Si no ahora, ?cu¨¢ndo?
La pandemia nos ha puesto al borde del abismo, cara a cara con nuestros miedos y mirando de frente a nuestros deseos
Tiene 20 a?os y dice: ¡°El a?o pasado entr¨¦ en una crisis existencial y, bueno, acab¨¦ aqu¨ª¡±. Los dem¨¢s asentimos. Unos minutos despu¨¦s, otro compa?ero se presenta y confiesa: ¡°Despu¨¦s de lo que pasamos, me plantee algunas cosas... eh... me pregunt¨¦, si no era ahora, ?cu¨¢ndo?¡±. El resto volvemos a asentir. No estamos en un grupo de adictos an¨®nimos. No vamos a hacer un programa de 12 pasos ni vamos a recibir chapitas por nuestro buen comportamiento. Estamos sentados ante un pupitre, una pizarra blanca y un mapa de la bota de Italia colgado en la pared de gotel¨¦. No estamos redimiendo nuestros pe...
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Tiene 20 a?os y dice: ¡°El a?o pasado entr¨¦ en una crisis existencial y, bueno, acab¨¦ aqu¨ª¡±. Los dem¨¢s asentimos. Unos minutos despu¨¦s, otro compa?ero se presenta y confiesa: ¡°Despu¨¦s de lo que pasamos, me plantee algunas cosas... eh... me pregunt¨¦, si no era ahora, ?cu¨¢ndo?¡±. El resto volvemos a asentir. No estamos en un grupo de adictos an¨®nimos. No vamos a hacer un programa de 12 pasos ni vamos a recibir chapitas por nuestro buen comportamiento. Estamos sentados ante un pupitre, una pizarra blanca y un mapa de la bota de Italia colgado en la pared de gotel¨¦. No estamos redimiendo nuestros pecados, estamos intentando aprender italiano.
Formamos un grupo peculiar que oscila desde los 17 a?os hasta los (calculo a ojo y espero no ofender a nadie) 60. Somos cerca de 20, todos predispuestos a pronunciar correctamente las ci como chi y las chi como qui y olvidarnos de que el italiano no es ponerle una i al final de cada palabra en castellano. Nuestra profesora sabe que est¨¢ ante un grupo de gente extravagante y poco pr¨¢ctica. No me malinterpreten, el italiano no es ingl¨¦s, ni alem¨¢n, ni chino. No estamos aqu¨ª porque en nuestro trabajo nos exijan saber hablar italiano sino porque hemos decidido que es un idioma bello, nos gusta la pizza, M?neskin o somos lo bastante ilusos como para creer que un d¨ªa viviremos en Roma y seremos felices estando siempre al borde de un stendhalazo.
Pero, adem¨¢s de todo ello, estamos aqu¨ª por culpa de una pandemia que nos ha puesto al borde del abismo, cara a cara con nuestros miedos y mirando de frente a nuestros deseos. Y no hay nada que d¨¦ m¨¢s terror que un deseo no cumplido. Nada que provoque m¨¢s p¨¢nico que sentir que ya es tarde para eso que tanto quer¨ªas y no hiciste porque cre¨ªas que estabas demasiado ocupada, o te daba demasiada verg¨¹enza, o sent¨ªas, precisamente, miedo de hacerlo realidad. Por eso, despu¨¦s del confinamiento algunos ex volvieron dejando de lado el orgullo m¨¢s da?ino y absurdo. Algunos familiares supieron perdonar viejas rencillas. Algunos amigos limaron asperezas y otros, simplemente, dejaron de hablarse entendiendo que no se aportaban absolutamente nada el uno al otro.
Hab¨ªa ciertas cuestiones en nuestras vidas prepand¨¦micas que sab¨ªamos que nos estaban llevando a un callej¨®n sin salida, pero no sab¨ªamos c¨®mo dar media vuelta
Confinados entre cuatro paredes y sin interacciones sociales, nos propusimos ser mejores. La muestra m¨¢s comercial de ello es que la pandemia ha aumentado en un 40% las ventas de libros de autoayuda. Hay h¨¢bitos que queremos dejar atr¨¢s, frases que necesitamos leer para sentirnos reconfortados. Hab¨ªa ciertas cuestiones en nuestras vidas prepand¨¦micas que sab¨ªamos que nos estaban llevando a un callej¨®n sin salida, pero no sab¨ªamos c¨®mo dar media vuelta.
No suelo pecar de optimismo, pero si tengo que pecar que al menos sea de eso: quiz¨¢ s¨ª que estamos intentando ser mejores. O al menos, ser m¨¢s fieles a nuestros deseos. Aunque sean deseos ut¨®picos o nada pr¨¢cticos. Si no ahora, ?cu¨¢ndo? Yo de momento seguir¨¦ yendo a cada clase con un alegre ciao nada m¨¢s cruzar la puerta. Que todos sabemos que en realidad se pronuncia chao.
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