Shirley Davis, una historia de racismo y superaci¨®n
Bodas prematuras. Mudanzas por medio mundo. Madrinazgos afortunados. La nueva diva del ¡®soul¡¯ acredita una vida de pel¨ªcula. Ahora, tras 18 meses de sequ¨ªa pand¨¦mica, reaparece en Alcal¨¢ de Henares al frente de un nuevo festival
Hemos marcado el n¨²mero de tel¨¦fono de Shirley Davis para ahondar en su faceta como estrella internacional del soul, ahora que este s¨¢bado asistiremos en Alcal¨¢ de Henares a su reaparici¨®n sobre los escenarios despu¨¦s de a?o y medio de barbecho. Pero quiz¨¢ deber¨ªa contactarla alg¨²n guionista de series de Netflix. Porque la suya es ¨Cy aqu¨ª intentaremos dar fe¨C una vida que da para unos cuantos cap¨ªtulos.
Londinense de humild¨ªsimos or¨ªgenes jamaicanos. Casada en primeras nupcias a los 16 a?os. Madre solter...
Hemos marcado el n¨²mero de tel¨¦fono de Shirley Davis para ahondar en su faceta como estrella internacional del soul, ahora que este s¨¢bado asistiremos en Alcal¨¢ de Henares a su reaparici¨®n sobre los escenarios despu¨¦s de a?o y medio de barbecho. Pero quiz¨¢ deber¨ªa contactarla alg¨²n guionista de series de Netflix. Porque la suya es ¨Cy aqu¨ª intentaremos dar fe¨C una vida que da para unos cuantos cap¨ªtulos.
Londinense de humild¨ªsimos or¨ªgenes jamaicanos. Casada en primeras nupcias a los 16 a?os. Madre soltera con apenas 21. Emigrante en Melbourne (Australia), justo en el otro extremo del globo terr¨¢queo. Y cantante vocacional, intuici¨®n pura, de esas que acaba abri¨¦ndose paso porque el destino a veces tambi¨¦n concede alguna tregua y propicia encuentros afortunados. Su madrina fue la a?orada Sharon Jones, fallecida en 2016 y uno de los talentos m¨¢s flam¨ªgeros que conoci¨® la m¨²sica negra durante los tres primeros lustros de este siglo. La primera vez que escuch¨® a Shirley, la lideresa de los inolvidables The Dap-Kings se qued¨® at¨®nita. La segunda fue para invitarla a que cantase con ella en el Circo Price. Desde aquella feliz casualidad, Davis ha registrado con el sello madrile?o Tucxone Records un par de discazos, Black rose (2016) y Wishes and wants (2018), adem¨¢s de un tercero, Keep on keeping on, que ten¨ªa casi finiquitado antes del descalabro pand¨¦mico y que ver¨¢ finalmente la luz durante estos ¨²ltimos meses del a?o.
Nada ha resultado sencillo en el periplo de la vida para una muchacha cuyo primer¨ªsimo recuerdo de infancia es, a los cuatro a?os, el de unos ni?os lanz¨¢ndole cerillas por todo el cuerpo. ¡°Fueron seis adolescentes cabezas rapadas, o eso me explicaron luego¡±, rememora a¨²n conmovida a d¨ªa de hoy, a sus flamantes 47 primaveras. ¡°Aquel d¨ªa, mi madre no solo cur¨® las heridas de mi piel, sino que me ense?¨® a gritar y enfurecerme, a maldecir lo que hab¨ªa sucedido¡±. Ense?anzas urgentes, terribles y necesarias: ser negro te convert¨ªa en diferente en aquella Inglaterra ya casi abocada a los largos a?os bajo la mano f¨¦rrea del tatcherismo.
Pero no todo era negativo. La ni?a Shirley crec¨ªa a menos de una manzana del estadio de Wembley, y eso equival¨ªa a ser de alguna manera testigo ¨Cpor mucho que se interpusieran el hormig¨®n y las gradas¨C de los m¨¢s importantes acontecimientos musicales que acaec¨ªan sobre suelo brit¨¢nico. ¡°Que nadie se ponga celoso con lo que voy a decir¡±, sonr¨ªe, ¡°pero mi lista de conciertos gratuitos de la ¨¦poca incluye a Pink Floyd, los Rolling Stones, Chaka Khan, Michael [Jackson], Stevie [Wonder] o Whitney [Houston]. Estuve en el Live Aid de 1985, muy concentrada todo el d¨ªa desde mi habitaci¨®n; en el festival para la liberaci¨®n de Mandela, en la celebraci¨®n posterior por su salida de la c¨¢rcel¡ ?Y podr¨ªa seguir!¡±.
Ni siquiera le hac¨ªa falta enchufar a todas horas la radio. El qui¨¦n es qui¨¦n de la m¨²sica mundial desfilaba no ante los ojos de Shirley, pero s¨ª frente a sus o¨ªdos. ?C¨®mo no se le iba a avivar la curiosidad mel¨®mana? ¡°Ten¨ªa apenas cinco a?os cuando me di cuenta de que viv¨ªa obsesionada con Kate Bush¡±, reconoce divertida. Eran los tiempos en que aquella turbadora posadolescente de voz agud¨ªsima desplegaba el hechizo de Wuthering heights o Wow, canciones raras y muy bellas, distintas a cualquier otra cosa antes conocida. Davis era capaz de reproducir aquellas melod¨ªas de tesitura endiablada. Pero la sensaci¨®n de desarraigo ¨C?qu¨¦ hac¨ªa una medio jamaicana en aquel Londres hostil?¨C y el aturdimiento propio de los a?os biso?os le llevaron, en 1990, a tomar una decisi¨®n probablemente atolondrada.
