¨¢ de las actuaciones policiales. ¡°Muchos de ellos no piensan: ¡®Me voy a unir a los Trinitarios¡¯. Simplemente bajan a la cancha y se relacionan con sus iguales. La mayor¨ªa son chavales que coquetean con estas agrupaciones sin saber realmente en lo que se est¨¢n metiendo¡±, puntualiza.
Un paso por delante de la violencia
La sede del programa Aspa se sit¨²a a apenas unos metros del lugar donde fue asesinado Isaac, un chico de 18 a?os al que apu?alaron cuatro veces por la espalda el mi¨¦rcoles pasado. La polic¨ªa a¨²n investiga si el crimen fue perpetrado por j¨®venes que pertenec¨ªan a una banda juvenil. Aspa es el proyecto del Ayuntamiento de Madrid que cada a?o apoya a unos 3.500 j¨®venes y adolescentes en la b¨²squeda de empleo, la formaci¨®n o la prevenci¨®n de la violencia. ¡°Aqu¨ª tratamos de actuar un paso antes de que acaben formando parte de una pandilla, trabajamos en la prevenci¨®n y en darles otras opciones¡±, apunta Eduardo Calero, coordinador del programa.
El 65% de los que acuden a este servicio o bien son derivados por parte de servicios sociales son espa?oles. Algunos pertenecen a la segunda o incluso tercera generaci¨®n de padres emigrados. Para Calero, el recurso a la violencia por parte de algunos de ellos, es una especie de huida hacia adelante. ¡°Es un fen¨®meno parecido al que se dio en Francia en 2005, con el estallido de las banlieu. Aquello surgi¨® de j¨®venes que hab¨ªan nacido all¨ª, pero no hab¨ªan encontrado oportunidades en la sociedad en la que viv¨ªan. Los que acaban uni¨¦ndose a una pandilla es porque sienten que no tienen nada m¨¢s¡±, compara. El coordinador explica que es durante el extenso seguimiento que se hace a los j¨®venes que atienden, cuando algunos les hablan de coqueteos con bandas. ¡°Tambi¨¦n los que no provienen de una familia de inmigrantes¡±, puntualiza.
En la planta baja de la sede, una veintena de chicos y chicas, todos ellos menores tutelados por la Administraci¨®n, se concentra frente a la pantalla del ordenador. Acuden aqu¨ª para que les ayuden a buscar ofertas de empleo y presentar solicitudes. Con ellos est¨¢ Alfonso, un veterano educador que trabaja con j¨®venes en riesgo de exclusi¨®n desde hace d¨¦cadas. ¡°Est¨¢ muy bien que el Estado tenga que hacerse cargo de ellos cuando son menores, pero ?quien se preocupa de que tengan una ocupaci¨®n cuando cumplen 18?¡±, se pregunta.
Todos los educadores, pedagogos y trabajadores sociales consultados coinciden en el que de las bandas no es un problema acuciente, pero reconocen que puede crear alarma cuando llega a sus cotas m¨¢s altas de violencia. ¡°No hay que usar eufemismos, existen y algunos de sus actos son violentos. Lo que hay que hacer es ir a la ra¨ªz¡±, se?ala Luz Herrero, pedagoga de la asociaci¨®n Garaje, que se dedica a atender a j¨®venes en riesgo de exclusi¨®n. Y lo que hay en esa ra¨ªz, apunta, es un ¡°profundo sentimiento de desarraigo¡±.
Esta organizaci¨®n se instal¨® en Vallecas en 2011. Un a?o despu¨¦s se produjo el asesinato de Jorge Luis, un chico de 16 a?os, por el que se detuvo a una decena de menores supuestamente pertenecientes a los Dominican Don¡¯t Play. ¡°Aunque nuestro foco principal no est¨¢ en los integrantes de este tipo de bandas, s¨ª que trabajamos con uno de los implicados en aquel caso y su historia era la de muchos otros: un chico que se hab¨ªa criado con su abuela y lleg¨® a Espa?a para vivir con una madre a la que desconoc¨ªa y sent¨ªa que no pertenec¨ªa a nada¡±.
Pero ?qu¨¦ incita a los chicos espa?oles a adentarse en este mundo? Para Herrero, este riesgo existe tanto en los hijos de la inmigraci¨®n como en los aut¨®ctonos. ¡°Si rascas un poco en la vida de aquellos que son espa?oles, encontrar¨¢s lo mismo: sentir que no pertenecen a nada y que tampoco encajan en el entorno educativo¡±, defiende.
¡°Una vez que entran en algo as¨ª, es muy dif¨ªcil recular. Pedirle a uno de estos chavales que salga de la red de apoyo que suponen estos grupos sin darle otra...Es imposible¡±, sostiene Javier Taboada coordinador de proyectos de Garaje. ¡°Necesitan una ocupaci¨®n, algo que hacer con su tiempo de ocio, que ocurra algo en sus vidas. Porque si no, su vida es estar en la calle¡±, secunda su compa?era.
Taboada y Herrero bajan hasta el s¨®tano de la sede de la asociaci¨®n y muestran orgullosos la ocupaci¨®n que ellos dan: un estudio de grabaci¨®n. Hace ya a?os que descubrieron que el rap es una herramienta perfecta para trabajar con estos j¨®venes. ¡°Uno de ellos, lleg¨® hasta aqu¨ª acompa?ando a un amigo. Tra¨ªa una carpeta llena de papeles con versos. Vino con el amigo, pero ¨¦l tambi¨¦n ha acabado qued¨¢ndose con nosotros¡±. Ese chico hab¨ªa pertenecido a una mara en El Salvador. En Espa?a no se ha unido a ninguna pandilla.
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