As¨ª se fabrica una mentira: el bulo de la cuidadora okupa inventado para acosar a una inquilina inmigrante
Daniel Esteve, due?o de la empresa Desokupa, lidera una campa?a contra una joven marroqu¨ª y alimenta el embuste de que ha echado a una mujer de 89 a?os de su piso
En agosto, lo sucedido dentro de un viejo inmueble muy pr¨®ximo a la Plaza Mayor de Madrid llam¨® la atenci¨®n de medios de comunicaci¨®n y redes sociales. Los titulares eran muy llamativos: Carmen, una mujer mayor de casi 90 a?os, hab¨ªa perdido su piso a manos de su cuidadora, una joven marroqu¨ª de 26. Un caso perfecto para despertar la indignaci¨®n popular. Pero la realidad es muy diferente: la joven es ahora v¨ªctima de acoso en redes sociales y de escraches sin haber cometido irregularidad alguna, como sostiene la Polic¨ªa, que ha tenido que actuar en su defensa. Y en medio del caso, interviene Daniel Esteve, due?o de la empresa Desokupa, para atizar el odio al inmigrante en sus redes, organizar manifestaciones, amenazar a la joven y de paso hacer publicidad de su compa?¨ªa.
Un hecho significativo de hasta qu¨¦ punto ha llegado el falso montaje es que Esteve conoce la verdad y no le interesa. Lo suyo es ofrecerse como el palad¨ªn de las ¡°desokupaciones¡±. Este barcelon¨¦s nacido en 1970 fue boxeador, portero de discoteca y due?o de un negocio de cobro de morosos antes de fundar la empresa m¨¢s medi¨¢tica de las surgidas en Espa?a al calor de una falsa alarma social sobre allanamientos de morada. Dice haber llevado cerca de 7.000 ¡°desokupaciones¡± desde 2016. ¡°Nunca, nunca hab¨ªa tenido tantos mensajes de apoyo, de ¨¢nimo, de condena hacia la okupante¡±, afirm¨® el viernes en un v¨ªdeo en sus redes sociales, donde tiene cientos de miles de seguidores. Pero sabe que lo que dice en el v¨ªdeo no es verdad: la joven inmigrante no es una okupa.
Y lo sabe por la Polic¨ªa. ?l estaba delante cuando los agentes comprobaron, mediante la documentaci¨®n aportada por ambas partes enfrentadas, que la versi¨®n de la chica marroqu¨ª era la que se sosten¨ªa, como confirma a este peri¨®dico. La actuaci¨®n de intermediaci¨®n en conflictos inmobiliarios est¨¢ permitida por la ley, pero en un mensaje a este peri¨®dico sobre este caso, fuentes de la Polic¨ªa Nacional advierten de los comportamientos criminales de estas empresas: ¡°Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado alertan de las posibles actividades delictivas que pueden llevar a cabo algunas empresas de desocupaci¨®n durante sus servicios, como coacciones, allanamiento de morada, lesiones y acoso¡±.
La realidad sobre lo sucedido en ese inmueble pr¨®ximo a la Plaza Mayor es muy diferente.
La joven vive desde enero de 2017 en el piso, ubicado sobre uno de los soportales de la calle Toledo por donde antes de la pandemia pasaban r¨ªos de turistas. Lleg¨® desde Marruecos para estudiar Filolog¨ªa Hisp¨¢nica en un programa conjunto de la Complutense y la Sorbona de Par¨ªs. A la mujer mayor le pagaba un alquiler de 400 euros por una de las dos habitaciones de la vivienda, seg¨²n m¨²ltiples recibos mensuales que el abogado de la joven, Pablo Gald¨®n, ense?¨® a este peri¨®dico.
La mujer mayor es Carmen Franquelo, de 89 a?os, y no es la propietaria del piso, sino una inquilina de renta antigua que ha habitado ese edificio desde 1946. Paga 121,5 euros, una cuant¨ªa que se actualiza anualmente con el dato oficial de inflaci¨®n. En su contrato se proh¨ªbe expresamente el subarriendo.
La propietaria del piso vive en Bilbao y durante a?os se ha limitado a cobrar la renta a pesar de que, seg¨²n el abogado de la joven marroqu¨ª, Carmen ha estado alquilando una habitaci¨®n a distintas personas durante a?os. Antes de la joven pasaron por all¨ª un estudiante de Estados Unidos y un se?or mayor, seg¨²n ha contado la joven al abogado. La familia de Carmen niega que hayan alquilado alguna vez la vivienda o parte de ella.
