Tu coche nos votar¨ªa
No se puede circular por el centro en bici sin que se caguen en tus muertos
Recibo en el tel¨¦fono una pancarta electoral de un partido alem¨¢n ultraliberal rayano en la extrema derecha llamado AFD cuyo eslogan es: ¡°Tu coche nos votar¨ªa¡±. Mec, mec. El grupo de WhatsApp al que llega es el de una ¡®grupeta¡¯ ciclista de la que formo parte que se hace llamar ¡°Safari de pobres¡±. Fui yo quien en su d¨ªa le puso ese nombre, porque consideraba la idea que nos un¨ªa a sus miembros, ir sobre dos ruedas m¨¢s all¨¢ de la M-30, una forma f¨¢cil de practicar un turismo interior asequible, en ausencia de opcion...
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Recibo en el tel¨¦fono una pancarta electoral de un partido alem¨¢n ultraliberal rayano en la extrema derecha llamado AFD cuyo eslogan es: ¡°Tu coche nos votar¨ªa¡±. Mec, mec. El grupo de WhatsApp al que llega es el de una ¡®grupeta¡¯ ciclista de la que formo parte que se hace llamar ¡°Safari de pobres¡±. Fui yo quien en su d¨ªa le puso ese nombre, porque consideraba la idea que nos un¨ªa a sus miembros, ir sobre dos ruedas m¨¢s all¨¢ de la M-30, una forma f¨¢cil de practicar un turismo interior asequible, en ausencia de opciones m¨¢s sofisticadas y caras. Es decir, ¡°los pobres¡±, en mi idea, ¨¦ramos nosotros, los ciclistas.
M¨¢s tarde descubr¨ª que mis compa?eros de rodada, madrile?os todos, hab¨ªan estado asumiendo desde el primer minuto que yo me refer¨ªa a nuestras incursiones en la periferia matritense como una forma de ir a avistar gente humilde como quien va a ver animales a un zoo o leones a eso, un safari. Ha sido leyendo Madrid 1983 (Libros del KO, 2021) cuando he comprendido el origen del malentendido con mis colegas.
Cuenta Arturo Lezcano en su fabuloso nuevo ensayo que, cuando en Orcasitas se hizo entrega de las ¨²ltimas casas construidas para pobladores de infraviviendas, el barrio edit¨® un libro conmemorativo (que firmaba Tom¨¢s Mar¨ªn Arnoriaga), en el que se relataba c¨®mo ¡°los periodistas ven¨ªan aqu¨ª como quien acude a visitar los poblados esquimales de Alaska o las islas ex¨®ticas Polinesia¡±. Le costaba a los habitantes del ¡°centro¡± de la ciudad creerse que a solo cinco kil¨®metros de la Puerta del Sol hubiese una civilizaci¨®n de chabolas donde las ambulancias se quedaban atascadas en un mar de barro. Aquel Madrid de los barrios de aluvi¨®n, donde las viviendas precarias ¡ªconstruidas con sus propias manos por gente que emigraba con lo puesto desde el campo hasta la gran ciudad¡ª crec¨ªan en torno a estrechas calles sin alumbrado y sin alcantarillado, ya no existe, pero s¨ª la r¨¦mora espiritual de la brecha de clase de aquellos tiempos en la conciencia de los hijos y los hijos de los hijos y los hijos de los hijos.
Veo de nuevo gracias al libro de Lezcano un alucinante documental titulado La ciudad es nuestra (dirigido por Tino Calabuig) en el que hablan los presidentes de las asociaciones de vecinos de aquellos barrios perif¨¦ricos. La apisonadora inmobiliaria de los setenta quer¨ªa desalojarles de sus casas a cambio de nada cuando el terreno sobre el que las construyeron empez¨® a tener valor en una ciudad que se abr¨ªa a la sociedad de consumo. Aparece en esta monumental pieza audiovisual un jovenc¨ªsimo Felix L¨®pez Rey, un h¨¦roe a¨²n en activo que ser¨¢ recordado entre otras muchas cosas como alguien capaz de ir a una radio y decir: ¡°El hombre ha llegado a la luna, pero en Orcasitas seguimos cagando en una lata¡±. En el Madrid de 2021 los atascos est¨¢n llenos de coches el¨¦ctricos pero no se puede circular por el centro en bici sin que alguien se cague en tus muertos.
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