Se busca empresario ¡°fantasma¡± que desaparece sin pagar a sus empleados
Tras la pandemia, entre ocho y 10 trabajadores de la construcci¨®n acuden a CC OO para reclamar impagos
Los trabajadores de la construcci¨®n denuncian impagos por parte de empresarios ¡°fantasma¡± que desaparecen tras el trabajo en la obra. No tienen contrato. Tampoco est¨¢n dados de alta en la Seguridad Social. Varios de ellos se encuentran en situaci¨®n irregular y tienen miedo de denunciar lo ocurrido. Los empleados buscan desesperadamente a los empresarios para reclamar el dinero que les deben. Pero, en muchas ocasiones, no conocen m¨¢s que el nombre de quien los contrata y la furgoneta que conducen. Seg¨²n Comisiones Obreras de Madrid, esto ha pasado toda la vida, pero durante la pandemia han aume...
Los trabajadores de la construcci¨®n denuncian impagos por parte de empresarios ¡°fantasma¡± que desaparecen tras el trabajo en la obra. No tienen contrato. Tampoco est¨¢n dados de alta en la Seguridad Social. Varios de ellos se encuentran en situaci¨®n irregular y tienen miedo de denunciar lo ocurrido. Los empleados buscan desesperadamente a los empresarios para reclamar el dinero que les deben. Pero, en muchas ocasiones, no conocen m¨¢s que el nombre de quien los contrata y la furgoneta que conducen. Seg¨²n Comisiones Obreras de Madrid, esto ha pasado toda la vida, pero durante la pandemia han aumentado los casos: entre ocho y 10 personas al mes han acudido al sindicato con este problema en lo que llevamos de a?o.
Los obreros encuentran el trabajo para peque?as reformas en viviendas y locales de particulares gracias al boca a boca. Tambi¨¦n, en los n¨²meros de tel¨¦fonos que encuentran colgados en las farolas de la calle. Juan Carlos Salazar, de 54 a?os, cuenta que le deben 3.000 euros por tres meses de trabajo. ¡°Dan el anticipo, tumban cuatro paredes y salen a correr. No cogen el tel¨¦fono ni leen los mensajes de WhatsApp¡±, comenta el oficial de pintura. El colombiano asegura que los empresarios se conocen: ¡°Uno se encarga de los alicatados y otro de la obra blanca¡±. Salazar trabaj¨® para ellos en dos obras. La primera fue en una casa particular en Aluche. Despu¨¦s, en un colegio en el barrio de Salamanca.
Hace dos meses se top¨® con uno de ellos en Pueblo Nuevo. Salazar se detuvo frente a su coche cuando el sem¨¢foro se puso en rojo. ¡°No quer¨ªa bajarse. Llam¨¦ a la polic¨ªa y me dijeron que si denunciaba sin estar dado de alta en la Seguridad Social iba a perjudicarme a m¨ª mismo¡±, cuenta el colombiano. El trabajador lleva 20 a?os en Espa?a, donde reagrup¨® a su mujer y a su hijo, y tiene la residencia permanente. En enero, durante la borrasca Filomena, trabaj¨® en una reforma en la calle de Diego de Le¨®n con Wilson Rodr¨ªguez, el compa?ero que le recomend¨® el trabajo.
Rodr¨ªguez es otro de los afectados: ¡°Me deben 1.800 euros desde hace cuatro meses¡±. El colombiano confiesa que no conoce nada m¨¢s que el nombre de la persona que le contrat¨® durante dos meses como alba?il y pintor. ¡°Me llam¨® y me dijo que, si yo quer¨ªa trabajo, ¨¦l me lo iba a dar¡±, recuerda. Rodr¨ªguez admite que al principio le pagaba bien: ¡°Me prometi¨® que me har¨ªa un contrato¡±. Pero luego, el empresario puso excusas.
Sin un contrato, denunciar lo ocurrido no parece ser una opci¨®n para ellos. ¡°La polic¨ªa nos dijo que, si no tenemos contrato, estamos perdidos¡±, comenta afligido. Rodr¨ªguez lleg¨® a Espa?a hace 10 a?os y tiene la nacionalidad espa?ola, pero explica que muchos de sus compa?eros est¨¢n en situaci¨®n irregular: ¡°Muchos no tienen papeles y tienen miedo¡±.
Carlos Cruz, de 60 a?os, ten¨ªa una empresa de construcci¨®n en Bogot¨¢, de donde huy¨® en enero del a?o pasado tras recibir amenazas por acumulaci¨®n de deudas. Su situaci¨®n no mejor¨® al llegar a Madrid: ¡°Trabaj¨¦ 50 d¨ªas en diferentes obras y a¨²n no me han pagado¡±. El colombiano lleva tres meses intentando contactar, sin ¨¦xito, con los empresarios que le contrataron: ¡°No cogen el tel¨¦fono, desaparecen, como si no existieran¡±.