Carmen se fue del piso cercano a la Plaza Mayor el 13 de marzo de 2019 para vivir con su hermano Teodoro en otro apartamento c¨¦ntrico, no lejos de all¨ª, seg¨²n se lee en varias capturas de mensajes de WhatsApp entre la joven y su arrendadora.
A principios de 2021, la propietaria bilba¨ªna descubri¨® que en el buz¨®n de la vivienda aparec¨ªa el nombre de la joven. Seg¨²n ha comprobado este peri¨®dico, la propietaria le mand¨® a Carmen un burofax el 15 de abril, anunci¨¢ndole su intenci¨®n de rescindir el contrato, a menos que probara que en ¨¦l no viv¨ªan inquilinos. El 11 de mayo, Carmen contest¨® a la propietaria con una mentira que le envi¨® por fax a Bilbao: ¡°En mi casa las ¨²nicas personas que entran son mis nietas y alguna amiga de ellas. Son mujeres j¨®venes que cuando salen los fines de semana y, porque viven lejos del centro, les resulta m¨¢s c¨®modo quedarse a dormir conmigo en mi casa¡±.
Durante los tres meses siguientes, la joven inquilina sigui¨® sola en el piso, desde donde ha teletrabajado para una multinacional, tras haber completado sus estudios. Pero la primera semana de agosto estall¨® el conflicto entre ella y los cuatro familiares de Carmen. Le dijeron que ellos se iban a mudar all¨ª con la abuela y que deb¨ªa irse. Le dieron por escrito un plazo de 30 d¨ªas para dejar su alquiler, pero al ver que tardaba en encontrar otro piso, perdieron la paciencia. Quer¨ªan deshacerse de la prueba viviente que les pod¨ªa hacer perder para siempre la vivienda.
¡°Conozco gente en Extranjer¨ªa¡±, amenaz¨® Fernando Mart¨ªn, el hijo de Carmen, en un audio. La joven tiene sus papeles en regla.
El 10 de agosto, la Polic¨ªa se present¨® en el piso para separarlos. Era el tercer d¨ªa de peleas. A estas alturas, los agentes ya hab¨ªan hablado con la propietaria y sab¨ªan lo que suced¨ªa realmente. Le arrebataron las llaves a Bego?a de la Cruz, la nuera de Carmen, y la pusieron en la calle. Carmen, como de costumbre, se encontraba en el piso de su hermano. La joven inquilina se qued¨® en la vivienda porque demostr¨® tener un t¨ªtulo v¨¢lido.
Es entonces cuando la familia se invent¨® la gran farsa que ha sostenido hasta hoy. Mar Mart¨ªn, de 25 a?os, nieta de Carmen, relata que llam¨® al n¨²mero de denuncias de Telemadrid mientras se encontraba en una farmacia comprando ansiol¨ªticos para sobrellevar toda esta situaci¨®n. Hab¨ªa cola y toda la clientela se enter¨® de la conversaci¨®n de la joven con la cadena de televisi¨®n. Seg¨²n cuenta, un cliente le recomend¨® contactar con Desokupa. Ella se lo agradeci¨®. ¡°Me di la vuelta y todo el mundo me aplaudi¨®, ?¨¢nimo!¡±, agrega. Llam¨® a la empresa y, asegura, le ofrecieron sus servicios gratuitamente.
Es en este momento de la historia cuando entra en acci¨®n Daniel Esteve, el propietario de Desokupa.
El cicl¨®n medi¨¢tico fue in crescendo hasta su apogeo el mi¨¦rcoles de la semana pasada, cuando Esteve se present¨® en la puerta acompa?ado de la familia, c¨¢maras, otros empleados de aspecto intimidante y un abogado. Esteve vest¨ªa un polo con el eslogan de su empresa: ¡°Siempre fuertes¡±.
Confundiendo el t¨ªtulo de la familia, Esteve aporr¨¦o la puerta: ¡°Abogado de la propiedad¡±, se present¨®. ¡°Abres o te vas a meter en un l¨ªo porque de aqu¨ª nos vamos al juzgado a pedir tu detenci¨®n inmediata¡±. La joven no abri¨® y llam¨® a la polic¨ªa. M¨¢s tarde, los agentes le explicaron a Esteve y a su abogado la situaci¨®n, seg¨²n aseguran fuentes policiales. Si ten¨ªa alguna confusi¨®n sobre el caso, Esteve sali¨® de dudas ese d¨ªa.