¡°?Me cas¨¦!¡±, exclama asumiendo la inevitabilidad de la sorpresa. ¡°Fue en Escocia. Nos mudamos a Melboune, en la otra punta del mundo. Acab¨¦ los estudios en una escuela para adultos. Me saqu¨¦ el carnet de conducir. Y celebr¨¦ mi vig¨¦simo primer cumplea?os con un beb¨¦ de tres meses sobre las rodillas¡, pero ya como madre soltera¡±. La vida, en cualquier caso, la hab¨ªa ense?ado a ser valiente. Un amigo le pregunt¨® que c¨®mo har¨ªa para sacar a la chiquilla adelante. Y ella respondi¨®, con nula experiencia y sin un solo contacto, pero segur¨ªsima de sus posibilidades: ¡°Voy a ponerme a cantar¡±.
Aquella criatura, Yasmin Jeffery, terminar¨ªa estudiando en la universidad de Westminster y en la London School of Economics. Acaba de cumplir 26 a?azos. Su mam¨¢ supo concretar la promesa de darle una vida mejor que la suya. ¡°Decir que estoy m¨¢s que orgullosa de ella es quedarme corta¡±, insiste Shirley. Yasmin reside desde hace tres temporadas en Brisbane (?otro viaje a tierras australianas!), donde ejerce como corresponsal de la cadena televisiva ABC. Mam¨¢ dice que escribe como los ¨¢ngeles, pero que tambi¨¦n podr¨ªa dedicarse a la canci¨®n. ¡°Nos vuelve locas cantar y bailar juntas. Tiene una voz preciosa, pero solo he podido convencerla una vez para que se subiese al escenario conmigo. Fue a los 16. Quiz¨¢ ella no quiera confesarlo, pero¡ ?tengo la foto que lo demuestra!¡±. Y r¨ªe a carcajadas.
Porque Shirley Davis es hoy, al fin, una mujer risue?a. Tuvo el coraje de montar su primera banda, The Grand Wazoo, desde la mayor de las inexperiencias. Con ellos fue capaz de aprenderse un repertorio de 300 cl¨¢sicos del soul de todos los tiempos. Cuando supo que Sharon Jones emprender¨ªa una gira australiana con sus Dap-Kings ¨Cla formaci¨®n que hab¨ªa acompa?ado a la divina Amy Winehouse¨C, no par¨® hasta citarse con ella en unos camerinos para confesarle su admiraci¨®n y rogar que la escuchase. Jones, conmovida, le prometi¨® que ejercer¨ªa como madrina art¨ªstica. La invit¨® a cantar a d¨²o con motivo de su visita, en 2014, al Price madrile?o. A nadie le pas¨® inadvertida aquella colaboraci¨®n inesperada con una muchacha de acento jamaicano, presencia esc¨¦nica indudable y vozarr¨®n imponente.
El resto de esta historia se escribe en Madrid, donde nuestra protagonista firma por la discogr¨¢fica Tucxone y organiza un poderoso sexteto de acompa?amiento, sus adorados The Silverbacks, con m¨²sicos locales de largo recorrido. En la capital le sorprendi¨® el confinamiento, justo cuando ella y su banda iban a afrontar su primera gran gira por tierras japonesas. Ya se sabe: nada puede salir del todo bien desde el principio en la biograf¨ªa de Shirley Davis. Pero denle tiempo. ¡°Me he pasado este a?o y medio sin cantar ni una sola vez en p¨²blico. Por eso estoy tan feliz de que haya llegado al fin esta semana. Sigo preocupada por mi familia jamaicana, porque all¨ª contin¨²an con restricciones y sin apenas vacunas. A mi hermano acabo de mandarle un gran paquete con mascarillas, gel hidroalcoh¨®lico¡ y muchas camisetas de los Silverbacks¡±.
Habr¨¢ que acudir a la cita de este s¨¢bado, donde encabeza el cartel de la primera edici¨®n del festival Alcal¨¢ is Black. La v¨ªspera, el viernes 19, ser¨¢ el turno de la estadounidense Gisele Jackson y sus Shu Shu¡¯s, adem¨¢s de los alcala¨ªnos Boo Boo Weavils. Al d¨ªa siguiente, junto a Shirley, tambi¨¦n figuran los malague?os Wasabi Cru en funciones de teloneros. Ser¨¢ la ocasi¨®n de estrenar algunos de los contenidos de este Keep on keeping on, ese disco con el que, en un mundo sin coronavirus, ya llevar¨ªamos unos cuantos meses bailando. ¡°El mismo t¨ªtulo¡±, recapitula Davis, ¡°es un homenaje a Sharon Jones, una expresi¨®n que ella utilizaba mucho¡±. Algo parecido a ¡°No dejes de seguir adelante¡±, un lema que la propia Shirley Davis puede enarbolar como pocas. ¡°La vida me ha puesto muchas pruebas, pero me siento orgullosa de m¨ª misma despu¨¦s de todo este tiempo. Mi voz ha sido un regalo, una bendici¨®n, porque la m¨²sica es esencial para el alma. Y no digamos la m¨²sica¡ soul¡±. Y remata, tan radiante y comprometida como de costumbre: ¡°Lo ¨²nico que no deja de sorprenderme es que siempre hablen de m¨ª como una diva. Creo que solo soy una buena cantante; no una diva, que implica ser excelente. Pero, ?cuidado!, aspiro a convertirme en una de ellas¡¡±.
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