Sin la Play por Navidad
Tenemos el dinero, pero no tenemos los productos en un momento en que los estantes est¨¢n vac¨ªos
Parece que un fantasma recorre Europa y no es el comunismo, sino todo lo contrario. Hemos inaugurado la ¨¦poca m¨¢s consumista del a?o, al borde del Black Friday, Navidad y los Reyes. Vienen d¨ªas de luces, colas y compras desbocadas. Todo el mundo necesita un regalo, un premio de consolaci¨®n tras dos a?os miserables, algo, lo que sea, en lo que gastar lo que hemos conseguido ahorrar en el confinamiento o nuestro ¨²ltimo paro. Pero hay un peque?o problemita en el primer mundo: tenemos el dinero, pero no tenemos los productos. Y, de pronto, acostumbrados como estamos e inmunizados ante las n...
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Parece que un fantasma recorre Europa y no es el comunismo, sino todo lo contrario. Hemos inaugurado la ¨¦poca m¨¢s consumista del a?o, al borde del Black Friday, Navidad y los Reyes. Vienen d¨ªas de luces, colas y compras desbocadas. Todo el mundo necesita un regalo, un premio de consolaci¨®n tras dos a?os miserables, algo, lo que sea, en lo que gastar lo que hemos conseguido ahorrar en el confinamiento o nuestro ¨²ltimo paro. Pero hay un peque?o problemita en el primer mundo: tenemos el dinero, pero no tenemos los productos. Y, de pronto, acostumbrados como estamos e inmunizados ante las necesidades de habitantes de otros pa¨ªses que deben hacer largas colas para conseguir un kilo de carne o media docena de huevos, en el primer¨ªsimo mundo cunde el p¨¢nico: no hay nada m¨¢s molesto para un habitante privilegiado que tener el bolsillo lleno y que los estantes est¨¦n vac¨ªos.
Surgen, entonces, discursos catastrofistas. Los ni?os se quedar¨¢n sin juguetes en Navidad. En las discotecas nos quedaremos sin gintonics porque las botellas de Seagram¡¯s no llegan del Reino Unido post-Brexit. Los empresarios no pueden renovarse el coche de empresa porque, lo crean ustedes o no, hasta los concesionarios se han quedado sin coches caros. Apple ha tenido que dejar de fabricar iPads y priorizar la fabricaci¨®n de iPhones porque faltan microchips. ?Qu¨¦ es eso de que tenga que esperar ocho meses para recibir un coche japon¨¦s? ?No puedo comprar la lavadora secadora que lava en 15 minutos y seca en cinco y me tengo que conformar con una normal? ?Y para esto quer¨ªamos la libertad?
Y entonces, por supuesto, todos nos sentimos enga?ados. ?Huelen eso? Es el olor del fin del mundo. Cre¨ªamos que ser¨ªa la pandemia, Filomena, de nuevo la pandemia, un volc¨¢n, una DANA, cualquier cat¨¢strofe natural la que pondr¨ªa fin a nuestra existencia, pero nada nos ha puesto m¨¢s nerviosos que la falta de microchips.
Los medios, economistas y expertos hablan de cuellos de botellas. Los simples humanos empiezan a comprar todo lo que ven incluso antes de esperar las ofertas del Black Friday. Hay hogares en los que empieza a saborearse el fracaso: o compramos ya los juguetes o le tendremos que dar al ni?o un vale de El Corte Ingl¨¦s. Pero si la felicidad de tu hijo depende de que le des o no la Play 5 por Navidad, no quiero hacerte spoiler, pero probablemente ya has fracasado.
La psicosis del acaparamiento ha entrado en juego, pero no es una novedad. Cuando empezamos a ver la salida de la pandemia porque, por fin, se hab¨ªan producido las primeras vacunas, el primer mundo tambi¨¦n se dio prisa en comprar todos los viales que pudieran y cupieran en sus frigor¨ªficos. ?El resultado? Los pa¨ªses ricos hemos tenido que tirar lotes de vacunas caducadas mientras el 98% de la poblaci¨®n de los pa¨ªses pobres sigue sin vacunar y por tanto expuestos al virus y a la muerte. Y eso s¨ª que da miedo porque eso s¨ª que es desabastecimiento.
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