Se necesitan mujeres mayores de 60 a?os con ganas de m¨¢s
Un grupo de se?oras se re¨²ne cada martes en el barrio de Embajadores de Madrid para practicar el autocuidado en compa?¨ªa y el empoderamiento digital. En el distrito de Usera va a abrirse otro proyecto similar
Clara Dom¨ªnguez, de 86 a?os, es la m¨¢s veterana. Ella vive sola en un piso en el barrio de Embajadores desde que falleci¨® su marido enfermo, al que cuid¨® durante 18 a?os. ¡°Fue como si hubiera estado secuestrada, pero yo quer¨ªa hacerlo¡±, recuerda. Despu¨¦s, encontr¨® una segunda familia en las 18 mujeres mayores de 60 a?os que cada martes por la ma?ana se re¨²nen en la Casa Encendida: ¡°Me encontraba muy sola, pero ahora me siento arropada por todas mis compa?eras¡±. Se conocieron en 2019, en un proyecto social del Grupo Tangente para mitigar la soledad no deseada en la capital, donde hay 167.689 pe...
Clara Dom¨ªnguez, de 86 a?os, es la m¨¢s veterana. Ella vive sola en un piso en el barrio de Embajadores desde que falleci¨® su marido enfermo, al que cuid¨® durante 18 a?os. ¡°Fue como si hubiera estado secuestrada, pero yo quer¨ªa hacerlo¡±, recuerda. Despu¨¦s, encontr¨® una segunda familia en las 18 mujeres mayores de 60 a?os que cada martes por la ma?ana se re¨²nen en la Casa Encendida: ¡°Me encontraba muy sola, pero ahora me siento arropada por todas mis compa?eras¡±. Se conocieron en 2019, en un proyecto social del Grupo Tangente para mitigar la soledad no deseada en la capital, donde hay 167.689 personas mayores de 65 a?os que no comparten vivienda y 129.292 de ellas son mujeres. Rosario Sancho, de 66 a?os, sal¨ªa de una sesi¨®n de gimnasia en el centro cultural de la Casa del Reloj cuando se top¨® con un cartel en el que se le¨ªa: ¡°Necesitamos mujeres mayores de 60 a?os con ganas de m¨¢s¡±. Y no dud¨® ni un segundo en apuntarse. Acabado el taller, las ya amigas decidieron continuar por su cuenta.
Talleres de lectura y escritura, meditaci¨®n, ejercicios de movilidad y visitas did¨¢cticas son algunas de las actividades que llevan a cabo para fomentar el empoderamiento digital y el autocuidado en compa?¨ªa. En una libreta donde tienen apuntados sus prop¨®sitos, resaltan el de ¡°seguir apoy¨¢ndose durante la pandemia¡± y ¡°el aprendizaje de herramientas digitales¡±.
El pasado martes empezaron con un ejercicio de estiramientos. En un c¨ªrculo, con la mascarilla puesta y las ventanas abiertas, el grupo retom¨® el pasado 25 de enero sus reuniones, despu¨¦s de varios meses sin salir de casa por el miedo al coronavirus. No es ninguna sorpresa que la pandemia ha aumentado las probabilidades de vivir en soledad. Durante el confinamiento, la soledad no deseada lleg¨® casi a duplicarse, pasando de un 10% de la poblaci¨®n a un 16,6%, seg¨²n la encuesta realizada por Madrid Salud en abril del 2020. Dom¨ªnguez rememora con hast¨ªo los meses de encierro. D¨ªa tras d¨ªa, su ¨²nica actividad era trasladarse de la cama al sill¨®n y del sill¨®n a la cama: ¡°Me acostumbr¨¦ a no salir de casa. Al ver que no hac¨ªa nada, me hund¨ª en la miseria. Entr¨¦ en bucle y estuve peor que nunca¡±.