Cruz solicit¨® la petici¨®n de asilo al llegar a Madrid. Entreg¨® el certificado de construcci¨®n y gerencia de su empresa y un escrito que contaba la persecuci¨®n que hab¨ªa sufrido en Colombia. Se la han denegado. Hasta hace un mes contaba con la hoja blanca, el comprobante de solicitud de asilo, que no le permit¨ªa trabajar en Espa?a. ¡°Se aprovechan de que uno no est¨¢ formalizado y que no tiene sus papeles en regla porque saben que necesitamos el trabajo¡±, explica Cruz. ¡°No podemos trabajar, pero entonces ?c¨®mo podemos vivir?¡±, lamenta desesperado.
Durante la pandemia, sobrevivi¨® gracias a la ayuda de C¨¢ritas. Ahora vive en un piso compartido con tres personas en San Sebasti¨¢n de los Reyes por el que paga 250 euros al mes y trabaja en una obra en Aluche: ¡°Llevo tres d¨ªas levant¨¢ndome a las 5.30 y llegando a mi casa a las 9.00 sin probar un bocado¡±.
Su compa?ero, Jhon Ochoa, de 24 a?os, tampoco ha recibido el dinero. Ambos trabajaron durante 20 d¨ªas en una obra en Illescas: ¡°Te ofrecen el empleo, vas a trabajar y luego no sabes nada de ellos¡±. Ochoa cuenta que acept¨® trabajar sin la formalizaci¨®n de un contrato: ¡°No conocemos nada de su vida. Nosotros tampoco les generamos datos¡±. Aunque admite que esto es un riesgo tanto para ellos como para las personas que los contratan. ¡°Se ahorran dinero, pero si a nosotros nos pasa algo es una responsabilidad muy grande. Trabajamos con m¨¢quinas muy peligrosas, como taladros, radiales y cortadoras¡±, comenta el colombiano. Ochoa lleg¨® a increpar de manera violenta a uno de los empresarios: ¡°Fui a su casa. Se tard¨® una hora en traer los 800 euros que me deb¨ªa¡±.
El joven lleg¨® a Madrid hace dos a?os y medio, tras recibir amenazas de muerte por parte de un combo colombiano, una banda ilegal que maneja drogas, extorsi¨®n y robos. ¡°Yo no quer¨ªa venir, pero no viv¨ªa tranquilo porque me segu¨ªan buscando y me iban a matar¡±, cuenta Ochoa. Su petici¨®n de asilo tambi¨¦n fue denegada hace siete meses. Ahora vive con su madre en Canillejas. ¡°Tenemos que trabajar porque tenemos gastos. Hay que pagar el alquiler. Hay que comer¡±, sentencia Ochoa.
?ngel Mart¨ªnez, uno de los empresarios de los que habla Salazar, niega lo que cuentan los trabajadores. ¡°No le debo nada a nadie. Solo me he retrasado en un pago a un pintor en Aluche. Ya le he dicho que en un par de d¨ªas tendr¨¢ el dinero¡±, explica el propietario del negocio. Mart¨ªnez indica que es aut¨®nomo: ¡°Tengo todos los papeles en regla¡±. Aunque admite que los empleados cobran en negro: ¡°Muchos de ellos no tienen contrato porque no quieren. Dicen que tienen subsidios o que no tienen papeles y por eso no pueden hacer facturas¡±, sentencia.
Salazar se puso en contacto con Comisiones Obreras, pero no logr¨® solucionar el problema. De las 150 consultas que recibe el sindicato cada a?o, solo 20 consiguen la retribuci¨®n. Entre las personas que reclaman impagos tambi¨¦n hay espa?oles. El responsable de construcci¨®n del sindicato, David Juan P¨¦rez, explica que necesitan pruebas que acrediten lo sucedido para denunciarlo ante el Juzgado Social o la Inspecci¨®n de Trabajo. Antes de esto, el sindicato visita las obras y habla con los empresarios para que paguen a los trabajadores. Para ello, les piden fotograf¨ªas, testigos y datos de las empresas donde han trabajado.
Uno de los principales problemas es la falta de dichas pruebas: ¡°Los empresarios que se dedican a esto son pistoleros. Normalmente, son aut¨®nomos o empresas que no tienen una estructura legal. Muchas veces ni siquiera los empleados conocen su nombre, tienen un n¨²mero de m¨®vil que nadie coge o hablan de una furgoneta que anda por ah¨ª¡±.
La situaci¨®n se complica para aquellos que no tienen permiso de trabajo, puesto que pueden ser extraditados y multados. ¡°La pandemia ha agravado los problemas de la econom¨ªa sumergida. Cada vez son m¨¢s las personas que se encuentran en situaci¨®n de precariedad e irregularidad¡±, explica el responsable. ¡°Ellos aceptan el trabajo porque es la ¨²nica manera que tienen de trabajar¡±, concluye P¨¦rez.
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