La discreta muerte en prisi¨®n de la ¡®Mataviejas¡¯ de Madrid
Encarnaci¨®n Jim¨¦nez, condenada a 152 a?os por robar con violencia a 15 ancianas y asesinar a otra, aparece muerta en su celda cuando ya disfrutaba de la semilibertad
A primera hora de la ma?ana del pasado 20 de julio, Encarnaci¨®n Jim¨¦nez Moreno, de 58 a?os, iba a repetir la que era su rutina penitenciaria desde que hace cuatro a?os le concedieran la semilibertad. Condenada por el Tribunal Supremo a 152 a?os de c¨¢rcel por matar a una anciana y robar con inusitada violencia a otras 15 en sus viviendas de Madrid entre abril y julio de 2003, Jim¨¦nez Moreno deb¨ªa estar despierta en su celda para el recuento como paso previo a su salida diaria del Centro de Inserci¨®n...
A primera hora de la ma?ana del pasado 20 de julio, Encarnaci¨®n Jim¨¦nez Moreno, de 58 a?os, iba a repetir la que era su rutina penitenciaria desde que hace cuatro a?os le concedieran la semilibertad. Condenada por el Tribunal Supremo a 152 a?os de c¨¢rcel por matar a una anciana y robar con inusitada violencia a otras 15 en sus viviendas de Madrid entre abril y julio de 2003, Jim¨¦nez Moreno deb¨ªa estar despierta en su celda para el recuento como paso previo a su salida diaria del Centro de Inserci¨®n Social (CIS) Victoria Kent, el recinto penitenciario situado en el centro de la capital donde cumpl¨ªa la pena. Su ocupaci¨®n en esas salidas diarias no era otra que cuidar de sus nietos y su marido, tras lo que volv¨ªa al recinto carcelario para pernoctar y seguir tachando d¨ªas de su condena de la que ya hab¨ªa cumplido 20 a?os.
Sin embargo, aquel d¨ªa los funcionarios de prisiones no la encontraron de pie como era habitual, sino sentada en la cama y con el cuerpo recostado hacia un lado. Alarmados porque no respond¨ªa a sus llamadas, los trabajadores penitenciarios entraron en la celda y comprobaron que no respiraba ni ten¨ªa pulso, aunque su cuerpo a¨²n estaba caliente. Avisados los servicios de urgencia, estos solo pudieron certificar su muerte. El cad¨¢ver no presentaba signos de violencia y todo apunta a que falleci¨® por causas naturales cuando se vest¨ªa para disfrutar de su semilibertad, detallan fuentes penitenciarias. Un discreto final para una mujer que, hace ahora 20 a?os, dispar¨® las alertas policiales en Madrid al protagonizar una cadena de violentos asaltos a ancianas que viv¨ªan solas.
Cuando fue detenida, se la bautiz¨® como la Mataviejas por la edad de sus v¨ªctimas ¨Dentre los 68 y los 96 a?os¨D y la similitud en su forma de actuar con la de Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez Vega, el asesino en serie detenido en 1988 que recibi¨® el mismo apodo tras acabar con la vida en Santander de 16 ancianas. Rodr¨ªguez Vega tambi¨¦n muri¨® en prisi¨®n en 2002, aunque en su caso de modo violento apu?alado por otros reclusos. Jim¨¦nez Moreno, a la que un psiquiatra y una psic¨®loga que declararon en su juicio atribuyeron un trastorno disociativo o de m¨²ltiple personalidad que el tribunal que la conden¨® no consider¨® eximente o atenuante de sus delitos, hab¨ªa sido incluida por Instituciones Penitenciarias en el Programa de Atenci¨®n Integral al Enfermo Mental (PAIEM).
La Mataviejas ¨Dque en marzo de 2002 ya hab¨ªa sido condenada a un a?o de prisi¨®n por un robo con violencia en grado de tentativa¨D comenz¨® la carrera criminal que le llev¨® a la c¨¢rcel en la primavera de 2003. Seg¨²n detalla la sentencia del Supremo, el primer asalto lo cometi¨® a la una de la tarde del 18 de abril de aquel a?o. Ese d¨ªa, Jim¨¦nez Moreno entr¨® en la vivienda en la que Mar¨ªa, de 96 a?os, resid¨ªa en el n¨²mero 15 de la calle Ayala, de Madrid. Para ello, la enga?¨® haci¨¦ndola creer que quien llamaba insistentemente a su puerta eran su hijo, su nueva y su nieta, con los que la v¨ªctima hab¨ªa estado poco antes. Seg¨²n el relato de los hechos que recoge el fallo, la Mataviejas agredi¨® a la mujer al entrar en la vivienda para despu¨¦s llevarla a la fuerza hasta el dormitorio. All¨ª le introdujo el vestido de una mu?eca en la boca ¡°con tal violencia que arrastr¨® la parte inferior de la pr¨®tesis dental hasta incrust¨¢rsela en la laringe¡±. Luego le tapon¨® los orificios nasales, lo que termin¨® por causarle la muerte por asfixia. Tras registrar la vivienda y apoderarse de 300 euros en efectivo y diversas joyas valoradas en menos de 600 euros, la mujer abandon¨® la casa.
