Bonnie Tyler: cantar ?como quien monta en bici
La ic¨®nica artista de los ochenta escoge Madrid para regresar a los escenarios despu¨¦s de 16 meses de sequ¨ªa, el par¨®n m¨¢s prolongado de su carrera
?Conoce usted a muchos nost¨¢lgicos? Los hay a mansalva, y hasta puede que cada vez m¨¢s. En el hip¨®dromo de La Zarzuela, sin ir m¨¢s lejos, se congregaron este viernes sus buenas 1.900 almas melanc¨®licas en torno a la figura de Bonnie Tyler. Porque, por edad, predisposici¨®n y actitud, debemos asumir que la pr¨¢ctica totalidad de asistentes se hab¨ªan dejado llevar hasta las afueras de la villa no por un compromiso de militancia mel¨®mana, sino por ese impulso tantas veces irrefrenable de la a?oranza.
Podr¨ªamos abrir el debate de si Tyler merece ser referenciada como una figura incuestionable, puesto que su curr¨ªculo dista de ser uniforme y se sustenta m¨¢s en cuatro o cinco ¨¦xitos abrumadores que en la gloria duradera a 33 revoluciones por minuto. Es decir, todos somos capaces de desga?itarnos con It¡¯s a heartache, y hasta de abrazarnos con cualquiera que acierte a encontrarse en las inmediaciones, aunque desconozcamos su nombre y no nos gu¨ªe ninguna intenci¨®n libidinosa ni s¨²bito impulso de socializaci¨®n. Pero no hay manera de recordar que aquel himno de voz tan quebrada como el m¨²sculo cardiaco abr¨ªa en 1978 un disco titulado Natural force, del que todos ser¨ªamos perfectamente incapaces de mencionar una sola canci¨®n m¨¢s.
It¡¯s a heartache cay¨® muy pronto, en el tercer lugar de la noche, porque la buena de Gaynor Hopkins (nombre real de nuestra protagonista) es lo bastante coherente como para comprender que nadie acude a sus conciertos ¨¢vido de sensaciones novedosas. Y eso que la visita madrile?a de la galesa era much¨ªsimo m¨¢s que una escala rutinaria en una carrera profesional que sobrepasa ya con holgura el medio siglo. ¡°Llevo subida a los escenarios desde los 17 a?os¡±, se sincer¨® nuestro rub¨ªsimo icono ochentero, ¡°y nunca me hab¨ªa pasado esto de llevar 16 meses sin actuar. Por eso hasta hace solo un rato no estaba segura de si ser¨ªa capaz de hacerlo. Ahora he descubierto que cantar en p¨²blico es como montar en bicicleta: nunca se olvida¡±.
Lo llaman empat¨ªa y Bonnie la practica a conciencia, c¨®moda en ese papel de entra?able vieja gloria. Porque es imposible tener un elep¨¦ de Tyler en los altares, pero m¨¢s inimaginable a¨²n que le formulemos alg¨²n reproche a una artista tan consciente de su afortunado protagonismo en una ¨¦poca trascendental. Los ochenta han sido tantas veces discutidos en la historia de la m¨²sica popular como, en ¨²ltima instancia, eternamente reivindicados. Y no hay noticia de un solo detractor de aquellos a?os que, en un vis a vis con su conciencia, no acabe derramando alguna lagrimita al recordar cualquiera de los miles de placeres culpables que jalonaron aquella d¨¦cada.
La ilustre visitante del viernes en este festival Plush Play tambi¨¦n vive de las rentas que proporcionan los recuerdos, sin duda, pero conserva la ¨¦tica y honestidad de una producci¨®n regular y frecuente, a ratos perfectamente aceptable. Su primera interpretaci¨®n tras este apag¨®n de cinco trimestres fue Flat on the floor, un blues generoso en musculatura que proviene del ¨¢lbum Rocks and honey (2013), pero hace un par de a?os reincidi¨® en la lista de novedades con Between the Earth and the stars, del que tambi¨¦n dej¨® constancia a lo largo de la velada. Y as¨ª hasta llegar al muy reciente The best is yet to come, t¨ªtulo m¨¢s voluntarioso que veros¨ªmil: nadie con 70 a?azos reci¨¦n cumplidos sostendr¨ªa cabalmente que lo mejor a¨²n est¨¢ por llegar. Pero alguno de sus cortes, en particular When the lights go down, est¨¢ en disposici¨®n de superar los controles de calidad m¨¢s exigentes.
A fin de cuentas, Bonnie conserva en perfecto estado (de devastaci¨®n) esa voz ¨¢spera que la hace inconfundible entre un mill¨®n, y que es igual de caracter¨ªstica tambi¨¦n cuando habla entre las canciones. Y todo, consecuencia de una feliz desdicha: Tyler sufri¨® de joven una operaci¨®n de cuerdas vocales que sali¨® peor de lo esperado¡ y le estrope¨® para siempre la voz de esa manera tan singular. A veces, definitivamente, el destino es un cachondo mental.
A d¨ªa de hoy, la septuagenaria cantante ha perdido algo de tesitura y no se atreve con las notas altas de sus de sus t¨ªtulos m¨¢s caracter¨ªsticos, Holding out for a hero y, claro, Total eclipse of the heart. Ese que a¨²n hoy la mantiene como una reina imbatible de los karaokes. Por cierto: Total eclipse¡ es, escuchada con perspectiva, mucho m¨¢s sobresaliente y compleja de lo que acostumbran a ser los ¨¦xitos mundiales. Un m¨¦rito que debemos anotarle a su autor, Jim Steinman, uno de esos an¨®nimos ilustres que rubric¨® tambi¨¦n ¨¦xitos para Air Supply, Meat Loaf o Barbra Streisand y del que casi nadie se acord¨® en su fallecimiento, justo tres meses atr¨¢s.
El cl¨ªmax del coraz¨®n eclipsado sirvi¨® a Bonnie Tyler para sacar pecho, una tentaci¨®n muy humana a la que, con la pesada losa de los a?os, es dif¨ªcil sustraerse. La cantante record¨® que aquel ¨¦xito le sirvi¨® para desbancar del n¨²mero 1 de las listas a The wall, de Pink Floyd. Y tambi¨¦n presumi¨®, con toda la raz¨®n, de que ella hab¨ªa grabado Simply the best dos a?os antes que Tina Turner. ¡°Tina la hizo inmensamente m¨¢s popular, pero yo gan¨¦ en autoestima: confirm¨¦ que era buena escogiendo el repertorio¡±. Todo ello mientras no paraba de sonre¨ªrnos y piropearnos y exhibir esa melenaza rubia, un rostro de lozan¨ªa impropia para la l¨®gica de los dictados biol¨®gicos y unas u?as de un color coral tan fluorescentes que podr¨ªan divisarse, con toda probabilidad, desde el Faro de Moncloa.
Tuvo a¨²n tiempo Bonnie, en el tramo final, para poner a prueba a los m¨¢s documentados con el t¨ªtulo m¨¢s antiguo de su repertorio, Lost in France (1977), o para demostrar que puede salir bien parada, salvando las distancias, de un Turtle blues que todos asociamos a la memoria de Janis Joplin. E incluso en el ¨²ltimo suspiro, por aquello de que ya hab¨ªa confianza, nos present¨® a su marido, Robert Sullivan, con el que lleva 48 a?os de matrimonio y que asom¨® por el escenario para el consabido besito. ¡°Hemos pasado buenos momentos en el confinamiento¡±, anot¨® ella con un ¨¢pice de picard¨ªa rijosa. Y que les dure, oiga: no todos los corazones van a padecer necesariamente el eclipse total de rigor.
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