Oda a Chueca
Aqu¨ª est¨¢ Madrid para defender su barrio m¨¢s valiente y con Pedro Zerolo all¨¢ donde est¨¦
Se hace el remol¨®n el d¨ªa para amanecer. Tiene Madrid todav¨ªa ese azul¨®n oscuro inspirado en las agujas del reloj del edificio de Telef¨®nica en la Gran V¨ªa. Estoy a las espaldas, en una cafeter¨ªa de la plaza de Pedro Zerolo. Vecinos apresurados camino del trabajo, alg¨²n turista madrugador, unos pocos despistados mareantes de la noche, furgonetas en plena carga y descarga.
Pero todav¨ªa parecen resonar los gritos b¨¢rbaros de la semana pasada en las paredes. S¨ª, en pleno siglo XXI neonazis vinieron a este barrio a gritar ...
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Se hace el remol¨®n el d¨ªa para amanecer. Tiene Madrid todav¨ªa ese azul¨®n oscuro inspirado en las agujas del reloj del edificio de Telef¨®nica en la Gran V¨ªa. Estoy a las espaldas, en una cafeter¨ªa de la plaza de Pedro Zerolo. Vecinos apresurados camino del trabajo, alg¨²n turista madrugador, unos pocos despistados mareantes de la noche, furgonetas en plena carga y descarga.
Pero todav¨ªa parecen resonar los gritos b¨¢rbaros de la semana pasada en las paredes. S¨ª, en pleno siglo XXI neonazis vinieron a este barrio a gritar ¡°fuera sidosos de Madrid, fuera maricas de nuestros barrios¡±. Cosas que nos pueden parecer medievales, pero que est¨¢n pasando en nuestras calles, alimentadas por los discursos del odio. ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo? ?Han resurgido discursos reaccionarios o estaban ah¨ª ocultos esperando a que alguien los envalentonara con excusas de ir contra la ¡°pol¨ªticamente correcto¡±?
Ir a gritar eso a Chueca no es una mera provocaci¨®n, es ir directamente contra Madrid, contra sus valores y contra los derechos humanos. Y un aviso de amenaza contra los que consideran m¨¢s d¨¦biles: el colectivo lgtbi, las mujeres y los inmigrantes. Pero ah¨ª est¨¢ Chueca, valiente como ning¨²n otro barrio de Madrid, y s¨ªmbolo de la libertad y de la diversidad. No es una isla, como la quieren pintar algunos descerebrados, sino un motor de libertad que bombea fuerza e impregna al resto de la ciudad, del pa¨ªs¡ y tambi¨¦n fuera de nuestras fronteras. Porque hay que decirlo: Chueca es un s¨ªmbolo de tolerancia fuera de Espa?a tambi¨¦n, uno de los mayores orgullos del pa¨ªs. Lo que pas¨® no puede volver a repetirse en sus calles. No tiene cabida en la sociedad democr¨¢tica desarrollada de la que presumen todos los pol¨ªticos.
Chueca no es una isla, como la quieren pintar algunos descerebrados, sino un motor de libertad que bombea fuerza e impregna al resto de la ciudad, del pa¨ªs¡ y tambi¨¦n fuera de nuestras fronteras
Chueca son sus calles llenas de besos libres, de bares donde se est¨¢ hasta el amanecer, de terrazas llenas de risas. Es un verm¨² en la taberna de ?ngel Sierra en la plaza, es escuchar a Tavi y su saxof¨®n en el LL Bar, es sentarse al atardecer en la plaza de la Memoria Trans, es mezclarse con los guiris mientras se compra en la charcuter¨ªa del Mercado de San Ant¨®n, es cruzarse con Luis Garc¨ªa Montero mientras va hacia el Instituto Cervantes, es tomar un ginfizz en el Cock al calor de la Gran V¨ªa, es esquivar a las masas que hacen cola en La Poller¨ªa.
Y es iluminarse con los neones electrizantes de la iglesia de San Ant¨®n en Hortaleza, es bajar las escaleras del Why not, es ir a comprar las revistas que s¨®lo llegan al quiosco de Barquillo, es serpentear los muestrarios de zapatos en Augusto Figueroa, es ir a cantar en los pianos del Toni 2 y del S¨¢came por Dios, es ir a comer setas al Cisne Azul, es celebrar el Orgullo, es sentarse en las butacas rojas del teatro Infanta Isabel. Chueca no se toca. No se le grita, se le hacen odas. Aqu¨ª est¨¢ Madrid para defender a su barrio, y Pedro Zerolo desde donde est¨¦.
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