Neofascismo en Chueca: un s¨ªntoma
Solo extremando la vigilancia podr¨¢n evitarse exhibiciones cargadas de homofobia como la que tuvo lugar en Madrid
La existencia en la sociedad espa?ola de grup¨²sculos de extrema derecha ha generado, ya demasiado a menudo, situaciones que han puesto contra las cuerdas los valores de tolerancia y liberalidad democr¨¢tica que ellos mismos niegan a los dem¨¢s. Alemania ha tenido contra sus rebrotes neonazis una actitud intransigente que Espa?a a¨²n est¨¢ lejos de alcanzar. El exhibicionismo neofascista y bravuc¨®n ha conseguido pasearse impunemente por las calles sin que nada haya logrado atajar o prevenir su incivismo insultante. Algo de eso sucedi¨® hace unos d¨ªas en Chueca: una manifestaci¨®n comunicada a la Delegaci¨®n del Gobierno como contraria a la Agenda 2030/2050 discurri¨® fuera de esas previsiones e incurri¨® repetidamente en la exhibici¨®n de simbolog¨ªa antidemocr¨¢tica y en consignas que pueden ser examinadas bajo la perspectiva de los delitos de odio contra el colectivo LGTBI.
El caso merece una reflexi¨®n m¨¢s all¨¢ de la coyuntura concreta y las triqui?uelas que los convocantes han encontrado para no poner en riesgo la marcha (que no debe ser autorizada, solo comunicada y, en su caso, prohibida). Nadie declara ante la autoridad competente querer organizar una concentraci¨®n hom¨®foba, racista, nazi o xen¨®foba, aunque sea la exhibici¨®n ruidosa de estas actitudes lo que realmente persigue. Tampoco la sobreactuaci¨®n preventiva es el mejor instrumento para combatir estas pr¨¢cticas, pero s¨ª puede serlo incorporar una diligencia m¨¢s exigente en el estudio de las comunicaciones de manifestaci¨®n, al menos cuando existan evidencias de posible abuso de derecho o antecedentes de pr¨¢cticas parecidas. No se trata de incorporar una estramb¨®tica presunci¨®n de culpabilidad frente a concentraciones promovidas por determinados grupos de reincidentes habituales. Est¨¢n en su derecho de manifestaci¨®n. Pero cuesti¨®n distinta es que se pase por alto lo ocurrido, ahora que la realidad ha desmentido una vez m¨¢s la intenci¨®n te¨®rica que impuls¨® la convocatoria por parte de una presunta asociaci¨®n de vecinos. El motor real de esa convocatoria fue, seg¨²n se vio en el transcurso de la exigua marcha, el hostigamiento contra segmentos de la poblaci¨®n que merecen una protecci¨®n adicional.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha pedido la acci¨®n de la Fiscal¨ªa para interesarse en el caso. La asociaci¨®n vecinal convocante ha sido ya identificada al menos en otra ocasi¨®n con un perfil filonazi y a la marcha se sumaron asociaciones de ese signo desde distintos puntos de Espa?a. Que se sume un n¨²mero reducido de personas no mitiga el da?o que causan ni la intimidaci¨®n que engendra la homofobia jaleada bajo vigilancia policial. M¨¢s all¨¢ del recorrido en los tribunales que tenga el caso conviene se?alar que ese episodio, en s¨ª mismo menor, se suma a la retah¨ªla de comportamientos que, ampar¨¢ndose en la libertad de expresi¨®n y manifestaci¨®n, conculcan de manera frontal y directa los valores que defiende la sociedad espa?ola de forma mayoritaria.
No todo lo que nos repugna es delito, pero la propagaci¨®n del odio no puede ser asumida como inevitable o amparada en la libertad de expresi¨®n. Corresponde a las fuerzas pol¨ªticas un posicionamiento sin titubeos, como ha sucedido en las ¨²ltimas horas con todos los grupos parlamentarios, a excepci¨®n de Vox, que ha preferido difundir un bulo. La unidad pol¨ªtica es el camino.
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