Turismofobia, la xenofobia pija
Hay una peligrosa intersecci¨®n entre el conjunto turismofobia y el conjunto xenofobia. Ah¨ª en el medio se nos pueden colar todo tipo de odios infames. Cuidado
El otro d¨ªa le¨ª a un vecino de una ciudad que lleva ya muchas d¨¦cadas agobiada por la constante presencia de turistas (una ciudad de tres millones de habitantes que recibe a 37 millones de almas cada a?o) relatar con delectaci¨®n, con gozo, con aut¨¦ntico orgullo, c¨®mo la autobusera que cubre normalmente su ruta se hab¨ªa tomado la justicia por su mano y al abrir la puerta en una parada donde hab¨ªa una larga cola esperando para subirse al veh¨ªculo hab¨ªa gritado: ¡°Gente aut¨®ctona y trabajadores primero¡±. Seg¨²n cont¨® el vecino, la conductora no lo grit¨® en espa?ol, ni siquiera en catal¨¢n (idioma qu...
El otro d¨ªa le¨ª a un vecino de una ciudad que lleva ya muchas d¨¦cadas agobiada por la constante presencia de turistas (una ciudad de tres millones de habitantes que recibe a 37 millones de almas cada a?o) relatar con delectaci¨®n, con gozo, con aut¨¦ntico orgullo, c¨®mo la autobusera que cubre normalmente su ruta se hab¨ªa tomado la justicia por su mano y al abrir la puerta en una parada donde hab¨ªa una larga cola esperando para subirse al veh¨ªculo hab¨ªa gritado: ¡°Gente aut¨®ctona y trabajadores primero¡±. Seg¨²n cont¨® el vecino, la conductora no lo grit¨® en espa?ol, ni siquiera en catal¨¢n (idioma que se usa en la ciudad donde se ubica la acci¨®n) sino que lo dijo en un idioma que no tendr¨ªa que haber empleado jam¨¢s si no fuese porque su ciudad est¨¢ atestada de turistas. Un idioma que probablemente jam¨¢s habr¨ªa aprendido de no haber sido por la misma circunstancia. ¡°Locals and workers first!¡±.
La an¨¦cdota del vecino tuvo much¨ªsimo ¨¦xito entre los que recibieron, quienes felicitaron en diferido a la autobusera por su valent¨ªa: ¡°D¨ª que s¨ª, esos putos turistas, que todo lo atestan, que se vayan a la mierda, nosotros, los trabajadores, la gente de aqu¨ª, nosotros primero¡±. Lo cierto es que a m¨ª, que llevo meses sin ir a la Puerta del Sol porque cada vez que me adentro por Preciados me entran los siete males y que con alta frecuencia me encastillo en mi casa para no tener que soportar los tumultos del centro de la ciudad, el alarido de la respetable conductora me result¨® simp¨¢tico, porque Madrid (una ciudad cuya hospitalidad se ha convertido en objeto de infame tr¨¢fico neoliberal) est¨¢ sufriendo una presi¨®n tur¨ªstica ¨²ltimamente tan insoportable que pone a prueba el buen temperamento hasta del m¨¢s buenista. Pero tambi¨¦n me dio un ligero mal rollo. La verdad que as¨ª en ingl¨¦s el ¡°Locals and workers first¡± me son¨® a consigna, casi a grito de guerra y digamos que se me hizo m¨¢s obvio el ligero tufillo a odio que desprend¨ªa.
?C¨®mo iban a demostrar los ¡°locals¡± que efectivamente lo eran? ?Un trabajador que est¨¢ de vacaciones no es un currela? ?Un ¡°aut¨®ctono¡± a partir de cu¨¢ntos d¨ªas de estancia empieza a serlo? ?Qu¨¦ es exactamente un turista? ?Por qu¨¦ los turistas (como los pijos, como los gentrificadores) siempre son los otros? ?Quiz¨¢ es que uno solo se fija en lo co?azo que son los turistas cuando son los dem¨¢s lo que viajan? ?Cu¨¢ndo el odio a los visitantes de fuera empieza a dejar de tener gracia y a convertirse en fobia al extranjero?
A m¨ª no me cuesta admitir que he sido turista no una sino muchas veces, porque he tenido la suerte de vivir en una Europa en la que cayeron las fronteras y por cuyo espacio se ha podido viajar, estudiar e incluso trabajar libremente durante a?os. Unos a?os en los que la vida era tan pl¨¢cida que hab¨ªa hasta quien se atrev¨ªa a decir que la historia hab¨ªa terminado. Se hab¨ªa terminado, claro, para los que est¨¢bamos dentro de ciertas fronteras. No fue siempre as¨ª. La due?a de la pensi¨®n donde viv¨ª mis a?os de estudiante sol¨ªa recordar con amargura c¨®mo en los setenta, cuando fue camarera en un hotelucho de Londres, tuvo que escuchar no una sino muchas veces de sus jefes: ¡°bloody spaniard¡±. No le gustaba a muchos ingleses que fuese a su pa¨ªs gente que no fuese ¡°local¡± a ocupar el espacio de sus ¡°workers¡±. Y ah¨ª los tienen ahora, muchas d¨¦cadas despu¨¦s, disfrutando de las ventajas de un divorcio, el Br¨¦xit, que sobre el papel les parec¨ªa muy buena idea.
No me entiendan mal. El asunto del turismo requiere regulaci¨®n urgente y la lacra de los pisos ¡°tur¨ªsticos¡± una mano dura que no acaba de pasar de promesas de futuro ni siquiera por parte de la izquierda, pero no es a los viajeros a los que hay que intervenir sino a los especuladores sin escr¨²pulos y a los fondos de inversi¨®n que, sorpresa, no los manejan precisamente trabajadores y que rara vez son aut¨®ctonos (aunque si lo fuesen tampoco ser¨ªan necesariamente mejores). Hay una peligrosa intersecci¨®n entre el conjunto turismofobia y el conjunto xenofobia. Ah¨ª en el medio se nos pueden colar todo tipo de fobias infames en un tiempo en el que a los malos les gusta jugar con las bajas pasiones y las fronteras, incluso las mentales. Cuidado.
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