A pesar de ello, cuando la Polic¨ªa se march¨®, Esteve continu¨® con su campa?a de acoso y derribo a la joven. ¡°Disfruta, que esto acaba de empezar¡±, le dijo por WhatsApp al d¨ªa siguiente. A?adi¨® un enlace a la cuenta de Facebook de Desokupa. En ¨¦l aparec¨ªan im¨¢genes de ella robadas de Instagram, de su perfil cerrado al p¨²blico, un delito de intromisi¨®n ileg¨ªtima en su imagen, seg¨²n estableci¨® el Tribunal Supremo en 2017. Tambi¨¦n revelaron la direcci¨®n del piso y la llamaron prostituta. Desokupa ha borrado estos mensajes, pero existen capturas de fotos y v¨ªdeos de todo lo que hab¨ªa publicado. La joven ha recibido por internet decenas de amenazas de muerte e insultos racistas.
Dile de mi parte que no salga a la calleAviso de Daniel Esteve a una amiga de la joven
Esteve es consciente del riesgo porque en un audio del viernes pasado, una amiga de la joven le advirti¨® de ello. ¡°Que est¨¢ cagada, que le han enviado balas, navajas...¡±, le dice la amiga.
¡°Dile de mi parte que no salga a la calle¡±, le pide ¨¦l.
En las conversaciones con la amiga de la joven, queda claro que Esteve solo est¨¢ preocupado por su gloria. Insiste en que la joven le entregue la llave a ¨¦l, probablemente para transmitirlo en directo a sus seguidores. Le dice que no quiere saber nada de la propietaria, y prefiere centrar su diana exclusivamente en la parte vulnerable e inocente.
El viernes pasado, Esteve segu¨ªa atacando a la joven en un v¨ªdeo en directo en sus redes sociales. Conect¨® por videoconferencia con la familia de la mujer mayor, a la que se refiri¨® como ¡°Carmen de Espa?a¡±. Al otro lado de la pantalla ten¨ªa a las cuatro personas que ¨¦l ha escogido como aliados en este caso: el hijo, la nuera y dos nietas de Carmen. El l¨ªder de Desokupa ya sab¨ªa que se hab¨ªa equivocado de bando, pero segu¨ªa sin rectificar. Si alguien estaba cometiendo una ilicitud eran ellos, y no la joven. Ni la abuela Carmen viv¨ªa en el piso; ni la joven era su cuidadora, ni era una okupa. Al otro lado de la pantalla, los cuatro daban las gracias al famoso desokupador.
¡°En cuanto tengamos esa casa, ten¨¦is la puerta abierta todos¡±, le dice la nuera, Bego?a de la Cruz.
¡°T¨², tranquila, que nosotros las puertas las abrimos¡±, le responde ¨¦l, de forma burlona.
El castillo de Desokupa y la familia de Carmen se empez¨® a desmoronar el fin de semana pasado, cuando OK Diario public¨® que, seg¨²n fuentes policiales, el conflicto real era entre Carmen y la propietaria, que hab¨ªa descubierto el subarriendo. Algunos simpatizantes de Desokupa le han reprochado a Esteve el error: ¡°Creo que en esta ocasi¨®n os hab¨¦is equivocado, y os est¨¢n utilizando¡±, dec¨ªa una seguidora en Facebook, Myriam Garc¨ªa Gasco.
Pero Esteve ha continuado su campa?a contra la joven, a la que ahora acusa sin pruebas de un acuerdo con la propiedad para echar a Carmen. El mi¨¦rcoles por la ma?ana apareci¨® en la puerta del edificio, donde sigue la joven, para acompa?ar a la familia de Carmen en un escrache que ¨¦l mismo hab¨ªa anunciado en redes sociales la noche anterior.
¡°Nadie te quiere, a Carmen s¨ª¡±; ¡°una cuidadora es okupadora¡± y ¡°sal ahora si tienes valor¡±, fueron algunos de los c¨¢nticos que miembros de la familia, amigos y unos 10 simpatizantes profirieron en el escrache, que fue autorizado por la delegaci¨®n del Gobierno. Cinco c¨¢maras de televisi¨®n estaban presentes.
Un negocio fruct¨ªfero
A pesar de sus excesos, Esteve se est¨¢ haciendo de oro. En 2019, factur¨® 1,7 millones de euros. Durante a?os ha sido impulsado por programas de televisi¨®n que lo han entrevistado, pero ya vuela solo. En YouTube, una red donde puede percibir ingresos por publicidad y donaciones, tiene cerca de 100.000 suscriptores. En Facebook, casi medio mill¨®n.
Su ¨¦xito refleja el miedo que ha calado en la sociedad espa?ola a los okupas, un t¨¦rmino confuso que proviene de un movimiento de protesta de la izquierda que busca dar uso social a inmuebles abandonados. En realidad, si una persona entra en una casa sin permiso, la Polic¨ªa puede tumbar la puerta y detenerlo, con orden judicial o sin ella, en casos claros de delito flagrante. Son casos extremadamente raros, que encajan con la figura del allanamiento de morada. La inmensa mayor¨ªa de okupaciones se produce en fincas de bancos y fondos de inversi¨®n donde no vive nadie. Muchas son viviendas con poco atractivo comercial y que han sido incapaces de venderse desde la crisis inmobiliaria de 2008. En estos casos se habla de un delito de usurpaci¨®n.