La leonesa lleg¨® a Madrid con 23 a?os. ¡°A mis padres no les hac¨ªa mucha gracia, pero yo quer¨ªa volar¡±, relata. Ni corta ni perezosa se march¨® con lo puesto, y 3.000 de las antiguas pesetas (18 euros), a trabajar como decoradora, hasta que se cas¨® a los 32 a?os. Sus dos hijos viven en El Escorial, pero ella prefiere su barrio de Embajadores para seguir con su ajetreada agenda. ¡°Ahora hago todo lo que no he podido hacer antes en mi vida, porque he tenido que cuidar de mis hijos y trabajar¡±, asegura.
Clara Dom¨ªnguez llega a la cita tras una visita m¨¦dica en el ambulatorio. ¡°Las compa?eras se han convertido en mis mejores amigas. Nos llamamos todos los d¨ªas para contarnos las penas¡±, cuenta. El uso del tel¨¦fono m¨®vil y el ordenador ha sido uno de los mayores retos. Durante el confinamiento, las mujeres mantuvieron el contacto a trav¨¦s de cadenas de llamadas, grupos de WhatsApp y videoconferencias por Zoom. Clara Dom¨ªnguez agradeci¨® haber asistido a clases con un inform¨¢tico al que pagaba 10 euros por hora, despu¨¦s de apuntarse a varios cursos gratuitos organizados por el Ayuntamiento de Madrid, que, seg¨²n ella, no le sirvieron de nada.
Brecha digital
La brecha digital, adem¨¢s de dificultar el acceso a los servicios bancarios, es un escollo m¨¢s en la lucha contra la soledad de los mayores. ¡°Muchas veces la tecnolog¨ªa supone una barrera que los posiciona en un lugar de vulnerabilidad y desapego social¡±, explica Violeta Buckley, coordinadora de la iniciativa que les ense?¨® a utilizar herramientas digitales para que pudieran seguir en contacto en los meses m¨¢s duros de la pandemia.
Rosario Sancho, de 66 a?os, se queja de la dificultad de comunicarse a distancia con sus compa?eras: ¡°No me quedaba m¨¢s remedio que conectarme con ellas por Internet, pero para m¨ª los ordenadores son odiosos¡±. Ella vive sola desde que se prejubil¨® en su puesto de administrativa para cuidar a su madre, que falleci¨® hace unos a?os. Despu¨¦s de una vida dedicada al cuidado de los suyos, lo que m¨¢s valora es haber aprendido a cuidarse a ella misma. Y pone de ejemplo peque?as cosas del d¨ªa a d¨ªa que le han ayudado a complacer sus necesidades: ¡°He pasado por una tienda y he visto un cuadro que me encanta. Nunca me lo he comprado pensando que ese dinero lo pod¨ªa invertir en algo para mis nietos. Pues no, se?or, me lo puedo comprar y comprarles algo a mis nietos tambi¨¦n¡±.
La madrile?a a?ora los desayunos que organizaban antes del estallido de la pandemia en los que cada una aportaba lo que pod¨ªa. ¡°Hay personas que tienen pensiones muy bajas, pero, aun as¨ª, se deshac¨ªan por llevar cosas para disfrutarlas con las dem¨¢s¡±, explica.
Mar¨ªa Encarnaci¨®n Rivera, de 73 a?os, comparte piso con dos estudiantes a las que les alquila una habitaci¨®n para poder pagar la hipoteca. Hace cuatro a?os, Rivera sufri¨® un c¨¢ncer de colon: ¡°Te ves sola con un problema as¨ª y te haces fuerte¡±. Despu¨¦s de recuperarse de la enfermedad, la madrile?a decidi¨® dedicarse a sus aficiones en compa?¨ªa. ¡°Antes, la mujer estaba siempre tejiendo en casa. Ahora va con su mochilita, sus zapatillas de deporte tan ricamente con setenta y tantos a?os. Y menos mal. Somos m¨¢s libres¡±, dice orgullosa.
Tras la experiencia con las vecinas de Centro y Arganzuela, la organizaci¨®n ha abierto el plazo de inscripci¨®n para un nuevo grupo en el distrito de Usera, donde hay 7.440 mujeres mayores de 65 a?os que viven solas. ¡°La cercan¨ªa del barrio es muy importante para que creen su propia red de apoyo¡±, concluye Buckley.
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