A partir de ah¨ª y durante los tres meses que siguieron hasta su detenci¨®n, Jim¨¦nez Moreno inici¨® una carrera de violentos asaltos que, al principio, espaciaba en el tiempo ¨Dentre el primero y el segundo pas¨® m¨¢s de un mes¨D, pero que luego se hicieron tan frecuentes que en al menos una ocasi¨®n cometi¨® dos el mismo d¨ªa. Nunca actuaba m¨¢s tarde de las 15.30, siempre de lunes a viernes y, adem¨¢s, en edificios antiguos, donde supon¨ªa que viv¨ªan personas de edad avanzada. Iba llamando a las puertas en busca de una v¨ªctima propiciatoria a la que enga?aba para que le abriera. A una le pidi¨® un vaso de agua; a otra le pregunt¨® si ten¨ªa fuego para encender un cigarrillo; en otro caso esgrimi¨® que ten¨ªa que entregar ¡°unos papeles¡±; en ocasiones afirmaba que ¡°trabajaba para la compa?¨ªa del agua¡±, e, incluso, que necesitaba un cuarto de ba?o con urgencia. Una vez las v¨ªctimas le franqueaban la entrada, la mujer las empujaba y se colaba en sus casas.
En los 16 ataques que la sentencia consider¨® probados, la Mataviejas utiliz¨® una violencia desmesurada. De hecho, junto al asesinato de la primera de sus v¨ªctimas, el tribunal calific¨® uno de los asaltos de homicidio en grado de tentativa y otro, de asesinato frustrado. En el primero de ellos, tras robar a la anciana 40 euros en efectivo y joyas por valor de 358 euros, la dej¨® en el suelo atada y amordazada a pesar de que esta le hab¨ªa rogado que la dejara suelta porque era diab¨¦tica y ten¨ªa que pincharse con regularidad. ¡°Por m¨ª como si te mueres¡±, le espet¨® Jim¨¦nez antes de abandonar la vivienda, donde la v¨ªctima estuvo cerca de 12 horas sin recibir ayuda.
En el segundo episodio, introdujo en la boca de una mujer de 85 a?os una calcet¨ªn en la boca para que no gritara y le puso un almohad¨®n en la cara mientras le exig¨ªa que le dijera donde ten¨ªa el dinero y las joyas, ¡°al tiempo que le golpeaba reiteradamente¡± y le pisaba la cara. Cuando consigui¨® un bot¨ªn de algo menos de 1.800 euros, la abandon¨® ¡°en la cama maniatada, amordazada y con el almohad¨®n fuertemente apretado sobre su cara, sin importarle las consecuencias que se pudieran derivar de su actuaci¨®n¡±. La anciana salv¨® la vida porque su perro le apart¨® de la cara el almohad¨®n que la asfixiaba.
Los ¨²ltimos asaltos que la sentencia adjudic¨® a la Mataviejas se produjeron el 15 de julio de aquel a?o. Al d¨ªa siguiente era arrestada despu¨¦s de que un vecino alertara a la Polic¨ªa de que una mujer merodeaba en actitud sospechosas por los portales del madrile?o distrito de Usera. Imputarle la autor¨ªa de los 16 asaltos fue relativamente sencillo porque, seg¨²n inform¨® entonces la polic¨ªa, Jim¨¦nez Moreno dej¨® numerosas pruebas. Perpetraba los asaltos siempre a cara descubierta y no utilizaba guantes, por lo que dej¨® huellas dactilares y rastros biol¨®gicos en casi todos los domicilios que asalt¨®. Incluso dejaba las colillas de los cigarros que fumaba. Adem¨¢s, en su domicilio se encontraron algunas de las joyas que hab¨ªa robado.
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