Es por este motivo que Esteve suele tener como clientes a fondos y bancos, a pesar de que ¨¦l se presenta como el gran defensor del peque?o propietario, seg¨²n Carlos Castillo, abogado de la asociaci¨®n PAH Madrid, que defiende el derecho a la vivienda digna y lleva varios casos de ese tipo relacionados con Desokupa. Otros clientes son peque?os caseros que buscan deshacerse de inquilinos que dejan de pagar.
Situaciones como la de Carmen, a pesar de ser un bulo, tienen resonancia en una sociedad como la espa?ola, donde cada vez hay m¨¢s personas que sufren para pagar una vivienda. ¡°Son casos cercanos para la gente porque son cosas que pasan en tu barrio¡±, dice Castillo, que percibe un inter¨¦s en la derecha por fomentar este marco de confrontaci¨®n. ¡°El sujeto pol¨ªtico al que atacar suele ser poblaci¨®n vulnerable como los inmigrantes¡±. Vox tuite¨® el bulo xen¨®fobo de Carmen: ¡°No descansaremos hasta que Espa?a sea al ¨²ltimo sitio donde vendr¨ªa un delincuente¡±.
Este mi¨¦rcoles en el escrache, Esteve lleg¨® a las puertas del edificio caminando desde uno de los arcos de la Plaza Mayor, acompa?ado de cuatro de sus espantaokupas. Quiz¨¢s al ver que la concentraci¨®n hab¨ªa sido un fracaso de p¨²blico (aunque no de presencia medi¨¢tica), Esteve y los suyos se quedaron en un segundo plano y dejaron a la familia de Carmen gritando con un meg¨¢fono en direcci¨®n a los ventanales de la planta segunda, donde estaba la joven. ¡°Hija de puta¡±, la insultaba un exaltado. ¡°Es una marroqu¨ª asquerosa¡±.
¡°?Esa es la humanidad que te ense?a tu religi¨®n?¡±, dec¨ªa otro.
Cuando el peque?o grupo empezaba a disolverse, apareci¨® por all¨ª un cartero que se acerc¨® a una mujer mayor que ve¨ªa la escena a cierta distancia. Ella estaba sentada en una silla de ruedas, con un vestido de flores y unas gafas de sol. ¡°Carmen, tengo esto para usted¡±, le dijo, present¨¢ndole un burofax. Ella lo mir¨® confundida. ¡°?Carmen Franquelo? Esto no es para m¨ª¡±, le respondi¨®.
En realidad, ella era una vecina que se parec¨ªa mucho a Carmen. El cartero se aproxim¨® a continuaci¨®n al hijo, Fernando Mart¨ªn, y a la nuera, Bego?a de la Cruz. ¡°Lo siento. Yo no estoy autorizado¡±, le respondi¨® Mart¨ªn.
Los otros miembros de la familia le miraron extra?ados. ¡°Es un burofax de la propietaria¡±, les explic¨®. No les interesa recibir los nuevos apremios. Se giraron y siguieron escracheando a la joven vulnerable que han convertido en su ¨²nico objetivo.
Esteve asegura ahora que lo que verdaderamente le importa no es echar a la joven del piso, sino que Carmen vuelva. Le dice a este peri¨®dico que la Polic¨ªa actu¨® ¡°como juez y parte¡± al quitarle las llaves a la familia. ¡°Debe ser un juez el que decida¡±, afirma ¨¦l en una entrevista telef¨®nica el jueves. Abogados consultados dicen que la actuaci¨®n de los agentes fue correcta. La mujer, que no estaba en el piso el d¨ªa que los agentes arrebataron las llaves a la familia, lleva m¨¢s de dos a?os fuera de la vivienda y no queda desamparada al vivir con su hermano.
No ve reprochables sus ataques a la joven. ¡°Yo doy mi versi¨®n de los hechos y la gente es suficientemente inteligente para hacer o deshacer¡±. Cuando se le pregunta por qu¨¦ carga contra alguien que habita leg¨ªtimamente un piso, decide cortar.
¡°Ya est¨¢. Se ha acabado la entrevista. Que ya veo por d¨®nde vas¡±.
?Tienes informaci¨®n? Contacta a los reporteros de la secci¨®n de Madrid Fernando Peinado fpeinado@elpais.es y Patricia Peir¨® ppeiro@elpais.es
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